Buen cante, una buena guitarra, un poco de percusión y buen
baile. No hace falta más. Llámese "Callejón del agua" o como quiera
su autora. Con esos mimbres Ana Morales dio toda una lección de baile flamenco
anoche en la Fundación Cajasol.
Porque Ana Morales es una bailaora muy completa. El compás
no tiene secretos para ella. ¡Faltaría más! Conoce los bailes. Sabe darle a
cada uno lo que su cante pide. Sabe interpretar su mensaje. Domina a la
perfección la bata de cola y el mantón. Tiene unos pies magníficos, limpios,
precisos. Donde otras aporrean las tablas, ella compone música. Derrocha finura,
elegancia e imaginación.
Principió con un zapateado. La guitarra de Jesús Ortega y la
percusión de El Cubano pusieron la música. La inspiraron. Y ella dialogó con
ella. Le puso formas. Fue una pieza magistral. Puro preciosismo.
Luego, interpretó y bailó los tarantos que Miguel Ortega y
Juan José Amador le cantaron y, de paso, se lució con el mantón de Manila. Hubo drama y
hubo belleza.
Foto: Remedios Malvárez |
Después llegó la vida, la gracia, la alegría, por cantiñas.
Y una demostración de cómo se mueve una bata de cola.
Ortega y Amador tuvieron su momento por pregones y cantes de
faena y Ana remató por soléa. Serenidad y enjundia. Y una nueva lección de
bata.
Foto: Remedios Malvárez |
En total 1 hora y 10 minutos de arte. Nos supo a poco.
José Luis Navarro
Lugar: Sala
Turina.
Fecha: 6 de
noviembre de 2014.