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sábado, 9 de abril de 2011

¡Una máquina que canta flamenco en 1880!

Veamos una novedad flamenca, en este caso de excepcional importancia, por cuanto nos informa acerca de los primeros pasos del cantaor El Mochuelo (Antonio del Pozo) en el Teatro del Liceo de Murcia y también de una grabación flamenca en ¡1880!, con todos los pormenores técnicos de la misma:
            LA MÁQUINA QUE HABLA.- El pequeño teatro del Liceo, antiguo Círculo Industrial, se está haciendo un círculo histórico...
            En él tuvimos el especial placer anteanoche de admirar el invento más prodigioso de este siglo: el fonógrafo de Edison (...). El fonógrafo, como todos los inventos sublimes, es lo más sencillo que darse pueda: un cilindro metálico y una lámina de papel de estaño parecen ser las dos cosas esenciales. Se habla, ó se canta, ó se ríe sobre la lámina de papel de estaño que da vueltas pegada al cilindro, y la lámina se va quedando con todo lo que oye; se le dan luego vueltas en sentido inverso y repite lo que ha oído, en el mismo tono, con las mismas inflexiones, aspiraciones y cadencias (…).
            Salió después [de variados ensayos] un gitanillo que le dicen el Mochuelo: cantó encima de la máquina aquello de: “Quien te puso petenera”; y la máquina no pudo repetir esta copla. Pero le puso papel nuevo de estaño, le dio unos golpecitos y el muchacho le cantó una nueva copla que fue: “Ya no vivo yo en la calle etc.” y la dicha máquina salió cantando toda la copla lo mismo que la había dicho el Mochuelo (…).
El Diario de Murcia, 6-3-1880, p. 1.
El "gitanillo que le dicen el Mochuelo" debe ser el cantaor flamenco El Mochuelo  -Antonio Pozo- (1868-1937) que entonces sería un niño de 12 años. Este prolijo cantaor fue uno de los que más grabaciones haya producido (junto a La Niña de los Peines y pocos más) y uno de los primeros, si no el primero, en  impresionar sus cantes en los antiguos cilindros de cera como así lo demuestra esta noticia de 1880 en El Diario de Murcia. Si bien El Mochuelo nació en Sevilla y la noticia y el hecho se producen en Murcia, la cosa no tiene nada de extraño pues, según la tradición oral -así lo atestigua, entre otros, el ya fallecido cantaor Pepe el de la Matrona-, el cantaor en cuestión era arriero-carretero, y lógicamente los desplazamientos en este oficio eran continuos, siendo el trasiego del oficio el que lo trajera hasta Murcia. Amén del valor de la reseña, por cuanto nos ilustra acerca de las técnicas de grabación en aquellos primitivos aparatos que provocaron el asombro de la gente, hemos de considerar, por las letras o coplas que nos transmite, la grabación de uno de los palos flamencos más en boga en aquella época, la petenera. No menos importantes son los datos históricos sobre El Mochuelo. Y lo más interesante es que seguramente se trata de la primera (o una de las primeras) noticia escrita que tenemos en cuanto a las grabaciones de cante flamenco.

Desde luego, las peteneras flamencas y flamenquistas (las interpretadas por tenores, tiples, actores y actrices…), estaban de moda, tanto en Murcia como en Almería, Málaga, Sevilla, etc. Veamos algunos ejemplos en la prensa murciana y en el Teatro Circo:
          El suceso de la semana ha sido la inauguración del Circo (...).. Una voz desde las gradas: -¡El Real y Medio!
      Otra voz: - ¡Las Peteneras! ¡Las Peteneras!
     Otra voz: ¡Que baile! ¡Que baile!...
     Pierantoni cantando:

                                         Tengo un corazón más grande
                                         que la voluntad de Dios,
                                         porque Dios no te perdona
                                                ¡Ay soleá, soleá!
                                         lo que te perdono yo.              
 El Diario de Murcia, 18-4-1880, p. 1.         
                                                                                
