viernes, 11 de octubre de 2013

Dos promesas y una realidad

"Entre dos orillas" es un concierto sin más argumento que el baile con su cante y su guitarra. Lo de las "orillas", como se explica en el programa que se facilitó al público, no es más que una ocurrencia de Fernando Iwasaki para hacer referencia a la duración del espectáculo, más o menos "dos horillas" ―en realidad solo duró una hora, ocho minutos y siete segundos para ser exactos―.


El recital, estrenado en 2012 en Trinidad y Tobago y repuesto en Puerto Rico este mismo año, lo protagonizaron artistas vinculados a la Fundación Cristina Heeren. Una joven bailaora que hace tiempo que ya es toda una realidad y dos jóvenes promesas.  Luisa Palicio, Antonio Molina el Choro y Alberto Sellés.

Luisa (Estepona, 1984) es una hija artística de Milagros Mengíbar que, sin renunciar a las hechuras de su maestra, sabe darle a su baile su propia impronta. Anoche tuvo el aplomo y la prestancia de una consumada bailaora y creó figuras insospechadas en ese "Silencio" en el que reina solo la belleza de la figura y los frutos de la creatividad. Fue, para mí, lo mejor de la noche. Dulzura, elegancia e imaginación. En los tangos de Málaga, acompañada por Sellés y El Choro, puso la veteranía. En las alegrías dio lección y media de bata de cola. Su malagueña fue un primor y su remate por abandolaos, de nuevo con los dos bailaores, otra exhibición de maestría.

Alberto Sellés (San Fernando, 1991), el más joven de los tres, tiene la chispa, la ambición y las ganas necesarias para convertirse muy en breve en una figura del baile de hombre. Hizo una soleá a la nueva usanza, es decir, muchos desplantes y pies ―los tiene excelentes― y pocos marcajes y actitudes.

Antonio Molina el Choro (Huelva, 1985) hizo un martinete-seguiriya en el que abusó de unos zapateados limpios, pero repetitivos y atronadores. Como decía Gades, el suelo se acaricia para que dé frutos. Es urgente que tanto él como Alberto miren al pasado. En los bailaores de ayer tienen todo un museo de la riqueza que ha ido atesorando el baile flamenco.


En el atrás estuvieron Moy de Morón y Manuel Romero el Cotorro, otra realidad de cante joven, al cante, Tino van der Sman a la guitarra y Roberto Jaén a las palmas.

José Luis Navarro