Lo esencial en el flamenco es el cante, el baile y la música
y eso es lo que ofrecía el Triángulo de
oro que José Luis Ortiz Nuevo nos propuso en el Maestranza. Había
configurado un triángulo con cada una de esas tres manifestaciones en sus
vértices: el cante de José Valencia, el baile de Isabel Bayón y la guitarra de
Pepe Habichuela. Una fórmula especialmente válida para dar una visión completa
del hecho flamenco. En realidad, dicho en términos económicos, nos daba además tres
espectáculos por el precio de uno.
José Valencia se plantó solo en el centro del escenario y
abrió la noche con pregones, tonás, fandangos, bulerías y seguiriya. Luego, acompañado
a la guitarra por Juan Requena y con las palmas de Bobote, Manuel Valencia y
Juan Diego Valencia, hizo livianas y más bulerías. Dio un paso más hacia la
meta de todo cantaor: la maestría absoluta. Puso corazón y derrochó facultades —la
megafonía le jugó una mala pasada que hizo que entre el público se oyesen voces
de “bajad el volumen”—. Una maestría que José alcanzará cuando consiga dominar
esos excesos y le dé al cante más intimidad y sentimiento, es decir, esos bajos
que todo aficionado saborea y regusta.
Isabel Bayón, con el acompañamiento de la guitarra de José
Torres, el cante de Miguel Ortega y Antonio Campos y la percusión de José
Carrasco, trajo un recital muy cuidado. La vimos algo desdibujada por cantiñas,
falta de la alegría, chispa y vitalidad propios de ese estilo, pero después, con un
curioso vestuario a base de pantalones y falda por encima, subió con el
martinete el tono de su actuación y ya se encontró en los abandolaos.
Especialmente en estos dos estilos hizo un baile que camina hacia una nueva estética acorde con los nuevos rumbos de la
danza.
Pepe Habichuela, entronizado, presidiendo el escenario, dio
un recital clásico, con toques breves y sobrios, con tarantas que sonaban claramente
a tarantas, soleares a soleares. Lo cerró con la
percusión de Juan Carmona Jr. con bulerías y seguiriyas.
Al final, Habichuela bajó del trono, Valencia y Bayón
salieron por los laterales y los tres dieron una pinceladita por tangos.
José Luis Navarro