jueves, 19 de mayo de 2016

De fiesta en Cajasol



Anoche asistimos a la presentación oficial de Bellavista, la ópera prima de Juan Murube. Una obra tan personal como personal es el cante de Juan. Y es que Juan Murube es un artista que canta como siente. Por eso, cada actuación suya es única. Hay en su cante una divina anarquía que lo convierte en un cantaor irrepetible. Muy recientemente le hemos escuchado la guajira “En la feria del cariño” en tres ocasiones: en la presentación del disco en el Instituto Andaluz de Flamenco, en el propio disco y anoche en la Sala Chicarreros y han sido tan iguales como distintas. Así es Juan Murube. Lo más alejado de un autómata. Un artista que le gusta lo que hace y que lo disfruta. Un poco más y anoche hay que llamar a la policía para conseguir que se bajase del escenario. Estaba tan contento como un niño chico con un disco nuevo. 



Bellavista —el barrio sevillano donde Juan Murube ha nacido, se ha criado y se ha hecho cantaor— es una obra espléndida que ha nacido poco a poco. El trabajo acabado de un cantaor hecho y derecho, realizada a lo largo de muchos meses de dedicación y de amor al cante. Un trabajo que ve la luz cuando Juan, exigente consigo mismo, siente que ya ha alcanzado la suficiente madurez para que su voz y su música queden registradas.


Por soleá con Rafael Rodríguez

El concierto comenzó, sobre una perfecta y precisa estructura rítmica, con unas bulerías, “Bellavista”, dedicadas a su gente y a su barrio. Luego, Rafael Rodríguez le llevó por soleares trianeras por los caminos de la más avezada tradición con “Triana”. Por guajira, “En la feria del cariño” —uno de los temas más llamativos del disco—, se desmelenó musicalmente, identificándose totalmente con aires y cadencias típicamente caribeñas y lo mismo haría por rumbas con “Los amantes”, derrochando en ambos temas arrobas de fantasía. Siguieron unos tangos, “De mi alma”, con los que Juan Murube fue creando sus propias melodías. Rafael Rodríguez y Chupete nos regalaron una zambra, mientras Patricio Hidalgo dibujaba en directo sobre el telón de fondo del escenario rostros y más rostros que salían unos de otros. Murube se metió en los terrenos de la seguiriya, empezando por la del Marrurro para cerrar con la que ha incluido en su disco, “Consejillo de Sor Juana Inés”, aconsejando cuidados a jóvenes enamoradas. A continuación se sumergió por tientos en una fantasía con ecos norteafricanos e hindúes que José Cenizo ahormó a lo castizo con letras que sonaban a siglos atrás. Después volvió a hacernos otro regalo: unas alegrías con un Rafael Campallo que le tiraba continuos pellizcos al cante gaditano. Le tocó el turno a las rumbas del disco y cerró la presentación con una canción en compás de bulería lenta, “Nuestras vidas”, inspirada en unos versos del poeta mejicano Luis González Urbina.


Por seguiriya con Daniel Casares

Pero como Juan estaba tan a gusto, la fiesta siguió por bulerías y el padre de la criatura discográfica se volvió a desmelenar y cantó y se dio sus pataítas. Y, claro, después de él no era fácil que nadie se librase de pasar por ese trance jubiloso. Por supuesto, Campallo se dio la suya e Inma la Carbonera también y, para mi sorpresa, porque era la primera vez que lo veía, Rafael Rodríguez fue quien puso fin a esta gozosa celebración dándose la suya.

Rafael Campallo por alegrías

Acompañando a Murube estuvieron Rafael Rodríguez, una prestigiosa guitarra que hoy enriquece el cante y el baile de los primeros nombres de la nómina de artistas flamencos, y Daniel Casares, una joven sonanta con mucho que decir en el panorama actual y futuro de lo jondo. Y con ellos un grupo de músicos con los que él se identifica y que le permiten componer su música: las guitarras de Rubén Romero y de Simone Mor, el bajo de Jesús Garrido, el saxo de Miguel Ángel Candela, el teclado de José Antonio Moya, la percusión de David “Chupete”, la voz y palmas de Inma la Carbonera y el baile de Rafael Campallo.


                                                                                                                         José Luis Navarro
                                                                                                               Fotos: Remedios Malvárez