Lo dijo un espectador en un grito que le salió del alma. Era
lo que todos sentíamos, por eso provocó otra ovación. Una más de las que fueron
subrayando cada pieza musical que iba sacándole a su guitarra Riqueni. Sevilla
volvía a tener a su músico. Un músico nacido en Triana, en la calle Fabié, como
Naranjito, otro trianero de corazón. Un músico flamenco. Un músico distinto a
todos y una guitarra única, personal, diferente. Una guitarra a veces apasionada
y luminosa, otras entrañable e íntima, siempre rebosando sensibilidad y siempre
creativa. Y rezumando siempre flamencura.
Monte Gurugú (tangos) |
En su regreso a la libertad, Riqueni venía pletórico de
forma y ganas y fue más que generoso. Estaba contento, estaba a gusto, estaba
entre los suyos. Estrenó completa su última composición, Parque de María Luisa, y nos regaló una segunda parte con 7
vivencias pasadas, con su correspondiente bis. La parte que él se empeña en
llamar flamenca, como si todo lo demás que toca no fuese también un espejo de
jondura.
Parque de Maria Luisa
son 17 exquisiteces. 17 momentos musicales inspirados por el parque de Sevilla.
Con las seis cuerdas evoca el eco del viento, el aroma de sus flores, el rumor
de las ramas de los árboles, el aleteo y el trino de los pájaros, el rumor del
agua. Una obra romántica e impresionista. Una obra llena de recuerdos, sensaciones,
sentimientos y hallazgos y genialidades musicales —su interpretación del chotis
de Agustín Lara fue una de ellas—.
Riqueni vino muy bien arropado: Gretchen Talbot al
violonchelo, Gautama del Campo al saxo, Chiki Cienfuegos al piano, Fity
Carrillo a la guitarra, Luis Amador a la percusión, Manuel Calleja al
contrabajo, la viola de Gonzalo Castelló y los violines de Bruno Axel y Alan
Andrews.
Gracias, Rafael, ¡qué alegría más grande verte y escuchar tu
música!
José Luis Navarro