Una de las cosas que más me gustan en el flamenco es asistir
a los primeros pasos de las que en un futuro muy cercano van a ser primeras
figuras de este arte. Anoche fue uno de esos días. En Orillas de Triana bailaba
Paula Comitre. No era la primera vez que la veía y volvió a demostrar todo lo
que lleva dentro: elegancia, simpatía, chispa, finura, imaginación. Apostar por
ella es apostar sobre seguro.
Con ella volvimos a ver a David Pérez. Bailó como siempre lo
hace: en maestro. Su baile es puro movimiento continuo acompasado. Es la
riqueza de recursos puestos todos sobre el tablao. Continuamente te sorprende
con algo nuevo e inesperado. Verlo en un tablao es, desde luego, todo un lujo,
pero él pide a gritos un teatro donde desarrollar todo su arte sin limitaciones
espaciales. A ver si los gestores de las grandes citas flamencas le ponen donde
debe estar.
Atrás y adelante estuvieron Rocío la Boterita y Gori Mazo.
Gori abrió la noche con una espléndida granaína. Rocío cantó divinamente por
cantiñas. Su voz nos sonaba a gloria.
Fue otro de esos recitales a que nos tiene acostumbrados el
tablao trianero. Que siga la racha.
José Luis Navarro