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lunes, 26 de mayo de 2014

¡Viva el Café cantante!

Con el título que encabeza estas palabras hemos visto en acción un “Concierto Didáctico” ideado por José Luis Navarro para mostrar -de modo tan sencillo como eficaz- algunos aspectos de la historia de estos establecimientos flamencos que señalaron época y fueron clave para la definición del “cante” y el apogeo del “baile” con el concurso del subalterno “toque”; que, no obstante, solía alcanzar la dirección de las actuaciones que en tales establecimientos se ofrecían.
 
A modo de conferencia escénica se presenta esta semblanza de lo que fueron y supusieron Cafés Cantantes -de Silverio, el Burrero, Chinitas, Novedades, Naranjero…- para el desarrollo del género en el último tercio del siglo XIX y principios del XX. Eulalia Pablo, con su voz cálida, más que leer cuenta un guion que conoce y cercanamente comunica.
 
Lo hace con argumentos y anécdotas que se van entrelazando con las intervenciones de cuatro jovencísimos  artistas, quienes son estampa imaginada según la estética imperante en los cafés. Por ellos se cumple el repertorio: Jaleos, Alegrías, Seguiriyas del Sentimiento de Silverio, Tientos y Tangos, Malagueñas de Chacón y de la Peñaranda, y Soleá.
Lo ejecutan con conocimiento y afición.  Regenerándolo a su modo, cada cual con su particular aptitud y capacidades: Javiera la Morena baila con el don del encantamiento, Marta Balparda es la vertical poderosa en gracia, Rocío López “La Boterita” canta con limpieza y sabor de cobre, a la vera del tocaor Gori Mazo quien con sus gestos desarrolla la geometría del tiempo y de la música.
¡Claro que sí! ¡Qué viva! ¡Qué viva y qué reviva así contada la memoria de los Cafés Cantantes! ¡Viva!
 
                                                                                                           José Luis Ortiz Nuevo

 

martes, 17 de diciembre de 2013

Trinidad Huertas "La Cuenca"


Réquiem por la Cuenca

Por José Luis Ortiz Nuevo

     Veníamos sabiendo de ella poco a poco conforme se averiguaban cosas de su breve estancia en este barrio y ya alcanzábamos a vislumbrar dónde y cuándo se despidió del mundo pero sin certezas; hasta que ahora -al fin, y gracias a las informaciones que me proporcionó el investigador cubano Francisco Rey Alfonso-, podemos anunciar a las gentes de la afición que la memorable bailadora malagueña Trinidad Huertas “La Cuenca” murió en La Habana, el 2 de octubre de 1890.


     Es lo que he podido constatar en un reciente viaje a Cuba, donde aún no llegó la aldea digital a sus hemerotecas y es preciso seguir indagando las cosas hoja a hoja, página a página, y muchas están fatalmente en grave deterioro, lo que duele y retarda la investigación, la conduce por el cauce de un danzón conturbado que excita la curiosidad…; 

     Y fue así que el diario habanero La Discusión, el viernes 3 de octubre del año referido, publicó una breve gacetilla que decía así:

¡Misté la pobre Cuenca! 
Después de cansarse de bailar en este mundo y en el otro, después de cruzar los mares varias veces en busca de aplausos… y dinero; después de arrancar gritos de entusiasmo a cien públicos más o menos flamencos, se dejó morir aquí, en un Hotel de la calle de la Industria, sola y olvidada, al cabo de varios meses de continuos padecimientos. 
Anoche un velorio muy parecido a una juerga y hoy a la fosa.
¡Pobre Trinidad! Poco darás que hacer a los gusanos.
Breve y aprovechada necrológica de la estrella que se apagó demasiado pronto, cuando aún podría haber brillado mucho más, si Dios o la Naturaleza lo hubiesen consentido, pero no lo consintieron.


     La bailadora murió y lo hizo la mar de joven, de modo que si el nacimiento de Trinidad -como recién ha demostrado Manuel Bohórquez- tuvo lugar en Málaga el 8 de mayo de 1857, quiere decirse que la paisana vivió exactamente la edad de Cristo. 

     ¡Es mester ver: en aquel entonces: desarrollar tanto en tan escaso tiempo! Y a remate cuentas morir sola, según parece esquelética, y lo peor: olvidada, cuando hacía nada de sus triunfos fabulosos en París y en México y en Nueva York y en la opulenta Habana…


El Teatro de Tacón lo ocupa ahora, provisionalmente, la Compañía de Zarzuela del Teatro Cervantes y el miércoles se efectuó la primera función -tres diferentes piececitas cómico-líricas y bailes- con la casa llena y los palcos -todos- ocupados por nuestras principales familias, como una noche de estreno de ópera.
La novedad que tanto y tan distinguido público llevó al coliseo de la calle del Prado, fue la Cuenca, una flamenca pura, que remeda a los toreros con suma gracia y toca la guitarra con mucho sentimiento, arrancándole notas gemebundas, como el suspiro del Rey moro, o melancólicas, como el ¡ay! del amante que llora ausencias e ingratitudes de una pérfida mujer… 
                                                                                                   Enrique.

(La Habana Elegante. 5 de febrero de 1888)

     En efecto, estamos a dos años y pico del deceso y ya ven de qué modo se seguía su baile y otro sí su ponderada habilidad como tocadora de guitarra a lo flamenco. 

     De esta temporada, iniciando el ochenta y ocho, teníamos otros datos, que ya se difundieron; pero no así los que a continuación se publican, descubiertos ahora, y que enseñan cómo en estos meses previos inmediatos a su muerte, la malagueña se mantuvo en pie y bailó lo suyo:

     Otoño de 1888:

TEATRO CERVANTES.- La empresa de este pequeño teatro anuncia para el próximo sábado la reaparición en la escena de la célebre bailadora del género flamenco Trinidad Cuenca.

(La Unión Constitucional. 18 de octubre)

*****

Teatro de Tacón.- La compañía que actúa en el Teatro de Cervantes se trasladará esta noche al principal de nuestros teatros donde ofrecerá una representación más de la preciosa opereta Las campanas de Carrión y un intermedio de baile flamenco por la señora Cuenca.
(La Unión Constitucional. 28 de octubre)

*****
Espectáculos. Teatro Cervantes. Baile español al final de cada acto.

(La Unión Constitucional. Octubre y Noviembre)

          Al año siguiente parece que hizo un furtivo viaje a Nueva York:

Partidas: Para New York: Trinidad Huertas (a) La Cuenca, una morena soberbia. Le deseamos buena suerte y pronta vuelta.
                                                                       Conde KOSTIA.

(La Habana Elegante. 1 de enero de 1889)

     O tal vez no se produjera y fuese sólo un falso rumor pues -según los medios del momento- a lo primero de enero volvería a los escenarios habaneros, anunciada en versos:

ALBISU: EL TEATRO DE LA DICHA

                                                                   Otra vez Cádiz anoche

                                                                    y Certamen Nacional

                                                                    y otro lleno en cada tanda,

                                                                    por variar…

                                                                    La Cuenca muy aplaudida,

                                                                    y con razón, en verdad,

                                                                    pues es toda una flamenca.

                                                                    ¡Vaya un modo de bailar

                                                                    y de mover los pinreles

                                                                    y las manos a compás!...

