“Curiosos
impertinentes”, el concierto que dio anoche en Cajasol Tino van der Sman está
basado en su tercer trabajo discográfico, publicado en 2016. Tino lo recrea con libertad sobre las tablas de
la Sala Chicarreros.
El
concierto, como el disco, es una muestra cabal de la amplitud de intereses de
este holandés enamorado de Andalucía y de su música. Un interés, una curiosidad
—por emplear parte de su título— que va desde Albéniz a Valverde,
León y Quiroga y desde Miguel de Cervantes, de quien se acuerda para bautizar
este disco, hasta la poesía de Luis Cernuda. Y todo pasado por el tamiz del
flamenco.
Tino
ha querido plasmar en esta obra, en palabras suyas, “la visión de un viajero
romántico sobre Sevilla y su flamenco”, porque, como aquellos viajeros
franceses, ingleses, rusos o polacos del XIX que tantas noticias nos han dejado
de los primeros pasos del arte flamenco, él también quiere poner su grano de arena
en esta historia compartida.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
En “Curioso impertinente” predomina el
toque íntimo, sutil, versátil. Tino se sumerge una y otra vez en una ensoñación
lírica e intimista hasta que aparece el sonido acompasado de las palmas y le
devuelven a los territorios del flamenco. Es un toque en el que, por supuesto,
está el compás flamenco, pero en el que sobre todo reina la armonía clásica.
Empezó con “Donde candelilla hubo”, una minera
con el encanto y la delicadeza de la granaína que remató con Cepillo por
alegrías (“La alegría del Valle”),
un tema descaradamente flamenco sin perder el aroma y la exquisitez del toque
clásico.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
Con el cante de
Jeromo Segura y los pies de “El Choro” Tino se mete en una seguiriya que titula
“Rubato”. Sigue, con la presencia de Diego Villegas y una etérea Tamara López, “Que
por mí…”, inspirada en la malagueña de Isaac Albéniz y rematada con un
fandanguillo, una auténtica filigrana con incursiones a su propio pensamiento
musical, para mí el momento cumbre del concierto.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
Después, dos novedades con
respecto al disco, un viaje a la canción, el bolero “Amor sin tregua”, y la espléndida voz de Babel Ruiz.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
Tino, Babel, Villegas y Tamara con
tacones y abanico dan vida a los versos de Cernuda en “Jardín antiguo”.
Fotografías: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
Una fascinante exhibición de trémolo en “Anicha”
y flamenco y jazz por rumbas (“Curioso impertinente” suyo y de Juan Antonio
Suárez “Cano”) más unas bulerías (“La mano del labriego”) al más puro
estilo jerezano para acercarse al cierre.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
Al final, un nuevo hachazo a Valverde, León y Quiroga y a
su “Ojos verdes” —Tino contó que cuando lo estrenó un señor mayor dijo que los
acababa de “asesinar”—, que pierde la preciosa pincelada de voz que Marta
Santamaría dio en el disco y gana toda una orquesta flamenca con los pies de El Choro y el contrabajo de Juanmi Guzmán incluido.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol. |
El público aplaudió puesto en pie y Tino, para
agradecer esos aplausos, tras anunciar su inminente paternidad, estrenó una
nana que suponemos compuesta para su futur@ primogénit@.
Fotografía: Remedios Malvárez. Cortesía de Cajasol. |
Una apuesta de Cajasol por lo inusual y un magnífico
concierto.
José Luis Navarro