viernes, 27 de septiembre de 2013

Zapatero a tus zapatos

Una cosa es bailar y otra muy distinta escenificar y contar una historia con baile. Juan Andrés Maya sabe hacer muy bien lo primero, pero, por lo que vimos anoche, anda  bastante pez en las artes escénicas. ¡Qué lástima! ¡Cómo nos hubiera gustado verle bailar sin más! Lo que presentó en el Central fue un completo desatino, con pies pero sin cabeza.

Primero nos contó los amores de una mora y un cristiano que el padre de jovencita impide a bastonazos y que al final consiente y bendice con un apretón de manos. Alba Heredia empezó con volantazos violentos de cadera que muy poco tenían que ver con las sinuosidades voluptuosas de la danza árabe. Menos mal que se cristianizó de seguida. Juan Andrés se entregó a una larguísima soleá que precisamente por esa duración y las repeticiones que eso conlleva nos fue desemocionando por momentos.

En la escena siguiente, dedicada a Federico García Lorca, Raquel Heredia la Repompilla se trasformó en Bernarda Alba. Yo no sabía si llorar o reír. ¡Qué disparate!

El resto se ajustó más a lo prometido: recuerdos y homenajes a Carmen Amaya, Manolete ―Iván Vargas se lució con una farruca― y Mario Maya.

Atrás les acompañaron Sergio el Colorao y Rafi Heredia al cante, Luis Mariano a la guitarra, David Moreira al violín, Rafael Vega a la percusión y la voz y el laúd árabe de Suhail.

Conchi Murcia en el fin de fiesta.

Y del teatro danzado a la verdad del baile flamenco. Del Central nos fuimos a la Sala Garufa y allí sí que pudimos disfrutar y embelesarnos con una soleá en regla. La bailó Conchi Murcia, una chiquilla que cada día lo hace mejor.

José Luis Navarro