                                                                    ¡Viva el garbo de la tierra

                                                                    más barbiana y más juncal

                                                                    que Dios crio para asombro

                                                                    de toda la humanidad!...

(La Unión Constitucional. 10 de enero de 1889)

     Ciertamente ripiosos a más no poder pero ilustrativos de quién era el personaje y de la pleitesía con que se le trataba. En versos, manque fuesen pésimos, y en prosa periodística de la época:

Teatro Albisu.- El Invencible es como debería llamarse este afortunado teatro, desde que sus destinos corren a cargo de Robillot y Cía. Mientras se da el último toque a la gran zarzuela La Bruja (estreno reciente y exitoso en Madrid) … se pone hoy en escena la inagotable Marina y la popular ¡Cádiz! con las novedades de que, en esta última, el papel de CURRA y MAJA estará a cargo de ese montón de gracia que se llama CARMEN LATORRE y de que la primera bailarina Doña Trinidad Huertas “La Cuenca” tomará parte en el primer cuadro y segundo acto y bailará con esa sal torera que Dios le ha dado para recreo de la gente barbiana el célebre tango inmortalizado por la Chatilla de Albisu

(La Unión Constitucional. 28 de enero)

     Verlahí como la todavía joven Trinidad continuaba activa incorporando repertorios nuevos a sus estelares bailes de “la Corrida de Toros” y “la Feria de Sevilla”. Y era primera bailarina a la sazón y gloria. 


      Pero de seguida se derrumbó todo. El mal estaba haciendo sus estragos y posiblemente la iría retirando de la escena conforme avanzasen las dolencias. De ello debemos indagar los cabos que siguen sueltos. Entre otros verificar si el baile andaluz que se representaba en el Gran Teatro de Tacón a principios del noventa era interpretado por ella, su creadora.

Gran Teatro de Tacón.- La preciosa zarzuela en tres actos Los comediantes de antaño; en el intermedio del segundo al tercer acto el baile andaluz La Feria de Sevilla.

(La Gaceta de La Habana. 25 de enero de 1890)

Y después de este aviso -con la debida reserva y hasta que aparezcan otras referencias- ya no hubo más por mor de ella o de sus bailes o de sus hechos en la ciudad, de mientras transcurrieron los últimos meses de su vida, aguardando amargamente la hora.

LA CUENCA.- Según leemos en algunos colegas, ha fallecido a consecuencia de la enfermedad que ya sufría cuando estuvo la última vez en esta capital, la aplaudida bailarina, especialista en el género flamenco Trinidad Huertas, conocida por la Cuenca.
¡Descanse en paz la artista coreográfica!

(La Unión Constitucional. 4 de octubre de 1890)

     Este mismo día, el diario La Discusión, que en el anterior dio la primicia del óbito; en su sección de agenda, invitaba a los habaneros a la Retreta de la Banda de Música del Batallón de Cazadores de San Quintín, en el Parque Central, donde sus hábiles profesores interpretarían, entre otros números, un popurrí de Aires Nacionales y Malagueñas para cornetín.


     Fuese o no coincidencia del “azar concurrente” según el maestro Lezama Lima, pero aquella noche del primaveral otoño habanero, las sentidas notas de la melancólica malagueña para cornetín, sonarían a llanto de duelo por la pérdida de Trinidad, y fueron a su modo un réquiem por la bailadora muerta.

domingo, 8 de abril de 2012

Tremendo asombro

En las entradas anteriores hemos transcrito uno de los miles de artículos y gacetillas recogidos en Tremendo asombro de José Luis Ortiz Nuevo. En esta, dejamos que sea él quien nos hable del contenido de ese libro, como lo hizo en el Curso Universitario de Iniciación al Flamenco perteneciente al proyecto "Flamenco en red". Oigámosle.

sábado, 7 de abril de 2012

Sobre la jerga, la poesía y la historia de los gitanos (y X)

Terminamos hoy la serie de entregas dedicadas a diversos aspectos de la vida de los gitanos con la que se publicó el 8 de octubre de 1850. Como hemos repetido en cada una de estas entregas, estos textos proceden del impresionante trabajo que con el título de Tremendo asombro José Luis Ortiz Nuevo acaba de publicar en la  editorial Libros con Duende y en el que podéis encontrar miles de gacetillas y artículos rescatados de las hemerotecas de La Habana. Estos libros están a la venta en www.librosconduende.es

X

Hemos procurado en los artículos anteriores presentar todas las noticias necesarias acerca de la jerga, poesía e historia de los gitanos. Mas en éste, que cerrará la materia, volveremos la atención a un asunto de no menos interés pero que no ha sido hasta hoy tratado de un modo satisfactorio o concluyente, al contrario aunque espíritus filósofos se han mezclado en consideraciones más o menos útiles y prácticas, y plumas muy bien cortadas no se han desdeñado de ocuparse en pormenores también más o menos exactos, aún quedan pruebas entre ellos de errores muy singulares, en los que escritores de gran valía pueden caer, y en efecto caen fácilmente, mucho más tratándose de asuntos que proceden por inducciones o informes heterogéneos.
En casi todas las naciones de Europa existe un particular y excepcional dialecto que sólo está al alcance de los vagabundos y del bajo pueblo, y acaso podríamos entre nosotros dar prueba de que aquí mismo existe, si bien no con tanta latitud en la gente libre de color que por lo menos tienen un cierto número de palabras de una significación que sólo ellos pueden entender.
En España sabemos que a ese dialecto se le llamó caló gitano, en Alemania es conocido por rothwelsch, en Francia argot, en Italia gergo, mientras que en Inglaterra tiene varios nombres como cant, stang, etc. y así es que en cada uno de esos países hay y son muy conocidos y apreciados algunos escritores en tales dialectos, habiéndose traducido en Inglaterra una Biblia de tal jerigonza al idioma del país, que encierra no pocas bellezas y versiones de un género que tiene su mérito para aquellos que conocen ambos idiomas, el original digámoslo así y en el que se ha hecho la versión.
En español lo que mayormente abunda son historietas y versos en gitano cuyas traducciones, así como los pocos libros que existen, son trabajos en mucha parte de extranjeros, en particular de los ingleses. En tales obras se han escrito las palabras gitanas con arreglo a la ortografía española, por lo que resulta que se ven palabras escritas de un modo en que la pronunciación gitana varía mucho, de la misma manera que sucede en los pueblos de Andalucía que cambian con naturales la i por la erre, la ele por la erre, y viceversa, la uve por la be, y que se comen al final y aún en medio de una palabra resultando que al extranjero aunque sepa bien el castellano le cuesta trabajo comprender una conversación, particularmente de la gente que no es muy culta, pero en el caló que hablan los gitanos en España existe una diferencia notabilísima con el que se halla escrito en obras de esa jerga, pues suelen cometer el cambio de letra referido hasta en principio de la voz, así es que siempre hemos visto llamarse en León Bombardo en  gitano y los de esta raza no dicen nunca sino Lombardo, lo que nos hace recordar en  este momento la costumbre muy usual entre nosotros de decir muchos individuos lucho por ducho, y otras.
Los gitanos además sustituyen a veces la d por la l, como en la palabra mar que dicen siempre en vez de durilla, la lurilla, en la voz trueno dicen siempre lurian y no durian como es en gitano.
Los últimos gitanos que hemos conocido y hablan con cultura su idioma y el castellano, que sabían leer, escribir, y habían recibido una educación muy distinta de los de su clase, han sido el padre de las célebres gitanas de Madrid Pepita y La Chicharrona, y estas dos las que merecieron el honor de ser presentadas a su majestad la reina madre en tiempos de su regencia, que las hizo bailar, cantar, y varias preguntas que ellas satisfacieron con chispa y desenfado. A estas han sido a las únicas que hemos oído hablar con propiedad en la dicción, y las únicas también que hemos oído rezar en su idioma el Ave María, el Credo y el Gloria Patri etc., que por cierto es sumamente original y gracioso, no sólo en las palabras sino en el silbido que forman al rezar parecido a la pronunciación griega.
Hemos creído lograr el objeto que nos propusimos al emprender nuestra tarea sobre una materia que no ha sido tratada entre nosotros y estamos persuadidos que existen algunos que con mejores plumas habrían adornado su fraseología y llenado de imágenes bellas ciertos cuadros pálidos y sin interés que hemos retratado, pero la exactitud y la verdad nadie nos las podrá disputar.
Hemos trabajado con prácticos viajes y observaciones así como comparando nuestros apuntes y los de las personas ilustradas con ciertas obras que nos han facilitado nuestros amigos.

