¿A quién se le puede ocurrir algo tan insólito como subir a
un escenario a unos artistas cuyo denominador común es haber cumplido ya los setenta?
Y no solo eso, sino ser absolutamente riguroso en ello, de tal manera que si
algún artista solo tenía 69, no podía entrar en el cartel ―Ramón Amador, de 60 años, era
una necesaria colaboración especial―.
Pues, qué duda cabe, a José Luis Ortiz Nuevo.
Fue una aventura que propició y afloró recuerdos. A los
mayores nos hizo revivir ilusiones ―yo
también he pasado de los setenta―.
Las puso en la voz de Menese con esos versos de Francisco Moreno Galván “Señor
que vas a caballo/ y no das los buenos días/ si el caballo cojeara/ otro gallo
cantaría”. Entonces vivíamos un momento histórico esperanzador. Por fin nos
íbamos a librar del siniestro caudillo. Hoy los jóvenes viven horas históricas
similares. Entonces era la voz de Felipe González la que levantaba esperanzas.
Ayer mismo, por la mañana, el líder de Podemos llenaba el Palacio de
Exposiciones y Congresos con similares propuestas. ¿Será verdad que estemos
cerca de librarnos de estos políticos miserables, tan ineptos como sinvergüenzas,
que o roban o miran para otro lado para no ver lo que se embolsan sus amiguetes?
¿Será verdad que a estos jóvenes que intentan llegar al poder no les gusta
tanto el dinero?
“Memoria” fue además una oportunidad para que volvieran al
escenario unos artistas mayores que raras veces tienen la oportunidad de actuar
en público y para que las nuevas generaciones de aficionados les conozcan
(Gualberto García, Paco Taranto, José Menese, Paco del Gastor, Canela de San
Roque, Merengue de Córdoba, El Boquerón, Manolo Sevilla). Porque todos ellos,
en mayor o menor medida, fueron protagonistas de pasados capítulos de la
historia del cante y de la guitarra del siglo XX.
Y apareció Carrete de Málaga. Carrete es mayor y joven a un
tiempo. Carrete es irrepetible. Es una lección y un monumento a la
personalidad. Una medicina contra la uniformidad y la pobreza imaginativa. Un
antídoto contra el zapateado inmisericorde y la búsqueda obsesiva del aplauso
fácil que hoy reinan en el baile. Carrete es Carrete.
No vamos a entrar en la valoración de cada una de las
actuaciones. No nos parece oportuno ni relevante. Sí queremos cerrar estas
líneas con quien se las juega con estas apuestas: José Luis Ortiz Nuevo. Jugó y
ganó. Prácticamente llenó el Maestranza. Articuló un programa con diez números
perfectamente ensamblados, ordenados y sugerentes. Y lo hizo con sencillez y
con maestría. ¡Enhorabuena, maestro!
José Luis Navarro