jueves, 6 de diciembre de 2012

Leonor Leal y Rocío Márquez en la Sala Turina

Nada de lunares, volantes ni peinetas. Pelo corto, camiseta gris verdosa y falda pantalón marrón grisáceo. Una imagen contemporánea para el baile flamenco. No es que tengamos, ni mucho menos, nada en contra de los lunares o los volantes, y mucho menos de la bata de cola, el mantón o los palillos. Es que así es cómo se presentó anoche en la Sala Turina la bailaora jerezana Leonor Leal. Esa es, pues, la imagen con la que ella se identifica.

 




Hizo un baile que, sin prescindir de marcajes, braceos y actitudes, descansaba básicamente en los pies. Unos pies delicados, sin zapateados estridentes ni golpetazos contra el suelo. Un baile que, en conjunto, rendía culto a la modernidad.

Mosaicos es un espectáculo íntimo en el que se funden baile, cante, guitarra y percusión. Sin rupturas. Los cuatro juntos de principio a fin. Como debe ser. Sin ese entrar y salir tan repetido hoy que convierte el escenario en un pasillo de vecindad. En este sentido, Leonor ha sabido rodearse de un "al lado" —lo de "atrás" no parece justificado en esta ocasión— realmente espléndido. Lo forman Paco Iglesias al toque, Raúl Botella a la percusión y la voz de Rocío Márquez, paradigma de exquisitez y musicalidad. ¡Qué bien que canta esta joven onubense!

El concierto comenzó con un diálogo, largo, arriesgado, entre la percusión y los pies de Leonor. Fue una introducción a las seguiriyas clásicas que le cantó Rocío —«A clavito y canela me hueles tú a mí», «Mal fin tenga la lengua que de mí murmura» y «Y vivo yo con pena», como remate—. Siguieron unas malagueñas que Rocío y Leonor cerraron por abandolaos. Luego unos tientos-tangos —no faltaron los extremeños— y una farruca en el que volvieron a lucirse cante y baile. Y para terminar unas alegrías.

Fue un concierto en el que, sobre todo, primaron el buen gusto, la delicadeza y la elegancia.
José Luis Navarro
Fecha: 6 de diciembre de 2012.
Lugar: Sala Turina (Sevilla)