viernes, 6 de abril de 2012

Sobre la jerga, la poesía y la historia de los gitanos (IX)

Penúltima entrada. El Faro Industrial de la Habana, 25 de septiembre de 1850, tomada de Tremendo asombro al peso, Vol. 2, de José Luis Ortiz Nuevo.

IX

Al concluir nuestro precedente artículo dijimos que el gitanismo no ha sido extinguido de España sino tan solo que ha recibido modificaciones muy provechosas, pero estas modificaciones añadimos hoy, han tenido efecto por el transcurso de los tiempos supuesto que para que las leyes hayan hecho algo de bueno después de 400 años en que ninguna clase de reforma se aplicó por la nación, es preciso que durante este periodo fuesen adelantados los gitanos hasta ponerse en estado de que surtiese buen resultado la ley de Carlos III por la oportunidad de la promulgación y de la aplicación de sus artículos con tanto o mayor motivo cuando hemos visto que se hizo proverbial entre ellos porque aplaudían esa ley con el dicho de El Crallis ha nicobao la lirí de los calés.
Así pues los gitanos abandonados a ellos mismos ninguna clase de leyes tuvieron por largos años para que se operase la declinación y morigeración de sus costumbres, cesando puede decirse así eventualmente la secta y confundiéndose sus restos con la población más baja porque seguramente ningún buen cristiano ni corazón filantrópico podrá desear la continuación o conservación de una secta cuyos principios fundamentales parecían ser el odio a todo el género humano y vivir engañando, pues que tal es todavía la práctica de los gitanos.
Es verdad, en general son pobres y lo son más por agradarles todavía vagabundear de feria en feria y porque no conocen grandes necesidades contando siempre con el auxilio de sus compañeros que estén en mejor fortuna, pues aún cuando su natural es ser egoístas, en las ocasiones de peligro o apremiante necesidad se ayudan unos a otros; así como también hacen causa común de la injusticia o desgracia que sobre alguno recaiga. Habiendo sucedido pagar uno quinientos pesos de multa por otro a quien se le había adjudicado una condenación judicial conmutativa con esa cantidad.
En el día son los gitanos deseados y aunque gocen tal vez de más comodidades que la gente de raza española no la manifiestan en el exterior de sus trajes y habitaciones. En el invierno usan los hombres una chamarra o chaqueta de pieles, y en el verano de género oscuro y el sombrero de alas grandes. Esto es lo que los distingue del resto del pueblo y en cuanto a las mujeres es más difícil reconocerlas por el tipo de su vestido si no es porque generalmente van en cuerpo sin mantas ni mantillas, como es la costumbre generalmente en las españolas. Lo único que gastan de particular no es más que el prurito de llevar grandes pendientes de oro o plata y la saya muy corta. Los hombres suelen usar faja de seda de colores y pantalón corto, este último distintivo es más general ya en los viejos.
Lo cierto es que el traje original de los gitanos, sean varones o hembras, se acerca algo al andaluz del pueblo bajo, que participa un poco todavía de los moros, vándalos y aún romanos, de quienes tienen muchas costumbres y acaso hasta sangre como no tengan la de los gitanos.
Estos son de un color bronceado amarilloso y de fisonomía muy marcada, mejillas prominentes, labios delgados, ojos muy vivos y negros, cabellos del mismo color y los llevan regularmente largos y muy lacios. Sus dientes son en extremo blancos. La expresión de su fisonomía es de altivez, vileza y astucia. Son de buena estatura, bien formados y sufridos para el trabajo, cuando hablan expresan mucho y afectan sus movimientos hasta causar risa, particularmente cuando se hallan poseídos de alguna pasión de venganza, celos, rencor u odio.
Las gitanas participan de las mismas cualidades y son sumamente flexibles en sus movimientos, con la diferencia que su aspecto es melancólico, hablan con continuas manotadas y echándose mano a una pequeña peineta con que se sujetan sus casi siempre descompuestos y largos cabellos; en fin todo en ellas indica su ardiente temperamento y el vigor de sus facultades corporales. Suelen a veces variar el traje que usan con arreglo al país o provincia en que habitan.
Muchas dificultades se han presentado para obtener un verdadero padrón de los gitanos en España, algunos creen que en el día llegue a seis mil el número de los repartidos en todas las provincias, pero según lo que nosotros hemos podido indagar ayudados de personas del país y amigas de observación, lo calculamos en cuatro mil, cuya tercera parte por lo menos reside en Andalucía.
Hemos expresado nuestra pobre opinión sobre la decadencia de esta raza, si ha sido el resultado de varias causas combinadas, de parciales cambios de hábito por la guerra o el hambre, o por el libre tráfico y trato con la población española. No tenemos motivo en que fundarlo por lo que nos abstenemos de hablar por conjeturas.
(Continuará)

jueves, 5 de abril de 2012

Sobre la jerga, la poesía y la historia de los gitanos (VIII)

Esta entrada fue publicada el 21 de septiembre de 1850 en El Faro Industrial de La Habana. La podéis ver también en Tremendo asombro al peso, Vol. 2, de José Luis Ortiz Nuevo.

