martes, 26 de enero de 2016

La muerte, una tragicomedia de la vida



La muerte es como la vida. A veces —casi siempre— trágica. A veces —pocas veces—cómica. Todo depende. Depende de quién y depende de cómo. Evidentemente, no es lo mismo el niño sirio que muere ahogado y cuyo cadáver llega flotando a una playa desierta que la muerte de Manolito cagando a cada instante. No es lo mismo la desesperación que transmite el grito seguiriyero de Silverio que enterarte de que te ha tocado la lotería mientras estás tocando “por música de muerto”. No es lo mismo maldecir al que tortura y asesina que jalear a una viuda enlutá con un “¡Que le den por culo al muerto!”. 

Todo esto lo sabe el flamenco que, llegado el caso, sería capaz de rematar una seguiriya por bulerías. Y de todo esto nos habla José Luis Ortiz Nuevo en “Ábrase la tierra”. 8 historias 8, inspiradas en sucedidos de flamencos. Coplas y relatos que han contado los flamencos en sus momentos de juerga o en sus momentos de sinceridad. Medio verdades y embustes de Pericón y del de la Matrona, de Enrique el Cojo y de Tía Anica la Periñaca. Palabras de Federico, gacetillas de los papeles y relatos del padre Pedro de León.

Un texto que José Luis interpreta ajustándose al relato que cuenta. Habla y habla y gesticula y busca nuevas sonoridades en la voz y grita y susurra y se disfraza y baila. Todo perfectamente a compás, como debe ser en un cómico flamenco.

Con él están Pedro Barragán y Yasaray Rodríguez. Pedro, en una magnífica aportación a las palabras de José Luis, pone el fondo musical apropiado para cada pasaje. Yasaray, en otra espléndida actuación, los ilustra con su baile y pone el acento cubano para denunciar muertes y atrocidades.

Entre los tres te hacen reír y pensar. Y te emocionan.

                                                                                                         José Luis Navarro