sábado, 21 de noviembre de 2015

¡Qué alegría más grande, Rafael, que estés aquí!




Lo dijo un espectador en un grito que le salió del alma. Era lo que todos sentíamos, por eso provocó otra ovación. Una más de las que fueron subrayando cada pieza musical que iba sacándole a su guitarra Riqueni. Sevilla volvía a tener a su músico. Un músico nacido en Triana, en la calle Fabié, como Naranjito, otro trianero de corazón. Un músico flamenco. Un músico distinto a todos y una guitarra única, personal, diferente. Una guitarra a veces apasionada y luminosa, otras entrañable e íntima, siempre rebosando sensibilidad y siempre creativa. Y rezumando siempre flamencura.

Monte Gurugú (tangos)
En su regreso a la libertad, Riqueni venía pletórico de forma y ganas y fue más que generoso. Estaba contento, estaba a gusto, estaba entre los suyos. Estrenó completa su última composición, Parque de María Luisa, y nos regaló una segunda parte con 7 vivencias pasadas, con su correspondiente bis. La parte que él se empeña en llamar flamenca, como si todo lo demás que toca no fuese también un espejo de jondura.


Parque de Maria Luisa son 17 exquisiteces. 17 momentos musicales inspirados por el parque de Sevilla. Con las seis cuerdas evoca el eco del viento, el aroma de sus flores, el rumor de las ramas de los árboles, el aleteo y el trino de los pájaros, el rumor del agua. Una obra romántica e impresionista. Una obra llena de recuerdos, sensaciones, sentimientos y hallazgos y genialidades musicales —su interpretación del chotis de Agustín Lara fue una de ellas—.

Riqueni vino muy bien arropado: Gretchen Talbot al violonchelo, Gautama del Campo al saxo, Chiki Cienfuegos al piano, Fity Carrillo a la guitarra, Luis Amador a la percusión, Manuel Calleja al contrabajo, la viola de Gonzalo Castelló y los violines de Bruno Axel y Alan Andrews.

Gracias, Rafael, ¡qué alegría más grande verte y escuchar tu música!

                                                                                                        José Luis Navarro