VIII

No hay nada más cierto en la historia de los gitanos que el que su raza floreció y se aumentó mientras más severas y restrictivas fueron las leyes que sobre ellos se promulgaban. Los días de su mayor gloria y en la época de los felices sucesos y victoriosos éxitos de las hazañas del gitanismo eran cuando su casta fue proscrita y perseguida y cuando había el fatal empeño en coartarla hasta el pensar en gitano, porque el mal menos ostensible y perjudicial que se seguía de leyes tan absurdamente represivas, era la prostitución que los gitanos buscaban en los ministros, subalternos de la justicia, para que los ocultasen a persecuciones casi siempre violentas y degradantes para aquellos que las disponían y contrarias a las inmensas ventajas que los españoles tuvieron en todos los sentidos para conservarlos muy inferiores a conseguir resultados provechosos valiéndose de artimañas y supersticiones de que tan lejos ha estado en todas épocas y en mayor grado a la que nos referimos. La religiosa y dócil ilustración de aquella nación no ha habido secta ni raza en el mundo que no nos presente pruebas palpitantes de lo que hemos dejado establecido puesto que para hacer adquirir rudimentos y educación y para corregir los vicios o malas ideas no es necesaria otra cosa antes de todo que sujetarlos a una regla de disciplina en que vaya envuelta la saludable y divina influencia de lo humano, ser con la educación que es la que preserva de todos los crímenes y hace abrir los ojos a la luz y por consiguiente a las acciones malas.
Estas consideraciones nos han sugerido el parangón entre las leyes de distinta naturaleza que rigieron a los gitanos y más que ninguna otra la promulgada por Felipe V en 1745 que disponía la persecución de los gitanos a sangre y fuego, con la ya copiada de Carlos III.
La completa ineficacia de aquella, si no estuviese probada por los hechos, lo estaría con las muchas veces en que fue reiterada y mandada cumplir hasta 1783, ya en 1746, ya en el 49 y ya en fin hasta poco antes de la fecha en que dijimos fue promulgada la de Carlos III.
Sin embargo estamos muy distantes de creer y ni aun siquiera pensar que las leyes anteriores a la de Carlos III hayan servido sólo para dar a alas a los que no las necesitan para volar, toda la vez que se dijera a un fin muy diverso; pero si hemos tomado nota en nuestros estudios sobre esta materia del notabilísimo hecho que desde el establecimiento de aquella ley, tan humana como fueron severas las anteriores, apenas si se oía nada de repugnante de los gitanos, dejando de figurar asquerosamente en la historia de España, así como la ley citada no hablaba de ellos como un pueblo distinto, la raza aún existe pero no es tan numerosa ni formidable como ahora cien años en que se les ponía la dura alternativa de la muerte o la persecución por persistir en sus profesiones o la esclavitud si las abandonaban.
La bendición del cielo ha recaído sobre la sociedad de un modo altamente acreedora al espíritu del siglo en que vivimos, pues las reformas de la raza gitana después de la ley de Carlos III que sirvió a ella de base, se ha cumplido en un grado superior, no por persecuciones ni verdugos, ni tormentos de inquisición, sino por la justicia y por la tolerancia.
El lector habrá tenido ocasión de ver en la secuela de nuestro artículo que considerando con atención todas las causas y motivos que dieron lugar a las leyes de los gitanos hemos llegado a la conclusión que propusimos respecto a la ley de Carlos III, cuyas previsiones y determinaciones se distinguen por su espíritu de justicia y de clemencia, causa sino la principal al menos la inmediata declinación del gitanismo en España.
Otras hubo en verdad no tan eficaces pero de alguna importancia y que no debemos dejar de consignar, como fueron las revueltas continuas, casi desde la fecha del reinado de aquel monarca hasta nuestros días, y mayoría de la actual reina Dª Isabel II en cuyos días se repite todavía por algunos el proverbial dicho que tuvo entre ellos principio al expedirse esa famosa ley que con razón creemos haber celebrado, de El Crallis ha nicobao la lirí de los calés. “El Rey ha publicado las leyes de los gitanos”.
Acaso se nos objetará en contra de lo que dejamos dicho en obsequio de una ley que consideramos sabia y prudente, que no por ella se ha conseguido hacer de un gitano un gran pintor ni literato, y que han seguido poco más o menos en los mismos bajos oficios que antes tenían, pero podrán quererse mayores ventajas que las de encontrar corregidas sus relajadas costumbres en lo general de su raza y hablar uno por cada tres o cuatro individuos que sepa leer y escribir, otros que son aptos para chalanes y arrieros y hasta capataces de cortijos, pues que unos hombres que han nacido de la indigencia y de la corrupción teniendo por únicos compañeros de infancia las mulas y los borricos, y por abrigo una choza miserable entre barrancos y montañas, ¿se les puede hacer un cargo por no saber manejar los pinceles de un Madrazo, la pluma de un Donoso Cortés o el cincel de un Piquer?...
Harto hemos conseguido cuando en poco menos de cien años otros tantos seres humanos se han convertido en sobrios honrados y útiles, en fin, a la sociedad en que nacen, después de haberles inveterado el pillaje, la depravación y la holgazanería, aún tenemos que lamentar algo de eso en muchas partes de los gitanos pero ojalá que no tuviéramos que lamentar también y con menos disculpa que ellos tienen, la maléfica influencia del pueblo que en parte manifiesta una idea singular en mantenerlo en ese estado. Por nuestra parte creemos que más bien que a presentar obscenas caricaturas ridículas, extravagantes e inverosímiles, las más veces en la escena dramática debe emplearse el talento de nuestros dramaturgos en corregir ese prurito de algunos desmoralizando una raza con la que no hay español particularmente andaluz que no simpatice.
Hemos recargado tal vez el cuadro de las mejoras que ha alcanzado la raza gitana a beneficio de la ley que a su fervor invocamos, pero en la prosecución de nuestro artículo procuraremos presentar con rasgos característicos, a la par que históricos, la justa modificación que ha obtenido y en el que hoy se encuentra, tal como hemos tenido ocasión de estudiarlo por nosotros mismos.
(Continuará)

miércoles, 4 de abril de 2012

Sobre la jerga, la poesía y la historia de los gitanos (VII)

La entrada que os proponemos hoy corresponde a El Faro Industrial de la Habana del 17 de septiembre de 1850 y, como las anteriores, la podeis encontrar en Tremendo asombro al peso, Vol. 2, de José Luis Ortiz Nuevo.

