Despojada del envoltorio literario —"La otra piel es una compleja y paradógica alquimia entre el cuerpo
y lo incorpóreo" leemos en el programa—, más o menos filosófico, grandilocuente,
irrelevante e innecesario, La otra piel
es un buen espectáculo de baile.
Para esta obra que se estrenaba anoche, Úrsula ha sabido rodearse de un grupo de artistas que
garantizaban el éxito de la aventura. La música la ponían las guitarras de
Javier Patino y Tino van Ders Man, el violín de Alejandro Garrido y la
percusión de Raúl Domínguez con el cante de Jesús Méndez (artista invitado),
Londro y Jeromo Segura. El baile fue cosa suya y de Rosa Belmonte, Tamara
López, Christian Lozano y Mariano Bernal. Contó también con el trabajo
coreográfico de Benvindo Fonseca, Andrés Marín y Joaquín Grilo.
Foto: A Acedo. Cortesía de la Bienal |
Entre todos nos ofrecieron un recital de danza variado,
entretenido y de un más que aceptable nivel artístico. Hubo baile flamenco, danza
española y algún que otro apunte de contemporáneo. Y hubo números que nos cautivaron
especialmente: las alegrías que bailó Rosa Belmonte —sin duda lo mejor de la noche— y
el extraordinario diálogo que sostuvieron Christian Lozano y Tino van Ders Man
interpretando Asturias de Isaac
Albéniz. Momentos así dan lustre a nuestra Bienal.