viernes, 12 de septiembre de 2014

La Bienal, Jazmín Centeno y La Sol

Anoche echó a andar la XVIII Bienal de Flamenco con un recuerdo a Enrique Morente. Una Bienal en la que hay, por supuesto, baile de categoría (Merche Esmeralda, Israel Galván, Farruquito, Isabel Bayón, María Pagés, Manuela Carrasco, Belén Maya, Patricia Guerrero, Rocío Molina, Manuel Liñán, Pastora Galván…), pero en la que predomina el cante, con voces añejas (El Lebrijano, El Pele, Manuel Agujetas, Rancapino, La Macanita, Juana la del Pipa, Juanito Villar, La Cañeta, José de la Tomasa, Inés Bacán, Nano de Jerez...), voces consagradas (Carmen Linares, Esperanza Fernández, Arcángel, Estrella Morente, Mayte Martín, Marina Heredia, Segundo Falcón…), voces jóvenes llenas de futuro (Rocío Márquez, Manuel Valencia, Jesús Méndez …), algo de guitarra muy poco para una celebración que lleva por título “Fuente y caudal” (Dani de Morón, José María Gallardo, Miguel Ángel Cortés, Tomatito, Raúl Cantizano, Paco Cepero…) y apenas unos instantes de piano (Dorantes y Ariadna Castellanos).
 
Desde aquí, en la medida que podamos no tenemos el don de la ubicuidad os iremos contando lo que nos depara el baile esa es nuestra pasión y nuestra debilidad, pero sin olvidarnos de esos jóvenes que luchan por darse a conocer en los espacios que les brindan la oportunidad de ponerse frente al público (Festival de Flamenco Alternativo, Sala Garufa y Caja Negra).
En la Sala Garufa bailaron Jazmín Centeno y La Sol. A Jazmín ya la conocíamos; La Sol fue una gratísima sorpresa. Entre las dos y con una importante aportación de Eduardo Hidalgo, su cantaor, nos hicieron pasar una estupenda velada. Protagonizaron un concierto en el que hubo arte a raudales. Primero Jazmín se adentró en el mundo de la mina con un taranto hecho con genio, con imaginación, con temple. Un taranto que nos emocionó por su sinceridad y la belleza de sus formas. ¡Cada día que pasa esta joven baila mejor!


 

La Sol derrochó personalidad, simpatía y gracia sobre las tablas. Bailó por alegrías y vivió y transmitió con cada gesto, con cada movimiento, toda la gracia milenaria de Cádiz. Estuvo literalmente sembrada. Hacía tiempo que no disfrutábamos tanto viendo un baile tan personal. Hoy que lo que abunda es la uniformidad de pasos y actitudes aprendidos en academias, lo que hace La Sol, tan suya, tan diferente, es todo un goce para los sentidos.
 
 
 
Al cante las acompañó Eduardo Hidalgo, que hizo además un soberbio recorrido por la soleá, Yannik Corre a la guitarra y Gabriel Aragú a las palmas.
 
 
José Luis Navarro