La compañía de Alegría y Chiesi se va (...). El público se ha hartado de todo (...). de lo que no se ha hartado es de peteneras, pues todas las noches sigue pidiéndolas con tanto afán que estamos seguros que las últimas palabras que ha de oír la compañía de Alegría y Chiesi, cuando abandone el Circo. serán estas dos: ¡Peteneras! ¡Peteneras!
El Diario de Murcia, 2 -5-1880, pp. 1-2.
                                               
TEATRO CIRCO... [En la representación de Nadie se muere hasta que Dios no quiere] la señora Williams llevó su complacencia al extremo de cantar las Peteneras, canción que con insistencia se le pedía por el público.
El Eco de Cartagena, 9 -6-1880, p. 3.

                    TEATRO CIRCO. Nadie se muere..., ¡ Tierra !, y El pañuelo de yerbas, fueron las obras puestas anoche en escena (...) diremos sólo que la ópera española ¡Tierra!, nos pareció muy buena. El público frío. Bien es verdad que en ¡Tierra ! no se cantan peteneras ni jaleos.
El Eco de Cartagena, 10-8-1880, p. 3.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La saeta del Mochuelo

Hace unas semanas  traíamos aquí una anécdota de El Mochuelo: aquella saeta que le salió por mariana, según él, por culpa de unas anchoas. Hoy retomamos el tema para que  tengáis ocasión de escucharla en la voz de Cristian Guerrero. Nos la ha facilitado, como las cuartillas que recogían el sucedido, Pedro G. Romero.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Cosas de El Mochuelo

Nos envía Pedro G. Romero unas sabrosísimas cuartillas escritas por el cronista oficial de Cartagena, Eduardo Cañabate Navarro, referidas a un sucedido durante la estancia de El Mochuelo en esa ciudad. No tienen nada que ver con sus farrucas, pero nos dan pistas sobre la personalidad y la guasa del cantaor sevillano. Las titula "Una anécdota procesionil de  principios de siglo" y dicen así:
  
Como en todos los actos que en la vida se realizan, en las procesiones cartageneras no han faltado las incidencias dramáticas, como tampoco las rebosantes de comicidad, aunque estas últimas surgían sin intencionada mala fe. Esta anécdota que quiero comentar fue célebre por su ingenuidad.

Sucedió a principios de este siglo y actuaba por aquellas fechas en el Teatro Principal el famoso "cantaor" flamenco Antonio Del Pozo, alias "EL MOCHUELO", que tenía en esta ciudad entusiastas admiradores y muchas amistades.

Eran unos tiempos en los que el cante flamenco se cultivaba con más fervor que ahora y surgían los divos locales del flamenquismo con la facilidad con que en Cartagena arraigaba el crespinillo en sus jardines, ya que dejó la semilla aquel Juan Breva, en sus actuaciones en el Teatro Máiquez, convertido el patio de butacas en café cantante.

"EL MOCHUELO" era asiduo concurrente al desaparecido Café de la Marina, establecimiento en el cual tenía su tertulia un nutrido grupo de amantes a la literatura, Bellas Artes, ajedrecistas, aficionados a la lucha de gallos y a los toros, que se denominaba "LOS AMALIOS".

Estaba por entonces muy en boga la canción conocida por "Las Marianas", de letra absurda y chabacana.

Llegó la Semana Santa. Al paso de las imágenes pasionarias por las calles de la población, de vez en vez turbaba el místico silencio alguna que otra saeta, que el público escuchaba sin interrumpir al "cantaor" o "cantaora" con olés o palmoteos. 

Entre cañas de manzanilla, anchoas y roscas, le pidieron al "MOCHUELO" sus amigos que, al pasar los tronos, cantara alguna saeta y accedió para complacer a sus admiradores. El establecimiento se llenó de gente y en las aceras colindantes se apiñaron grán número de espectadores esperando el fausto suceso, pues no iban a ser cualquier cosa las saetas de "EL MOCHUELO".

