viernes, 27 de febrero de 2015

Sevilla, capital mundial de la danza

Israel Galván y Akram Khan convierten Sevilla por dos días en la capital mundial de la danza. No hay más que echar una ojeada a los teatros que coproducen Torobaka (Maison de la Culture de Grenoble, Sadler Wells de Londres, el Mercat de les Flors de Barcelona, ​​Théâtre de la Ville de París, Teatros de la Ciudad de Luxemburgo, Festival Montpellier Danse 2015, Centro Cultural Onassis de Atenas, Theatres on the Bay de Singapur , Fundación Prakriti, Bienal de Flamenco de Nederland, Concertgebouw Brugge, Centro Europeo para las Artes de Dresden, Festspielhaus St. Pölten, Festival Romaeuropa) para apreciar la trascendencia de este encuentro de dos primerísimas figuras de la danza. Dos bailarines que aman la danza y que se interesan por todas y cada una de sus manifestaciones.1

Cualquiera diría al ver la foto de Jean Louis Fernandez que anuncia el espectáculo que la obra sería una confrontación furiosa entre dos formas de entender la danza, entre dos animales sagrados representativos de dos universos dancísticos —“un duelo feroz” lo llamaba Judith Mackrell en The Guardian (4.11.2014)—. Nada más lejos de la realidad —Torobaka son solo sonidos sacados de un poema fonético de Tristan Tzara—. La obra es una celebración jubilosa de la amistad.
 

Un intercambio entre dos culturas milenarias con formas propias de danzar, dos estilos de zapatear: el flamenco y el kathak. Un diálogo apasionado y fascinante entre dos cuerpos privilegiados para la danza encerrados en un círculo. Un juego lleno de guiños al humor. Israel zapatea descalzo al estilo bengalí —la percusión simultánea de Manjunat es otro hallazgo de Torobaka— y Kahn hace zapatear unas botas flamencas mientras Bobote le jalea. Luego, Israel con zapatos flamencos y Akram con cascabeles en los tobillos bailan al unísono. Se mueven hermanados por un mismo amor a la danza para enriquecer sus propios vocabularios con nuevos gestos y movimientos. 





 

Y no solo eso. Torobaka es además el encuentro de dos formas de marcar el compás, la tabla de B. C. Manjunath y las palmas de Bobote, y dos voces luminosas, Carlos Azurza y Christine Leboutte, capaces de hacer música con palabras y sonidos de muy diversas lenguas, desde los onomatopéyicos “tukutukutá” y “nininana” de resonancia hindú a la alboreá, el vito, el “Anda jaleo” y “En el café de Chinitas” lorquianos. 
 
Torobaka es finalmente un paso más de Israel hacia el templo donde habitan los genios. ¿Cuál será el siguiente? No nos cabe la menor duda de que otra genialidad de la que también disfrutaremos con verdadera fruición.

Torobaka se estrenó el pasado 2 de junio en Grenoble y ya se ha presentado en los Teatros del Canal de Madrid (27-29.6.2014), el Mercat de les flors de Barcelona (3-5.10.2014) y en el Sadler's Well de Londres (3-8.11.2014).

                                                                                                 José Luis Navarro


1. Israel ya lo hizo con la danza Butoh en El final de este estado de cosas. Redux.