Ana Morales se transfiguró en imagen de la danza y bailó y
bailó. Y bailó. Principió dibujando sombras chinescas de cuerpos danzantes sobre
las piedras de la torre de Don Fadrique, mientras la percusión de Daniel Suárez
hacía tang… tangggg …ting..., poniendo notas orientales en el aire.
A. Acedo. Bienal de Flamenco |
Luego sonó el piano de Pablo Suárez y Ana matrimonió
imposibles por malagueñas: Lecuona y movimientos de
contemporáneo. Menos mal que añadió taconeos flamencos a la ceremonia. Siguió creando imágenes inéditas con las voces inocentes de la Escolanía de Los Palacios, los ecos de Miguel Ortega y
la guitarra de Salvador Gutiérrez y remató el paso por serranas.
A. Acedo. Bienal de Flamenco |
Miguel Ángel Cortés tocó unas jácaras y ella se vistió de bata
de cola, se puso de lo más flamenca y con la voz de Juan José Amador encontró
su centro en la soleá. Una soleá de las que se ven muy pocas.
A. Acedo. Bienal de Flamenco |
Y para terminar Juan José hizo una vidalita y Ana se inventó
una farruca de mujer y revolucionó la noche por tangos. Otra delicatessen. Y sonó
de nuevo la Escolanía de Los Palacios dirigida por Juan Manuel Busto, porque Ana y David Coria, codirector artístico del espectáculo, habían encendido
otro cirio en el altar de la creación.
¡¡¡Ole, Ana!!!
José Luis Navarro
Fotos