jueves, 10 de octubre de 2013

Respire, relájese y disfrute de la vida

Eso es lo que vino a decirnos Juan Diego Mateos en su concierto de guitarra. Lo dijo y lo ilustró de todas las maneras posibles, incluyendo nada menos que la preparación a la antigua usanza y la degustación en grupo de una olla de alubias. Las proyecciones en las dos pantallas que dispuso Sandra Bonilla (dirección escénica, guión, dramaturgia y coreografía) contribuyeron a crear y mantener la placidez que reinó todo el tiempo sobre las tablas.


La música de Juan Diego Mateos y Antonio Soteldo "Musiquita" fue serena y amable. Juan Diego estuvo acompañado por Diego Villegas (flauta, saxo, armónica y clarinete), Israel Katumba (percusión), Alex Fernández (palmas) y el propio "Musiquita" (piano). Tocó por todo el escenario, empezando encaramado en una plataforma móvil ―Sandra lo zarandeó como quiso―.

Christian Lozano y Diana Noriega ilustraron con su baile de principio a fin, en escena y en las proyecciones, todo cuanto quisieron decirnos los autores de la música. Chistian es un bailarín muy completo que sabe expresarse en cualquier lenguaje dancístico y lo demostró con creces a lo largo del espectáculo. Diana hizo gala de una extraordinaria agilidad, pero pecó de todas las limitaciones de la danza contemporánea. Siguiendo esa línea de baile, se revolcó por el suelo, hizo todo tipo de contorsiones antiestéticas y algo de mímica elemental (lavarse la cara, leer el periódico) para calmarse al final y terminar abrazada a su pareja al estilo del baile de salón. Los dos mantuvieron también unas palabras para redondear las ilustraciones al concierto musical.

Mención aparte merece Remedios Amaya. No terminamos de entender qué pintaba la trianera en este concierto. Una presencia tan innecesaria como inútil. Dio una mijita de esa ojana típica de "Sevilla es una capital maravillosa donde hay mucha sensibilidad en la música y en el cante", se acordó de Camarón y dijo que iba a hacer un taranto y lo que hizo fue destrozar la clásica cartagenera de "Los pícaros tartaneros". Después cantó sus cosas. 

El público lo pasó bien y a más de uno, siendo la hora que era, se le haría la boca agua con la vista de esos platos de alubias.

José Luis Navarro