Siempre se ha dicho que para cantar bien, para bailar bien,
para tocar bien, hay que gustarse. Parece claro que si a uno no le gusta lo que
está haciendo, ¿a quién le va a gustar? Desde luego, anoche pudimos comprobar que
el dicho es una verdad como un templo. Lo demostró con creces Blanca Perdiguer
en toda su actuación. ¡Cómo se la veía disfrutar! y ¡cómo nos hizo disfrutar a
todos!
Para abrir boca, Marta Balparda y ella nos regalaron unos
tangos de lo más canastero, hechos con toda la gracia y el garbo que exigen los
cánones. Mírenlas:
Luego, David Hornillo con la bajañí de Guillermo Guillem
hizo un estupendo recorrido por los territorios de la bulería.
Marta paseó la bata de cola y lució el mantón por alegrías.
Bailó como ella acostumbra: poniéndoles la sal sevillana a los cantes de la
bahía y dominando todas las suertes. Véanla con la bata enrollada a los pies como dicen que hacía La Macarrona:
Abrió la segunda parte Guillermo Guillem con un toque por
granaínas. Demostró lo que ya hemos dicho más de una vez, que toca la sonanta
con toda la delicadeza de un artista de corazón y de un flamenco de la baja
Andalucía.
Después Blanca se entregó al rito de la soleá y volvió a
cautivarnos con el goce que ponía en cada mudanza.
Para rematar la faena dos invitadas de lujo para adornar el
fin de fiesta: Yinka y Aína Núñez. Lo dicho, un concierto redondo en Garufa.
José Luis Navarro