Al pasar el primer trono, los comisarios lo pararon. El silencio era absoluto. La música dejó de tocar. El "cantaor" se pone de pie sobre una silla, tose, como es de rigor, y sale cantando aquello de:

                                            Sube, Mariana, sube
                                            por aquella montañita arriba,
                                            la pobrecita era manquita.....

No se oyó más porque el escándalo fue estilo de Plaza de Toros. Faltó poco para que el comisario del trono desplumara al "MOCHUELO", y este se quedó con la saeta en el pico. Más tarde, pasado el quebranto, se desquitó cantando saetas que hicieron vibrar a los espectadores.

Preguntado "EL MOCHUELO" después del suceso, por qué salió por "marianas", se disculpó diciendo que se le habían atragantado unas anchoas.

Lo dicho. Cosas de El Mochuelo.















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sábado, 11 de septiembre de 2010

Antonio Pozo el Mochuelo

Antonio Pozo el Mochuelo (1868-1937) fue el cantaor que popularizó el cante por farruca. Es más que probable que la conociese en la gira que realizó a finales del XIX por los cafés cantantes de Asturias y Galicia. De esa estancia procederían también sus asturianas y sus pravianas. 




Él fue además el primero en registrarla a finales del XIX, en aquellos cilindros de cera que precedieron a la aparición de los primeros discos de pizarra. Le acompañó a la guitarra Manuel López y la letra que grabó decía:

                                                     La Virgen,
                                                     la Virgen estaba lavando
                                                     y tendiendo en el romero,
                                                     los pájaros cantando
                                                     y el romero floreciendo.

Fue una grabación en la que se inspiró directamente en el folclore gallego con ese “Tran tran tran tran treiro loroloreilorololo” que servía de introducción y con el final que también terminaría convirtiéndose en remate obligado de este cante:

                                                     Arriba el limón,
                                                     abajo la oliva,
                                                     limonero de mi vida,
                                                     limonada de mi amor,
                                                     y allá arriba, allá arriba,
                                                     y allá arriba los dos
                                                     y después de pasar fatigas.
                                                     Tran tran tran tran treiro loroloreilorololo.

Luego, la grabaría con la sonanta de Joaquín el Hijo del Ciego en torno a 1902 (Gramophone  GC-62000). En esa ocasión, cantó la letra que más se ha identificado con este cante:

                                                     Una farruca en Galicia
                                                     amargamente lloraba;
                                                     se le había muerto el farruco
                                                     que la gaita le tocaba.


Después, la volvería a grabar para la casa Odeón en 1904. Hoy disponemos de una excelente reconstrucción técnica realizada por Sonifolk y publicada en 2002 en el compacto titulado Voces históricas del flamenco. Antonio Pozo "El Mochuelo"

El primer testimonio escrito de la farruca que conocemos se hace en diciembre de 1901, cuando El Mochuelo actúa en el Salón de Actualidades de Madrid. El Heraldo de Madrid (17 de diciembre de 1901) lo recogía así:

Salón de Actualidades.-- Las personas que han tenido ocasión de oír en el fonógrafo las canciones andaluzas del célebre Mochuelo, pueden ahora asistir a este Salón para escuchar el original.
Tanto en las malagueñas, como en los tangos y La farruca, el Mochuelo es ruidosamente aplaudido.

El Mochuelo había sentado las bases del que sería un nuevo estilo en el abanico de cantes flamencos. Por eso, le llamaron “Rey de la Farruca”.

Otros cantaores que también interpretaban y grabaron la farruca a comienzos del XX fueron Revuelta, Antonio el Macareno, el Canario de Colmenar, Encarnación Santisteban la Rubia, el Niño de la Isla, Manuel Torre y, cómo no, la Niña de los Peines.