Hoy para vender un recital hay que bautizarlo primero. Luego, de alguna manera, hay que justificar el título que se le ha puesto. Generalmente, esto se hace en el programa del espectáculo y, a veces, también en su desarrollo. Únicamente conozco un caso de un bailaor que tuvo la sinceridad de llamarle al pan pan y al vino vino. Fue Javier Barón que, cuando le pidieron un título para contratarle un espectáculo para la Bienal, le puso "Flamenco y punto".
El espectáculo que presentaron anoche en el Teatro Central Alicia Márquez y Ramón Navarro se titulaba "Los hilos del tiempo" y se justificaba así: "En el momento en que la vida te deja reflexionar puedes darte cuenta de que cada paso que das hacia tu futuro está relacionado con tu pasado, todos se va tejiendo en la urdimbre de la vida, en la red de lumbre que el devenir depara. Todos se van tejiendo, y los giróvagos movimientos bordan sin pensar el lienzo de tu presente. Solo con ellos, los que permanecen en ti para siempre, son con los que aprenderás a convivir y caminar... Los hilos del tiempo".
El espectáculo que presentaron anoche en el Teatro Central Alicia Márquez y Ramón Navarro se titulaba "Los hilos del tiempo" y se justificaba así: "En el momento en que la vida te deja reflexionar puedes darte cuenta de que cada paso que das hacia tu futuro está relacionado con tu pasado, todos se va tejiendo en la urdimbre de la vida, en la red de lumbre que el devenir depara. Todos se van tejiendo, y los giróvagos movimientos bordan sin pensar el lienzo de tu presente. Solo con ellos, los que permanecen en ti para siempre, son con los que aprenderás a convivir y caminar... Los hilos del tiempo".
Tratándose del espectáculo de unos bailaores, esperabamos ver
algo de esos "hilos" que habían llevado a Alicia y a Ramón al estado
actual de su baile. Pero se ve que no interpretamos bien esas palabras. Lo que
vimos fue unas proyecciones propias de los principios del cine mudo y un baile
ajustado al tic-tac del reloj, interesante, aunque de excesiva duración. Luego, Alicia recitó una palabras en recuerdo
de su madre que Pepe de Pura recalcó con su cante. Y a partir de ahí un baile que poco tenía que ver con esas palabras.
Ramón Martínez vio y sintió cómo se le iban cerrando muchas
puertas y lo expresó por soleá. Hizo una soleá al estilo de hoy, es decir, con sus
virtudes y sus lunares: muy buena técnica de pies y algo reiterativo en remates
y cierres.
Alicia se puso la bata de cola y se metió en el mundo de la
seguiriya. Lo hizo con elegancia, como se baila en Sevilla.
Hubo después otro lapsus teatral. Una reflexión sobre la
soledad en la voz de Ramón. Menos mal que después se olvidó de tristezas,
empezó a sacar sombreros de un baúl, y derrochó gracia por bulerías.
Cerraron Alicia y Ramón por alegrías, en pareja. Dos estilos
distintos que se acoplan para bailar juntos. Los acompañaron Pepe de Pura y
Antonio Núñez "El Pulga" al cante, Juan Requena y Óscar Lagos a la
guitarra y Paco Vega a la percusión.
En conjunto, fue un aceptable recital de baile, aunque con evidentes
altibajos. Momentos de luz y demasiados tiempos muertos.
José Luis Navarro
Lugar: Teatro Central (Sevilla)
Fecha: 19 de marzo de 2013.