lunes, 24 de febrero de 2014

Yamuna Henriques y Gabriel Aragú en La Caja Negra

El baile flamenco es una llama interior que quema las entrañas, que obliga a moverse, a girar, a zapatear. Se ajusta a determinadas estructuras rítmicas, pero hay que domeñarla, hay que conducirla para que no se desborde. Para eso está la técnica. Sin ella, la manifestación de ese fuego no pasaría de un alocado alboroto. Es además un sentimiento que no entiende de nacionalidades ni de razas. Unos lo llevan dentro y lo sienten y otros no.  

A Yamuna Henriques ―alemana con raíces portuguesas―, ese fuego la domina y ella se deja llevar y nos contagia. Tiene la técnica precisa para crear belleza del trance. En Gabriel Aragú ―chileno― predomina la técnica. El fuego interior le calienta, pero no le abrasa. Busca los caminos del arte desde la frialdad del laboratorio. Apolo vence a Dioniso. Los dos, sin embargo, nos bridaron anoche un espléndido concierto. 



Primero, Pau Marzal ―valenciano― a la guitarra y Roberto Spano ―italiano― a la pandereta hicieron una zambra con regusto árabe.


Luego, Laura Castro ―gaditana― se acordó de su tierra y se lució por alegrías.


Yamuna se entregó al rito de la soleá y Gabriel se expresó por tarantos.


Para cerrar el concierto Henriques y Aragú hermanaron el fuego dionisíaco y el empeño apolíneo y le pusieron formas a la serrana.


El público, que abarrotaba el local, se les entregó sin reservas desde el primer momento.

José Luis Navarro

Lugar: La Caja Negra (Sevilla).
Fecha: 24 de febrero de 2014.