VII

Según hemos dejado establecido en artículos anteriores, la condición de los gitanos en España ha alcanzado considerables modificaciones debido en gran parte a las rectas y oportunas leyes promulgadas particularmente en tiempos del rey Carlos III, monarca de favorable impresión, así como también a los escritores y consultas de sabios y de precedentes ministros de la Corona, entre otros el doctor Moncada, en época más atrasada, que dirigió una consulta al rey Don Felipe III que abunda en datos luminosos y citas curiosísimas sobre la raza gitana.
Así es que hoy los gitanos han renunciado especialmente a aquella vida vagabunda y miserable que tenemos descrita y su nombre, no es ya en tanto grado como entonces, un eco de terror y de inquietud para el vecino o el viajero.
Uno de los artículos de la famosa ley de Carlos III que les permitía vivir en cualquier barrio de la ciudad que quisiesen habitar, modificó sus condiciones agrestes y sus actos y maneras llegaron a dulcificarse porque, en efecto, la confinación del hombre a los despoblados los vuelve selváticos e insociables, al mismo tiempo que descuida la cultura del espíritu y su educación, por lo que los gitanos eran durante esas confinaciones más bajos y rústicos que las clases más bajas y rústicas de España, mientras que cuando se les consideró como hombres y se les dieron ciertas franquicias, se ilustraron y pulieron.
No es muy difícil por tanto hallar hoy en la generación reciente algunos de gran imaginación y amantes de la lectura, si bien es más común entre los hombres, pero también es cierto que relativamente la población femenina española se encuentra en el mismo caso, si bien ésta sin haber tenido en contra las leyes restrictivas que tuvieron los gitanos, lo que hace admirar más el progreso de educación que los últimos han adquirido en el corto espacio de tiempo que hace que empezaron para ellos las franquicias.
Nosotros nos preguntamos ¿ha aumentado el gitanismo en España en estos últimos setenta años? Creemos que no y para probarlo no hay más que poner por testigos aquellos barrios llamados todavía Gitanerías y de los que casi han desaparecido, como los moros de sus Morerías. ¿Se cometen por los gitanos aquellos actos vandálicos y supersticiosos? Tampoco, por lo que hace más de aquel tiempo que no recae edicto ni orden del Rey ni de las Cortes contra ellos. En el día ni sus hechos, ni su número ha creado perjuicios racionalmente tales, aunque haya algunos de vida relajada o traviesa, lo que prueba a no dejar dudas que el gitanismo ha declinado en España.
Pasemos a investigar las causas de dicha declinación. Pero antes de seguir adelante, creemos muy útil poner a nuestros lectores en conocimiento de la famosa ley de Carlos III que abrió el camino de la virtud, por decirlo así, y del progreso culto e ilustrado a la raza gitana, hasta entonces abyecta, humillada e imbuida por otras absurdas y erróneas, a los asesinatos y a toda clase de excesos, pues en la investigación que nos proponemos ha de rozarse nuestra corta inteligencia con los benéficos influjos de la ley. No nos cansaremos de repetirlo, tan famosa, sabia y útil para la época de su promulgación con respecto a lo que trataba de combatir. No negaremos por esto que acaso fueron también indispensables las dictadas por Carlos II, a pesar del espíritu meticuloso que lo dominaba en todo, y por Felipe III, más amplias que las de Carlos III; pero en nuestro propósito incumbe mejor copiar la de este. Fue publicada el 19 de septiembre de 1783 bajo el título Regla para reprimir y castigar la vida vagabunda y demás excesos de aquella gente denominada gitana. Helas aquí:
Artículo 1º.— Declaro que los gitanos no son tales por su origen ni por naturaleza ni menos que procedan de origen inmundo, por tanto ordeno y mando que dejen su idioma, vestido, clase de vida y demás que han llevado hasta hoy, bajo la pena que referirán en esta ley. Prohíbo a todos mis súbditos en cualquier clase, rango o condición llamar a los de esa raza gitanos bajo las mismas penas impuestas a estos si injuriaran algunos de palabra o por obra.
Es mi real voluntad que se puedan admitir a arte u oficio a aquellos que abandonen desde la promulgación de esta ley la jerga, la vida y costumbres que llevan, sin necesidad de trámites de ninguna especie.
Los súbditos que no protegiesen a los de esa raza sometidos a estas reglas, y los que despreciasen o insultasen serán castigados por la ley en proporción al grado de la ofensa.
Concedo el término de tres meses para que los conocidos por gitanos abandonen su residencia vagabunda y en despoblado y puedan vivir en cualquier población, exceptuándose por ahora esta Corte y las capitales de provincia, con la condición que hace de abrazar algunas ocupaciones honrosas y lucrativas, u otras que los animen al trabajo. Se les permite a aquellos que ya lo tienen por oficio, la cría y trato de  animales, pero los que en lo sucesivo abracen esa profesión deberán practicarla en lugares habitados y en las ferias de los pueblos.
Al expirar el término antes concedido la justicia perseguirá y castigará a los infractores con arreglo a las leyes que rigen para todos mis súbditos respecto a los vagos y mal entretenidos. Los que habiendo abrazado las disposiciones presentes cometiesen algún crimen serán castigados con arreglo a lo expresado en el artículo precedente.
Los que adoptando una vida con sujeción a esta ley tratasen de proseguir en la anterior burlando así la vigilancia de la justicia, ésta tomará nota por menos del individuo para mi resolución posterior.
Están exceptuados de la pena de esta ley los niños de ambos sexos hasta la edad de 16 años. Los que comprenden el artículo anterior serán colocados en hospicios o casa de instrucción separados absolutamente de su familia. Cuando en el registro que se ha de llevar a efecto de saber los gitanos reincidentes en delito de alguna de las clases indicadas se observe repetido alguno por haber vuelto a la vida errante que antes tenía, será castigado con pena de la vida.
El saludable efecto que esta ley produjo será la materia de nuestro próximo artículo, en parangón con otras de un género totalmente contrario, con lo que nos esforzaremos en delinear la condición actual de los gitanos en España y las causas que influyeron en la declinación de su raza, de cuyo objeto nos hemos separado por un momento.
(Continuará)

martes, 3 de abril de 2012

Sobre la jerga, la poesía y la historia de los gitanos (VI)

Sexta entrada, publicada en El Faro Industrial de La Habana el 11 de septiembre de 1850, recogida en el libro Tremendo asombro al peso, Vol. 2 de José Luis Ortiz Nuevo

