La muerte es como la vida. A veces —casi siempre— trágica. A
veces —pocas veces—cómica. Todo depende. Depende de quién y depende de cómo.
Evidentemente, no es lo mismo el niño sirio que muere ahogado y cuyo cadáver
llega flotando a una playa desierta que la muerte de Manolito cagando a cada
instante. No es lo mismo la desesperación que transmite el grito seguiriyero de
Silverio que enterarte de que te ha tocado la lotería mientras estás tocando “por
música de muerto”. No es lo mismo maldecir al que tortura y asesina que jalear
a una viuda enlutá con un “¡Que
le den por culo al muerto!”.
Todo esto lo sabe el flamenco que, llegado el caso, sería capaz
de rematar una seguiriya por bulerías. Y de todo esto nos habla José Luis Ortiz
Nuevo en “Ábrase la tierra”. 8 historias 8, inspiradas en sucedidos de
flamencos. Coplas y relatos que han contado los flamencos en sus momentos de
juerga o en sus momentos de sinceridad. Medio verdades y embustes de Pericón y
del de la Matrona, de Enrique el Cojo y de Tía Anica la Periñaca. Palabras de
Federico, gacetillas de los papeles y relatos del padre Pedro de León.
Un texto que José Luis interpreta ajustándose al relato que
cuenta. Habla y habla y gesticula y busca nuevas sonoridades en la voz y grita
y susurra y se disfraza y baila. Todo perfectamente a compás, como debe ser en
un cómico flamenco.
Con él están Pedro Barragán y Yasaray Rodríguez. Pedro, en
una magnífica aportación a las palabras de José Luis, pone el fondo musical apropiado
para cada pasaje. Yasaray, en otra espléndida actuación, los ilustra con su
baile y pone el acento cubano para denunciar muertes y atrocidades.
Entre los tres te hacen reír y pensar. Y te emocionan.
José Luis Navarro