Después de su estreno en el Festival de Jerez el pasado
marzo y su paso por el Teatro Echegaray de Málaga en junio, Juan Requena presentó
ayer en Sevilla “Arroyo de la miel”, su primer trabajo discográfico.
Juan Requena, un prestigioso acompañante del cante y del
baile, inicia con esta obra su camino en solitario. Pero ¡qué difícil es
sobresalir hoy con la guitarra! Técnicamente casi todos dominan casi a la
perfección el instrumento. El problema está en ser capaz de dar ese salto
cualitativo para emocionar y atrapar al espectador.
Foto: Remedios Malvárez. Cortesía de Cajasol |
Del recital de Juan Requena a mí me gustaron algunas cosas,
otras me parecieron excesivamente largas. Hubo, desde luego, detalles muy
apreciables y otros no tanto. Requena sabe combinar perfectamente el toque
clásico —la taranta y la soleá iniciales sonaban efectivamente a taranta y
soleá— con notas que tienen el aroma de la modernidad. Tiene además muy buena
pulsación, aunque hubo también momentos en los que el volumen subía más de la
cuenta. Ni en el cante se debe chillar, ni la música se compone para sordos.
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Requena vino a Cajasol muy bien acompañado musicalmente con
Paco Vega a la percusión y el bajo la mar de flamenco de Julián Heredia. Con
ellos tres voces: Los Makarines que destacaron en el dúo perfecto de la “Evocación
a Lorca” y Pedro el Granaíno que se lució por seguiriya, aunque no terminamos
de comprender a qué viene esa forma tan absurda de terminar un cante,
levantándose de un salto y sin rematarlo debidamente. Ellos me perdonarán, pero
a mí eso me parece una espantá. Tampoco entiendo muy bien ese entrar y salir de
la granaína. En fín, son modas que espero que pasen pronto. Yo no me imagino a
Chacón o la Niña haciendo esas cosas.
José Luis Navarro