domingo, 14 de septiembre de 2014

"Fla.co.men", una antología de la genialidad

Fla.co.men —una irónica deconstrucción y reconstrucción del término "flamenco"— es una antología viva de momentos y recuerdos de obras anteriores (ese Acéptalos, son de los nuestros que presentó en Utrera en marzo de 2012, Arena...). Una antología de la genialidad, diría yo. Una antología del disparate, dirán algunos. Una antología de geniales disparates, por contentar a todos. Momentos y recuerdos revividos y reelaborados. Recuerdos que vuelven a nacer sobre las tablas por obra y gracia de la fértil e inagotable imaginación de Israel. Una locura llevada a la escena. Una mirada desmitificadora al flamenco. Una obra conceptualmente transgresora, por supuesto, pero una obra que inundó de humor el Lope de Vega.
 
Yo no sabría decir qué me llamó más la atención, si la recurrente soleá de la Serneta que dedica a Morente, esas gloriosas alegrías acompañadas por la marimba de Moreno que firma Patricia Caballero o ese pasodoble que se marcó Caracafé. Y ¿qué decir del propio Israel? No se le puede sacar más partido al cuerpo de un bailaor. Su inventario de mudanzas es una enciclopedia del movimiento corporal.  Pues, seguro que la próxima vez que le vea habrá todavía algún movimiento nuevo.
Foto: A. Acedo. Cortesía de la Bienal
En esta aventura le acompañaron al cante Tomás de Perrate y David Lagos, reciente ganador de la Lámpara Minera del Festival del Cante de la Minas de La Unión; Eloísa Cantón con el violín y la traducción al inglés de las ocurrencias de Israel; Caracafé a la guitarra; Juan Jiménez Alba al saxo; Antonio Moreno Sáenz, ganador también del Filón de certamen de La Unión, con la marimba y el timbal; y Rubén Camacho, con un espléndido diseño de luces.
Israel los sacó a todos de quicio. Desde luego, yo no podía ni imaginarme a Antonio Moreno haciendo percusión con todo su cuerpo. Luego, los puso a todos a bailar con Eloisa Cantón presidiendo la ceremonia. Fue la traca final de una serie de invenciones deslumbrantes.
El público siguió el espectáculo con la sonrisa en los labios. Y es que cuando se asiste a una obra de Israel hay que acercarse a ella desde la inocencia, dejarse sorprender y disfrutarla.
José Luis Navarro