Cualquiera diría que la mujer que vemos en este capitel está
ejecutando un cambré, esa inclinación del cuerpo hacia atrás que se realiza en
el ballet y en el baile flamenco.
No es
muy probable que sea así, entre otras razones, porque cuando se talló este
capitel, allá por 1117, no existía el ballet.
Pero de lo que no hay ninguna
duda es de que esta mujer con los cabellos al aire está bailando al son del
arpa que le toca detrás. Lo más probable, además, es que el artesano que lo talló
pensase que si la mujer se ponía derecha se daría un desagradable coscorrón con
el ábaco, así que se inventó la postura que siglos después se llamó “cambré”.
Así de ocurrentes y cachondos eran aquellos artesanos de la piedra que
disfrutaban metiendo las más insospechadas imágenes entre los pasajes que
solían representar, como en este caso, la vida de Jesús.
Dos detalles más. Este capitel pertenece al claustro del
Monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca. Y la fotografía la tomó y me la
mandó mi amigo Jaime Gutiérrez Benítez.
José Luis Navarro