Ya dimos la noticia de la incorporación de Ana Moya al
elenco de ¡Viva el Café Cantante! Hoy, en una especie de "Quién es quién" de ese elenco queremos
hablaros de ella
Ana Moya aprendió a bailar como cientos y cientos de
niñas andaluzas. Su madre la apuntó en una academia de sevillanas. Pero ella
quería aprender más y entonces la llevó a la de Matilde Coral. Ana tenía
entonces 7 años. En 1988 se diploma en la Escuela de Arte Dramático y Danza de
Sevilla y vuelve como repetidora con Matilde Coral, pero no deja de formarse en
todas las ramas de la danza: baile flamenco, español, clásico, regional y
bolero. La simple relación de sus maestros es bien significativa de lo
concienzudo de su aprendizaje: Pedro Azorín, Eloy Pericet, Elena Bachera
Nikolerna, Victoria Eugenia, José Palacios, Ana María Bueno, Merche Esmeralda,
Gregorio Montero, Anunciación la Toná, Manolete, Milagros Mengíbar y Manolo
Marín. Con 12 años baila en peñas e incluso participa como solista en un
Festival Internacional de Danza que organiza la RAI. Interviene en la película Sevillanas (1992) de Carlos Saura, así
como en Tierra (1992) de El Lebrijano
y en la serie de Canal Sur Cavilaciones
(1995), dirigida por Pilar Távora.
En 1994, tras las preceptivas audiciones, ingresa en
la recién creada Compañía Andaluza de Danza que dirige Mario Maya y pone su
granito de arena para aquel asombroso cuerpo de baile que se formó en un tiempo
record. En ella permanece hasta 1995 en que pasa a formar parte de la de
Antonio Márquez, que en ese momento cuenta con la dirección artística de José
Granero. Con Antonio Márquez participa, en calidad de solista, entre otros
espectáculos, en El sombrero de tres
picos, la obra que se estrenó en 1997 en el Teatro Real, con motivo de su
inauguración. Durante estos años, colabora con la compañía de Mario Maya en el
espectáculo que abría el Campeonato Mundial de Esquí de Granada (1996), en Lances del Arenal (1996) de Cristina
Heeren, con coreografía de Javier Latorre, y, junto a El Mimbre en el programa Noches flamencas (1996), que Canal Sur
le dedica al bailaor sevillano.
En 1999, se reincorpora a la Compañía Andaluza de
Danza, que dirige José Antonio, participando en los siguientes espectáculos: El perro Andaluz de María Pagés, Latido Flamenco de Manolo Marín,
Manolete y José Antonio Ruiz, Cosas de
Payos de Javier Latorre, Un ramito de
Locura de Javier Barón, Elegía de
José Antonio, Encuentros de Alejandro
Granados, Isabel Bayón y Eva la Hierbabuena, Picasso y La leyenda de José Antonio. Fue, precisamente en este
segundo período en la Compañía Andaluza de Danza cuando Ana vivió uno de los
momentos más felices e importantes de su carrera artística. Ocurrió en 2002,
con motivo de la reposición de Bodas de
sangre. Y no solo tuvo el honor de que la dirigiese Antonio Gades —ese fue
además el último trabajo del maestro alicantino—, sino que fue el mismo Gades
quien la seleccionó para interpretar el papel principal de esa obra, el de la
novia. Un papel que ella supo bordar a entera satisfacción tanto de Gades, como
de cuantos hemos podido volver a emocionarnos con esa obra maestra de nuestro
baile.
Antonio Gades le da
los últimos toques para el estreno de Bodas de
sangre con la Compañía Andaluza de Danza
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En 2004 volvió a tener un papel destacado en el CAD,
en el espectáculo Los caminos de Lorca,
la obra elegida ese año para recordar al poeta granadino. Una obra que se
representó durante más de un mes en el Palacio Carlos V de Granada y después se
presentó en la Bienal de Sevilla. Pero esa fue su despedida de la compañía
andaluza. Poco después la abandonaba voluntariamente.
Durante este período, Ana hace sus pinitos como
coreógrafa, montando unas alegrías con bata de cola para el espectáculo Al son será de Óscar Quero, estrenado en
Almería en 2006. Sin embargo, la suerte le volvió a sonreír, y en 2006 José
Antonio la llamó para que se incorporara, como bailarina invitada, en el Ballet
Nacional de España. Allí vivió su momento más dulce desde que su madre la
apuntase a una academia de sevillanas. En el Ballet Nacional ha interpretado La Leyenda de José Antonio, el Bolero de Ravel de José Granero, una de
las coreografías emblemáticas del Ballet Nacional, que llevaba más de 20 años
sin reponerse, Cambalache de Antonio
Canales, Dualia de Ángel Rojas y
Carlos Rodríguez y Capricho de
Fernando Romero.
Ana Moya (de blanco)
con Elena Algado en La Leyenda de
José Antonio
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Ana Moya es una bailaora completa, con una técnica
depurada y, sobre todo, con una capacidad admirable para conectar con el
público y transmitirle todo tipo de sentimientos y sensaciones. Como buena
sevillana, domina la bata de cola y juega con brazos y manos con la elegancia y
femineidad que caracteriza a las que han aprendido a bailar en las orillas del
Guadalquivir hispalense.
Actualmente enseña en el
Conservatorio de Danza de Sevilla todo cuanto ha aprendido en su vida artística.
José Luis Navarro