Cuando nos dirigíamos a la Sala Garufa nos temíamos que el
recital de Álvaro Ortiz El Sarabia tuviese que suspenderse por falta de
público. Ya se sabe que es difícil competir con la pelota. Y, para colmo, era
el debut de la roja en los mundiales de Brasil. Pero no fue así. El Sarabia le
ganó a la roja por goleada. La misma que le endosó Holanda. Desde luego, para
el dinero que ganan los peloteros no se puede hacer un ridículo mayor.
Y volviendo a lo nuestro, El Sarabia bailó muy requetebién. Con
soltura, dominando las suertes. Luciendo compostura varonil y, por supuesto,
como debe ser en el baile masculino, haciendo gala de buenos pies, limpios y
precisos. Además, estamos seguros de que Vicente Escudero, que era muy
particular para estas cosas, sin duda le habría felicitado por cómo toca los
pitos y mueve las manos a lo hombre. Y todo eso con solo 22 años. Tiene un
espléndido futuro por delante.
Completó el recital otra chica que promete: Marina Page. Tiene
buenas maneras y mejor estampa. Bailó por alegrías y derrochó gracia.
Y de la Sala Garufa a la Sala Amador. Allí le reconocían
todo lo que ha hecho y sigue haciendo por el flamenco José Luis Ortiz Nuevo.
Algo que cualquiera que conozca algo los entresijos de este arte hace mucho
tiempo que sabe. Fue un reconocimiento que tuvo además el acierto de acordarse
de Emilia de Jesús, una mujer que desde la sombra ha sabido hacer siempre lo
necesario para que todo funcionase como debía. Recuerdo los tiempos en los que
ella y José Luis, los dos solitos, en la Sala San Hermenegildo, era capaces de
enhebrar magníficas bienales. ¡Enhorabuena a los dos!
José Luis Navarro