sábado, 27 de agosto de 2016

Estreno no anunciado en Orillas de Triana



Me lo pensé dos veces antes de salir de casa. 40 grados son muchos grados. Menos mal que me armé de valor y llegué a Triana. Me habría dado mucho coraje que después me lo contaran. Fue un estreno no anunciado. Algo inesperado y fascinante. 



Sonó la guitarra por alegrías y apareció Ángel Fariña envuelto en un mantón de Manila. Desde luego, un mantón pesa bastante menos y resulta más airoso que una capa. Y ¿quién ha dicho que un bailaor no pueda adornarse con un mantón? La condición es que sepa manejarlo debidamente y Fariña dio toda una lección. Fueron unas alegrías deslumbrantes en su audacia. Unas alegrías que rezumaban todo el desparpajo y la gracia de un baile de fiesta. Una gozada verlas.


Antes, Maise Márquez había fundido la belleza plástica de la escultura flamenca con la jondura del mundo de la mina por tarantos.


 Y Rocío La Boterita se había acordado de su tierra con unas sentidas malagueñas. ¡Que voz más bonita tiene! Y para principiar Javi Gómez había llamado a los duendes por bulerías. Y, por supuesto que los duendes se asomaron a las cristaleras del tablao para ver también cómo Ángel Fariña jugaba con el mantón.

                                                                                                         José Luis Navarro