Laura Vital presentó en la Sala Chicarreros Tejiendo lunas, su último trabajo
discográfico. Un tributo de amor a las músicas del Mediterráneo: el flamenco, la
música griega y las melodías del Magreb. La obra de una gran cantaora, una auténtica
maestra y una apasionada estudiosa. Un
disco hecho a conciencia, meticulosamente, tras años de investigar en la música
popular de los países que, como ella, sanluqueña de nacencia y corazón, se
asoman al mar. Una forma nueva de acercarse a ese mundo musical: “hermanando”
los cantes —así lo llama ella— sin fusiones ni mixturas. Yendo de una música a
otra, pero interpretando cada cante y cada canto siempre por derecho. Poniendo
en ello todo su empeño y todo lo que ha ido aprendiendo durante años de
estudio. Vocalizando lo mismo en griego, que en árabe, en caló o en castellano.
Dando, en fin, en palabras suyas, “un mensaje de hermandad y convivencia entre culturas”.
Foto: Remedios Malvárez |
Vino muy bien arropada con algunos de los músicos que han
hecho posible la realización de esta propuesta: las guitarras de Eduardo
Rebollar y de Sócrates Mastrodinos, un griego enamorado del flamenco, el violín
del marroquí Jamal Ouassini, Director de la Orquesta Sinfónica de Tánger, la
batería de David “Chupete”, el piano de Jorge López Lechado, las voces de Inma
del Río y Raquel Cabello y las palmas de Perico de la Chana y Diego Montoya, “el
compás y el arte de Cai”, en palabras de Laura.
Foto: Remedios Malvárez |
Empezó por toná, debla y la seguiriya del Ciego de la Peña,
siguió con unos tangos de Granada con letra de José María Velázquez-Gaztelu, precedidos
de una canción romaní, recuperó la zarabanda de la Rubia de las Perlas y la
hizo entre una malagueña del Mellizo y un verdial, Mastrodinos tocó una rondeña, Laura hermanó
la moashara y la soleá de Triana, se acordó por rosas y cantiñas de su tierra,
de sus vinos y de su gastronomía, hizo granaínas que remató en árabe —una
novedad con respecto al disco—, cantó en griego una canción de los gitanos
helenos, se fue a Huelva por fandangos, Jorge López Lechado tocó la "Danza
ritual del fuego" de El amor brujo del maestro Falla y Laura elevó la
temperatura emotiva de la sala con unas nanas acompañada de su padre, El Caramelo,
que primero mecía imaginariamente a un bebé en sus brazos y luego se arrancaba
el mismo a cantar, demostrando por qué su hija lleva el flamenco en la sangre.
Foto: Remedios Malvárez |
Terminó el recital Laura, sobrada de facultades y con esa
dulzura que ella le pone a su voz, con unas bulerías que ilustró con unas
pataítas.
Foto: Remedios Malvárez |
Fue una noche mágica para ella y toda una gozada para los que tuvimos
la suerte de estar allí.
José Luis Navarro