“Leco de los tres metales” es una nueva apuesta de José Luis Ortiz Nuevo.
La fórmula es bien antigua y bien sencilla. Se reúnen tres cantaores con personalidades
artísticas diferentes, se les pone una buena guitarra, y el espectáculo
comienza a rodar. Un paseo por los palos más habituales del flamenco —desde
luego, echamos de menos a alguien que se lanzase por cantiñas—. Los artistas fueron
Jesús Méndez, jerezano de la estirpe de La Paquera, Antonio Reyes, chiclanero
emparentado con Pansequito, y Duquende, un flamenco del noreste de la
península. Tres voces, tres ecos distintos y personales. La guitarra fue la de
Dani de Morón, un joven con un espléndido futuro por delante. Los Melli pusieron las palmas. Y para que no faltase
de na, un poquito de baile a cargo de otra joven y firme figura de hoy y de
mañana, la granadina Patricia Guerrero.
Lo malo es
que anoche la fórmula no terminó de funcionar. Salvo algunos momentos
brillantes de Dani, Reyes y Patricia, el concierto resultó algo frío. Y no
sería por el público, generoso como el que más con sus aplausos. Es que eso de
que sale un cantaor, hace sus dos cantes y se marcha; sale otro y repite la
misma ceremonia, no terminó de cuajar. Hubo más monotonía que arte. A Jesús Méndez
(bulería por soleá y seguiriyas) le sobró voz y le faltó sentimiento —la
seguiriya es un peligroso mihura difícil de ahormar—. Antonio Reyes (soleá y
fandangos) puso la nota más flamenca, llegó al público y resultó convincente.
Duquende (cantes de levante y tangos) con sus característicos gritos
camaroneros destrozó la cartagenera y entristeció los tangos.
Lo de Dani de
Morón creo que fue abusivo. Entre unos y otros lo tuvieron casi dos horas tocando
sin parar. Hizo además una granaína que nos despertó las ganas de comprar su
próximo disco.
Patricia
Guerrero estrenó farruca. La llenó de estampas para el recuerdo y se inventó insólitas
mudanzas. Fue todo un reto. Primero sin más sonido que sus pies —“ad pedem”
que diría un académico trasnochado— y después con la guitarra de Dani. 15 minutos exactos derrochando
imaginación y elegancia.
Esto es lo
que dio de sí el Leco de los metales
y el eco de las voces, las cuerdas y los pies.
José Luis Navarro