Los artífices fueron Beatriz Rivero Pardal al baile, María Portillo
al cante y José Manuel Martos a la guitarra. Los tres son alumnos de la
Fundación Cristina Heeren, que se ha convertido en un marchamo de calidad.
Comenzó un trepidante solo de la guitarra por bulerías con
un soniquete que levantaba a un muerto. Iba jaleado por las palmas de Beatriz
y María.
El primer baile fue nada más y nada menos que una caña,
seguida de un polo y rematada por el
¡Arza y viva Ronda…! En él se evidenciaban los propios mimbres de la
bailaora y las buenas maneras aprendidas de dos grandes maestras, Milagros
Mengibar, en la Fundación y Ana Moya, en el conservatorio.
¡Casi ná!
Siguió un taranto, en el que todos reafirmaron su buen hacer
y, como es preceptivo, cerraron con una pataíta por bulerías.
Nosotros nos fuimos satisfechos y con un excelente sabor de
boca.
Eulalia Pablo