Para empezar diré
que anoche Rafael Riqueni me emocionó, me impresionó y en muchos
momentos me puso los vellos de punta. El concierto que dio en la Sala
Chicarreros puede con todo rigor calificarse de acontecimiento
cultural en la vida de Sevilla. Fue demostración palpable del
significado del término “memorable”: algo que no se olvida
fácilmente.
Hoy por hoy Riqueni
no solo es uno de los grandes nombres de la historia de la guitarra
flamenca, es el músico de Sevilla. Se lo ha ganado a pulso. Sevilla,
como cualquier otra ciudad, suele ser injusta y mezquina con quienes
han nacido en ella. Ya se sabe que “nadie es profeta en su tierra”.
Pero, al final, ha sabido reconocer y valorar los méritos de este
trianero y le ha hecho suyo. Razones para ello se las ha dado y se
las está dando Riqueni cada día. Porque, ¿quién si no un
sevillano podía recomponer “Amarguras” como él lo ha hecho?
Porque su soleá tiene todo el aroma de Triana. Porque cuando pone
música a los trinos de los pájaros, estos seguro que revolotean por
Sevilla. Es más, seguro que los ha oído en el Parque de María
Luisa.
Foto: Remedios Malvárez. Cortesía de Cajasol. |
El toque de Riqueni
es además diferente a todos. Ha bebido, como es natural, en muchas
fuentes (Niño Miguel, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía...), pero no
se parece a nadie. Esa es, creo, una de las claves del valor de su
música. Claro que el ser distinta no es en sí su mayor mérito. Lo
que impresiona es la sensibilidad que rezuman sus hallazgos
musicales. Con una cosa, sin embargo, no estoy de acuerdo con él.
Después de hacer una taranta, una soleá, unas alegrías y una
rondeña, dijo que ya había hecho la parte “flamenca” de su
concierto. No. Esos toques, por supuesto eran flamencos, pero todo lo
que tocó después también rebosaba flamencura.
Riqueni completó el
concierto trayendo a su lado una guitarra joven, la que “más le
gusta” de la última generación, la de José Acedo. Lo presentó y
supo darle su sitio e incluso pararse a escucharlo. No todos suelen
tratar así a las segundas guitarras. Una muestra de su generosidad y
hombría de bien. Lo hizo porque le apetecía, porque, como demostró
a lo largo de todo el concierto, su música no necesita de ningún
tipo de acompañamientos.
Foto: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
Sé muy bien que la
reseña de un concierto no es el lugar apropiado para hablar del
carácter de las personas, pero no me resisto a decir que Rafael
Riqueni tiene la humildad de los verdaderos maestros y la sencillez
de los auténticos genios.
Finalmente creo que
es de justicia agradecer a Cajasol la oportunidad que nos ha brindado
de disfrutar de un concierto de esta categoría.
José Luis Navarro