VI
La quiromancia o la adivinación supersticiosa por las rayas de la mano que los gitanos llaman buenaventura según la teoría ortodoxa es una de las cosas que han caracterizado o dado a aquellos un tipo más peculiar. El fundamento de semejante ciencia consiste en las cinco líneas principales de la mano de la persona que pretende saber su horóscopo. En la parte de la palma de ese miembro dichas líneas que tienen cada una su nombre propio, denominándose a la principal línea de la vida que son, si hemos de dar crédito alguno a los que sobre ello han escrito, ramificaciones del corazón, de las partes genitales, del estómago, del cerebro y de la cabeza.
Cuando un gitano quiere venir en conocimiento por esas líneas de la
buenaventura de algún curioso, observa con escrupulosa atención el color y la continuación de cada una de ellas en relación con el miembro correspondiente, de manera que si la línea se describe claramente verbi gratia y tiene un color muy vivo sin estar dividida o punturis infecta (manchada) denota una buena complexión y virtud en aquel miembro, lo que a decir verdad está de acuerdo con Aristóteles; así pues si la línea del corazón es muy clara y profunda sin estar cruzada por ninguna otra línea accidental, es una señal infalible de salud física y moral, y por consiguiente que el individuo es bueno y para todo lo que su madre lo crió y así mismo de las demás líneas en concordancia con los otros miembros que le pertenezcan con arreglo a la referida teoría.
No sin razón ha habido hombres eminentes que han escrito contra tan absurdas supersticiones, entre los que figura en primer término el humanista Don Martín del Río que con sus sabios discursos contribuyó a hacer desterrar la credulidad sobre asunto tan inmoral y fanático, pues que llegó la audacia hasta invocar por algunos malévolos y enemigos de la religión católica los textos de las Sagradas Escrituras: et cuasi signum in manu tu, y el otro lugar del Libro de Job: qui in manu hominis signat, ut norint omnes opera sua, o traduciendo a su antojo aquellos las palabras del Libro de la Sabiduría: in manibus as adscondit lucen... etc. etc.
No, no, nosotros sabemos muy bien no obstante los esfuerzos de unos pocos por hacer creer lo contrario, que en España fueron con justicia castigadas las gitanas casadas que son las que se ocupaban de tales artimañas, por haber empezado a descarriar ahora cuatrocientos años alguna parte de la población. Nosotros no damos ningún crédito a la quiromancia y creemos que las líneas de la mano tienen tan poca conexión o ninguna con los accidentes o causas secundarias de la vida humana o material, como con el estómago y la cabeza. No obstante Aristóteles en su calidad de gentil sabio tanto de las escrituras como los gitanos que podrían haber aplicado en su provecho tales adivinaciones aunque no fuera más que para libertarse de la miseria y las desgracias.
Y ya que hemos indicado ser la gitana casada la que en mayor escala ejerció ese poder hechicero, pemítasenos presentar algunos rasgos característicos de su tipo, porque en efecto es una especie de mujer muy singular, especialmente en la maña para atraer y excitar a lo malo, no siendo lo que menos el robo, en lo que despliegan gran orgullo y vigor de conocimiento con respecto a su marido e hijos. El lector, recordando en la gitana del drama El Trovador ese personaje, formará una idea de lo que llevamos dicho.
La gitana de alguna edad y madre de dos o tres chiquillos maneja al marido con la misma autoridad que aquellos se muestran elocuentes cuando quieren convencer, y de carácter cuando reprenden ejerciendo su influencia aún con los animales. Es una sibila sin creer en los augurios, es procuradora aunque no procura nada ni por nadie, canta con obscenidad sin sufrir obscenidades, y defiende lo que posee sin haber nadie más tentado a rapiñas cuando llega una buena oportunidad.
La quiromancia desde los tiempos más remotos se ha practicado en todos los países, no nos ha sido dado averiguar en dónde se le fijaron las reglas, lo más probable es que fue uno de los medios sagaces que adoptaron para emplear el fraude y el robo, sin existir acaso un pueblo más apto por naturaleza que los gitanos para ello.
Concluiremos este artículo con un rasgo de esa gitana que probará la astucia que tienen para poner en obra con buen éxito su robo y engaño:
Una gitana que residía en el barrio de Triana de Sevilla, famosa por sus hazañas, se  dirigió un día a la casa de una señora rica, viuda y sin hijos, que era la más hermosa de la ciudad, después de saludarla con mil lisonjas acerca de sus bellezas y poner en juego todos los resortes de la diplomacia mujeril, le manifestó que como le había tomado tanto cariño no obstante que nada le hacía falta, le iba a revelar un secreto y era que en su casa tenía dicha señora un tesoro enterrado, que para hallarlo era preciso poner en práctica algunas hechicerías, porque el tesoro estaba encantado. “Estamos hoy a 18 de junio —añadió— y se necesitan cinco días, es decir hasta el 23, de modo que entretanto puede usted sacar sus alhajas y dinero escondiéndolo en donde le parezca y proveerse cinco o seis velas blancas o amarillas, yo volveré con una hermana mía para extraer las inmensas riquezas atesoradas que sobran para vivir muchos años gastando todo el lujo posible para dar envidia a un rey”. La viuda ignorante dio oído a las asechanzas de la pérfida gitana y se creía ya dueña de todo el oro de la Arabia y de la plata del Potosí.
Llegado el día fue igual la puntualidad de la gitana y su compañera al ansia y avaricia de la señora. “Ya usted sabe, —dijo a esta la gitana más vieja— que el oro llama al oro y la plata va adonde está la plata, nosotras bajaremos solas con las velas encendidas para empezar el exorcismo, deme usted la caja de sus alhajas y dinero para colocarla encima del lugar del tesoro”.
Puede figurarse el lector las súplicas y ruegos de la viuda, mientras que las gitanas bajaban y se detuvieron pocos momentos en el piso bajo de la casa, de repente se oyó un ruido como si hubiera veinte personas con las dos gitanas, y se entendían estas palabras: “¡Bendito sea San Juan!” “¿Cómo removeremos este tesoro tan escondido?” “Si lo encontrarás, si te tomas algún trabajo”, —respondía la otra gitana— desfigurando la voz y dando el acento de un niño, porque sin duda era San Juanito al que llamaban en su ayuda.
En fin, causándonos repugnancia seguir en esos detalles, el caso cierto que hemos referido para dar una muestra de la influencia magnética de la canalla gitana que al mismo tiempo que aprobamos la justicia de las leyes que tenemos dicho antes se publicaron para coartar la malignidad y dañosa influencia de sus inclinaciones y moralidad; diremos en resumen que la viuda fue robada en aquel engaño y farsa, aunque sabemos que después fueron quemadas las dos gitanas en la plaza pública de Sevilla, habiendo sido perseguidas y juzgadas con arreglo al tribunal terrible que entonces prevalecía.
Entre los crímenes que también cometía esta raza en aquella época, uno de los que más daño hacía y sirvió de causa para infamias y abusos de la ignorancia y la inocencia, fue el conocido por mal de ojo, que los gitanos llaman querelar nasula pero a pesar de todo jamás tuvieron entrada tales supersticiones más que entre las clases bajas del pueblo.
(Continuará)

lunes, 2 de abril de 2012

La jerga, la poesía y la historia de los gitanos (5)

Traemos hoy una nueva entrega de este artículo, la correspondiente al 10 de septiembre de 1850, tomada, como las anteriores, de la obra Tremendo asombro de José Luis Ortiz Nuevo.

