Rocío Molina volvió a poner el "No hay billetes" en
el Teatro Central de Sevilla con la reposición de Vinática, su último montaje, dentro del Ciclo "Flamenco viene
del sur". Exactamente igual que ocurriese el día de su estreno en el Lope
de Vega, un 17 de mayo de 2011.
La obra ha madurado algo desde entonces. Han desaparecido
detalles más o menos irrelevantes —ese precioso perro que sacaba Rocío—,
aunque persisten otros que poco dicen al espectador —monigotes y más monigotes—. Tampoco
nos quedó claro el papel del vino en todos estos recuerdos de adolescencia. Y
es que, como solía decir Pilar López, si una obra no se entiende es que está
mal contada. A Vinática le ocurre
algo así, pero empeorado con una puesta en escena carente de sentido común.
¿Cuándo se enterarán esos "asesores dramatúrgicos" que lo primero es
que una obra se pueda "ver"? Porque la mayor parte de este montaje se
desarrolla en penumbra. La verdad es que no vimos bien qué pasaba en esa puerta
a la que parece que llama Rocío. Tampoco es que se oyese mucho mejor. Nos
pareció oír "niñata de mierda", pero no estamos del todo seguros.
Desde luego, si no fuese porque Rocío es un "bicho" bailando, como
decía mi compañero de localidad, la obra sería un bodrio inaguantable.
Y vayamos al baile, que es en realidad lo que justifica el
espectáculo. Rocío investiga su técnica, su cuerpo. En palabras suyas, intenta
"deformar la técnica adquirida". Lo hace básicamente por alegrías y por
seguiriya. Dos bailes que "destroza" a conciencia, aunque en ese
proceso aniquilador sea capaz de crear momentos de insólita belleza. Es, pues,
experimentación por experimentación, es decir, la experimentación como un fin
en sí mismo. Normalmente la experimentación se hace en los ensayos. En esta
obra, Rocío invita al espectador a que la presencie. Pues bien, de toda esta
experimentación lo que realmente nos llegó fue ese portentoso diálogo rítmico
que mantuvo con El Oruco. Puños, dedos y pies contrapunteando a velocidad de
vértigo. Imaginación y técnica —afortunadamente sin
"deformar"—.
Rocío estuvo muy bien acompañada. Eduardo Trassierra nos regaló
deliciosas melodías. José Ángel Carmona lució una voz limpia y bien matizada.
José Manuel Ramos el Oruco fue el contrapunto perfecto para las diabluras
rítmicas de Rocío.
José Luis Navarro
Fecha: 8 de mayo de 2012.
Lugar: Teatro Central de Sevilla.