jueves, 29 de mayo de 2014

Así no se baila en Sevilla

El humor no está reñido con el flamenco, pero hay distintos tipos y muchas formas de expresarlo. Hay humor e ironía que basta una mirada, un guiño, un gesto, para transmitirlos. Y, por supuesto, está el buen gusto del artista. Y hay también comicidad hortera y burda. Es la que recurre a formas chabacanas. Y esa es la que, desde mi punto de vista, se empeñó anoche en llevar a las tablas de la Sala Turina La Lupi. Nos recordó a Lina Morgan ─con todos nuestros respetos por la vedette cómica revisteril─. Desde luego, el baile sevillano, prototipo de la elegancia, no está acostumbrado a esas maneras, ni a esa forma de bailar.
 
 
En "RETOrno" La Lupi viajó a sus fuentes. Principió con unos tangos de Granada, un recuerdo de su paso por la compañía de Juan Maya Marote, y siguió con unos verdiales a la usanza de las pandas de su tierra. Ya, en los territorios del flamenco más artístico, se metió por cantiñas ataviada con una poco imaginativa bata de cola que movió a ras de suelo. Dio la casualidad que teníamos en la fila de atrás a Milagros Menjíbar y no pudimos dejar de acordarnos de cómo la hace volar la maestra sevillana. Se puso sombrero y bailó la caña. Otra penosa demostración de pobreza en las manos y el manejo del sombrero. Parecía como si a cada paso posase para una fotografía de estudio.
 
 
Para rematar la faena, tomó un mantón de la percha que había dispuesto a la izquierda del escenario y nos sorprendió con una vidalita.
 
Atrás la acompañaron El Pulga, bastante chillón, y Antonio Campos al cante, Curro de María a la guitarra y Nelson Doblas al violín, los dos más eficaces en su cometido, y David Gallardo a la percusión.
Lástima que el cierre de un ciclo con tanta solera como el de Cajasol haya sido tan poco lucido.

José Luis Navarro
Fotos: Remedios Malvárez
Cortesía de Cajasol

Lugar: Sala Turina.
Fecha: 29 de mayo de 2014.