V

Después que fueron subyugados y expulsados los moros de España residían éstos generalmente separados en corto número, particularmente en los arrabales de los pueblos y ciudades donde se mantenían vigilados y muchas veces perseguidos; con tales medios no llegó a extenderse el idioma árabe aunque su uso se prohibió enteramente, si bien entre ellos lo ejercían, con especialidad para sus ritos mahometanos, así es que hasta su completa expulsión continuaron más o menos como verdaderos moros, no modificando sino en la apariencia sus hábitos y leyes. A los lugares en que vivían se les llamó morerías.
De la misma manera fueron gitanerías o barrios de gitanos los lugares en que moraban la raza de que nos ocupamos, conservándose aún en algunos puntos esta palabra aunque no habite uno solo de ellos, como sucede en Oviedo en que hay un lugar conocido por gitanería, no obstante no existe memoria de ellos en ese pueblo.
El más exacto periodo en que formaron primero los gitanos esas colonias dentro de las ciudades no es muy conocido, las leyes sin embargo que previnieron abandonasen sus vidas errantes y vagabundas bajo penas de destierro y de muerte pueden darnos alguna luz.
Por la primera de dichas leyes publicada en tiempos de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel, puede establecerse que sería aquella fundación en los años 1499, aunque otros aseguran que antes de esta época ya por temor a las persecuciones que padecían, ya también por animarles el natural deseo de mejorar su abyecta condición.
En esas gitanerías residían muchas familias pero siempre al modo gitano, ya sea con  relación a su miseria, ya en cuanto a sus relajadas costumbres con ningún temor a los hombres y mucho menos a Dios. Se veían pues los atezados chiquillos enteramente desnudos a las puertas de las casas, las mujeres preparadas a locuras de amor o diciendo la buena ventura, y los hombres agobiados del trabajo de herrería, vendiendo sus obras concluidas y animales domésticos robados por ellos mismos o sus cómplices. En tales lugares se albergaron los gitanos y en ellos también fue examinada la lengua de la romanía que como la de los árabes se prohibió bajo penas severas, empleando mil astucias para trasplantarla a distintas provincias y naciones.
Con todo la gran familia gitana continuaba siendo independiente en España por montes y por cerros, y procuraba salvar a la oprimida para que se le reuniera, pues no podía soportar las tiranías que contra ellos usaban, llegando hasta prohibirles el uso de su idioma, que trabajasen de herreros y que traficasen con caballos, en lo que hoy se ocupan libremente.
Semejantes prohibiciones de las leyes y aún acaso muchas más no habrían impedido nunca que una no muy pequeña parte de señoritos nobles gustasen de visitar con harta frecuencia a las familias, con quienes algunos de ellos llegaron a tener relaciones muy estrechas, y que naturalmente el principal atractivo no era otro que las muchachas gitanas; estas aunque de un exterior tal vez áspero y selvático son muy capaces de excitar pasiones ardientes, en particular en el corazón de aquellos que no son de su raza, por la esperanza del premio. No hay mujeres en el mundo tan licenciosas en gestos, bailes y cantos como son las gitanas, pero también es verdad que los visitadores se han  hallado con frecuencia un puñal en el corazón si han llegado a robar la prenda más preciosa que entre ellos se celebra.
Vemos por tanto que las gitanerías se fueron concluyendo ya por efecto de los tiempos, ya por la protección de los mismos poderosos, o ya en fin por el auxilio de los mismos que las componían.
A pesar de haber quedado sin uso las leyes prohibitivas a que nos hemos referido, la costumbre ha hecho que se observen por los gitanos de hoy día, aunque tolerando su infracción porque también es cierto que han degenerado favorablemente a su raza en muchos conceptos los caracteres que en la época primitiva sirvieron de base para corregirlos, lo que veo hoy que se consiguió con bastante latitud gracias a aquellas leyes oportunas en la época referida.
Esto nos lo pondrán aún más de manifiesto cuando en los artículos subsiguientes demos idea de otras costumbres y tipos característicos de la raza gitana, así como de otras leyes que concurrieron a la corrección que hemos dicho, y produjeron en aquella para   conseguir en unión de otras causas las mejoras que experimentan los gitanos, que hoy en las gitanerías se ha obtenido neutralizar sus salvajes y raras excepcionalidades, aunque conservando la parte útil y agradable, por decirlo así, que hace mirarlos como tipos de gracia a la par que de estudio, como lo manifiesta más que nada el gusto por las composiciones dramáticas que ha invadido la península, en que figuran personajes de la raza gitana, y en ocuparse de su historia y verídicas inclinaciones escritores ilustrados y que aman el estudio clásico de los usos, lenguaje y origen de los pueblos y sus distintas castas, sobre lo que tenemos la presunción de creer que ponemos nuestro pequeño y menos que ninguno corto influjo.

(Continuará)

domingo, 1 de abril de 2012

Sobre la jerga, la poesía y la historia de los gitanos (4)

Continuamos hoy con la cuarta entrega de este artículo. Corresponde a la edición del 7 de septiembre de 1850 de El Faro Industrial de La Habana, y, como las anteriores, está publicada en Tremendo asombro al peso, Vol. 2, de José Luis Ortiz Nuevo.

IV

De todas las tribus de gitanos que emigraron de su país natal y se repartieron por las naciones de Europa, la que de ésta ha conservado la raza primitiva gitana ha sido la nación española, pues las demás hicieron volver aquellas tribus a poco tiempo de haber pisado el nuevo suelo, a Hungría y a Bohemia, o se perdieron los pocos que quedaron acaso en el cruzamiento de castas, en cuyo particular han sido muy celosos los españoles.
Sea de esto lo que fuere, lo que hay de cierto es que en la península ibérica han quedado aquellos tipos más conservados, porque también la fertilidad de sus terrenos y otros motivos que más adelante tendremos ocasión de exponer, lo han querido así, por cuyas razones de conservación se han presentado mejores ocasiones para haber podido estudiar sus costumbres excepcionales, quedándonos la gloria, que así puede llamarse, de consignar para el futuro el retrato de ellas.
Y como que la rica y feliz Andalucía es sobre todas las demás provincias de España, la que brinda mayores recursos de subsistencia, en ella fue donde sentaron sus reales, por decirlo así, los gitanos, especialmente en los reinos de Jaén, de Granada y de Sevilla.  Uno de los que era todavía en la época a que nos vamos refiriendo, asiento del atezado moro, Andalucía tierra del caballo orgulloso y del corpulento e indomable mulo, tierra de las sierras salvajes y de las fértiles y bien cultivadas llanuras.
A esa Andalucía pues se dirigieron con ansia los gitanos en caravana de a treinta y de a sesenta, haciendo resonar en las piedras de sus colinas los cascos de las bestias de carga, bailando con voluptuosos ademanes las vivarachas doncellas y haciendo extender los más viejos la mano de la crédula zagala para decirle la buena ventura, mientras que los más jóvenes de entre ellos dijeran dos o tres palabras en caló para llamar la atención en su calidad de chalanes, colocados en posturas particulares sobre el suelo, ni más ni menos que como vemos en un barracón de negros bozales a todos o la mayor parte de estos.
En efecto, de todas las provincias de España, Andalucía era la más frecuentada por estas tribus de raza gitana y allí es, por consiguiente, donde abundan hoy en mayor número, no obstante que una no pequeña parte corre independiente y vagabunda por montes y collados, residiendo el resto en pueblos, en aldeas y aún en ciudades, con particularidad en Sevilla.
¿Acaso nos hayamos apartado algo del objeto que nos propusimos al comenzar este artículo? Pero nos parece conveniente, antes de seguir tratando de los primeros pasos de los gitanos en España, dar una idea aunque sucinta de los diferentes puntos en que se  hallan hoy diseminados, lo que será la materia de este artículo, para seguir en el  próximo tratando de las pequeñas colonias que formaron desde el tiempo de los moros.
Los gitanos en Madrid son ya muy contados y han perdido mucho de su tipo primitivo, residen regularmente en las cercanías de la calle de la Comadre, en el barrio del Avapiés; llegan generalmente de los muy contados que quedan en Valencia y hablan por consiguiente el dialecto de esa provincia. Su vida no difiere en lo material de la de sus hermanos de otros pueblos, se les ve algunos días en las plazas de los mercados de los barrios bajos, con un mulo o mula de mala muerte, o con un burro flaco y viejo, aunque muy adornado de cintas, y van a esos parajes dispuestos a hacer cualesquiera diligencia que se les encomiende, en particular en compra y venta de caballos, en lo que son muy inteligentes y avisados, a cuya ocupación se le da el nombre de chalán.
El que no haya visto en la feria de un pueblo de Andalucía arreglar un trato de caballos a un chalán gitano, puede decirse que no ha gozado de una de las más significantes expresiones de esta clase de hombres. Las mujeres no se entretienen en Madrid en otra cosa que en estafas y en vagabundear de calle en plaza y de casa en posada.
En Granada, que es el punto de Andalucía en que se encuentran acaso más gitanos, llaman a su jerga meligrana, la condición de éstos es miserable. Hacen continuadas excursiones a los alrededores para proteger a los contrabandistas y a los ladrones, sin embargo hay algunos que se ocupan en trabajos ordinarios de cobre o de hierro: tienen sus herrerías en unas cuevas y como regularmente trabajan de noche, al asomarse el pasajero a la entrada, parecen sus semblantes demonios enrojecidos por la claridad de la fragua.
Hay unas canciones gitanas que refieren la vida y muerte de un célebre gitano de Granada llamado Pintamonas, cuya historia referiremos en otra ocasión.
El barrio de Triana en Sevilla y el del Perchel en Málaga, han sido señalados desde tiempo inmemorial como de residencia exclusiva de los gitanos. En la primera ciudad particularmente hay un número prodigioso de ellos, tal vez más que en todos los demás puntos de España, a cuya raza se agrega la no menos pequeña de rateros y holgazanes. No en balde el inmortal Cervantes delineó tan gráficamente en su Rinconete y Cortadillo esos caracteres criminales y semibárbaros.
En otros pueblos como Córdoba y Cádiz, en que también existen una o dos docenas de familias gitanas, han modificado y corregido ya algunas de sus casi selváticas  inclinaciones, pero los del barrio de Triana, en Sevilla, son los que conservan no sólo un lenguaje casi primitivo, sino que son indomables en sus costumbres exageradas y ridículas. La mayor parte de ellos se dedican a la cría o cuidados de caballos cordobeses, o son domadores o esquiladores, o nuevamente cruzadores o apuntadores.
Debemos empero hacer justicia a algunos de esta raza, pues los ha habido y aún hay que se dedican a artes y oficios más elevados como librero, albañil y carpintero, aunque a decir verdad no hemos conocido a ninguno en España, pues en Cádiz únicamente hemos visto a uno de vendedor ambulante de efectos de escritorio. Creemos que aquellos que se dedican a esos oficios indicados antes, sería en épocas algo remotas y tal vez no de pura sangre gitana.

(Continuará)

sábado, 31 de marzo de 2012

Sobre la jerga, la poesía y la historia de los gitanos (3)

Tercera entrega, correspondiente a la edición del 31 de agosto de 1850 de El Faro Industrial de La Habana, recogido en Tremendo asombro al peso, Vol.2 de José Luis Ortiz Nuevo.

III

No hay nación en el mundo, por degradada que haya sido, que no tenga su poesía peculiar para expresar sus ideas religiosas o morales, para retratar sus costumbres y personificar sus tradiciones. Si los chinos, los persas y los griegos tienen sus leyes morales, su mitología épica, sus tragedias y sus sueños de amor inmortal, también tienen las tribus bárbaras sus haberes, que aunque insignificantes en parangón de las composiciones de aquellos pueblos, se les pueden titular poesía, si por ella entendemos aquellas creaciones del alma que sirven de solaz y de recreo a cuidados más afanosos y a las ansiedades a que está sujeta la especie humana.
Los gitanos tienen pues su poesía, cuyos temas son los accidentes de la vida. Los robos, el contrabando, sus pasiones, asesinatos y venganzas, son regularmente el motivo de sus cantos con alusiones a las costumbres peculiares de la raza gitana. Entre estas efusiones profundas e impresionables se encuentran a veces pensamientos tiernos y bellísimos. La poesía gitana consiste en cuartetos o coplas concertando al oído tan sólo dos renglones y dejando los otros dos imperfectos y desagradables en consonancia. En muy raras ocasiones componen estrofas de seis renglones, en cuyo caso explican el pensamiento en los primeros seis, dejando al auditorio en suspenso hasta los otros seis siguientes. Generalmente las recitan cantando al son particular de una guitarrilla, con voz triste y entonación plañidera, que produce mucho efecto, especialmente los cantos de un célebre Corunco López, que tan populares se han hecho en España, que aún los cantan aquellos que afectan imitar el estilo, maneras y fraseologías gitanas; en particular en Castilla, Valencia y Andalucía, que son las tres provincias en que abundan más las razas gitanas.
No podemos menos de confesar la semejanza que encontramos en esas coplas, por su estructura y hasta entonación, con los boleros que tan en boga estuvieron en toda España, en época que la música italiana no había invadido los salones de sociedad, y que aún en Francia y en Inglaterra llegaron a ser celebrados, por haberlos introducido algunos célebres profesores españoles de guitarra. Así es que a la manera que entonces solían arreglarse en bolero ciertas composiciones que en su origen eran de distinto medio, los gitanos hacen lo mismo en su idioma, improvisando a veces algunos de los que son más avisados y de más ingenio. Por ejemplo la tan conocida y casi vulgar décima de Calderón, en su comedia La vida es sueño que dice:
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se alimentaba
de las hierbas que cogía...
Fue puesta en metro de bolero para cantar a la guitarra del modo siguiente:
Se lamentaba un sabio
De su miseria
Y un día que en el campo
Cogía hierbas
Volvió la cara
Y vio que otro sabio
Cogía las que él dejaba.
Original y gracioso es, a no quedar duda, el modo de haber encerrado el concepto de Calderón en tan cortos renglones. Pues bien, del mismo modo y propia gracia arreglan los gitanos cantadores ciertas coplas tomando el concepto de otras andaluzas que tanto abundan en aquella jovial población.
Hemos tenido ocasión en un pueblo de Andalucía de haber oído a una graciosa gitanilla cantar en su guitarra canciones que en Burdeos habrían hecho furor por las calles y ganado un regular pasar para vivir en Écija, en cuyo pueblo tuvimos el gusto de oírla. Entre las efusiones de su canto encontramos algunos bellos y tiernos pensamientos, aunque a decir verdad eran muy pocos.
Para presentar una muestra de las composiciones gitanas, copiaremos algunos trozos  para concluir este artículo de los versos sobre el antes referido Corunco López:
Me ligueron al veró
Por medio de un estirapel
Le penelo a mi romé
Que la miguelo con mi chaboré
Nueve brejis hace hoy
Que chalastes mi quer
Abiya a Santo Cristo
Abiyar a un debel.
Cuya traducción con vistas al diccionario gitano es la siguiente:
Me llevan al Eterno
Por medio de la cárcel
Y le digo a mi mujer
Que cuide de mi hijo
Nueve años hace hoy
Que andabas con mi amor
Y ahora tengo al Santo Cristo
Para darle cuentas a Dios.
También poseen los gitanos una porción de refranes excepcionales suyos que indican más que nada sus cualidades y principios morales, y, sobre todo, su extraordinaria exageración para lo bueno tanto como para lo malo; cuyo número de refranes es prodigioso. He aquí algunos que nos han parecido más originales:
*Sacais sos ne discobelan calachin ne bridaquelan
Ojos que no ven corazón no quiebran.
*Bus mola que sar jero de gabuño sos mampori de bombardo
Más vale ser cabeza de ratón que cola de león.
*Chuquel sus perila cocal terela
Perro que ladra no muerde.
En los artículos siguientes nos ocuparemos con más detención y gusto, en tratar de las costumbres de esta raza, no tanto por las curiosidades que ellas presentan para el estudio de los pueblos y de los hombres, como porque creemos que es el medio más garantizado y justo de contribuir, con nuestros escasos conocimientos, a destruir las inverosimilitudes que todos los días vemos en la escena, en apoyo de cuya idea escriben también hoy en la metrópoli, algunos más entendidos y dignos literatos que lo que  podamos hacerlo nosotros.

(Continuará)