viernes, 7 de septiembre de 2012

¡Ole tú, María!


Bienal tras Bienal María Pagés ha ido presentando espectáculos  ─ La Tirana (1998), Flamenco Republic (2001), Canciones, antes de una guerra (2004), Sevilla (2006), Autorretrato (2008), Dunas (2009)… que son hoy hitos fundamentales en la historia del baile flamenco. Con ellos ha acaparado todo tipo de Giraldillos. Ese es el camino que lleva Utopía, estrenado en el Centro Niemeyer de Avilés el 8 de octubre de 2011.

María Pagés nos demostró anoche qué pocos mimbres necesita para hacer un espectáculo excepcional.  En esta ocasión le ha bastado con sentimientos, música y danza. Nada más y nada menos. ¿Qué otra cosa es, si no, el baile flamenco?

Foto: Guillermo García
Se ha inspirado en las enseñanzas de un viejo maestro de 103 años,  el arquitecto brasileño Óscar Niemeyer, y ha vivido y soñado anhelos, sentimientos de solidaridad, inconformismo, compromiso… Como ellos mismos dicen:
En Utopía viajamos de las composiciones corales (que revelan la solidaridad y el conflicto, el compañerismo y la incomprensión, el orden y el caos, la ironía y la participación en una alegría común) a los solos en los que María Pagés materializa en escena el mundo interior, la búsqueda de uno mismo, la transición simbólica de los otros al yo y del yo a los otros.
Luego les ha puesto palabras. Ha recurrido para ello a Pablo Neruda, Miguel de Cervantes, Larbi el Harti, Mario Benedetti, Antonio Machado, Óscar Niemeyer y Charles Baudelaire. Después, música, la de Rubén Lebaniegos, Fred Martins, Isaac Muñoz, José ‘Fity’ Carrillo y Caio Marcelo. Unas palabras y unas melodías que han llevado al escenario las voces de Ana Ramón y Juan de Mairena, las guitarras de Rubén Levaniegos, Fity y Fred Martin, el chelo de Sergio Menen y la percusión de Chema Uriarte.

Ya solo faltaba el baile y eso ha sido obra de María, que ha sabido mover magistralmente a sus bailarines, alternando los solos con evoluciones grupales en las que dentro de la necesaria armonía del conjunto se respetaba la individualidad de cada uno. Estos son sus nombres: María Pagés, Isabel Rodríguez, María Vega, Aloma de Balma, José Barrios, José Antonio Jurado, Paco Barbel y Rubén Puertas.

Y completó la obra con una escenografía que también se inventó Pagés: unas líneas que parecían tener vida propia y daban forma a la realidad cambiante del universo natural. En esto María comulga asimismo con las palabras de Niemeyer:
No es la línea recta la que me atrae, dura, inflexible, creada por el hombre. La que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que encuentro en las montañas de mi país, en la sinuosidad de sus ríos, en las olas del mar, en las nubes del cielo, en el cuerpo de mi mujer favorita.
Y es que, además, son las líneas curvas y sinuosas de sus brazos y de su cuerpo las que dan forma, contenido y singularidad al baile de la Pagés.

Todos estos han sido esos mimbres con los que María ha montado los bailes de Utopía: farruca, trilla-soleá, granaína-rondeña, taranto-martinete, guajira-tangos y alegrías. Todos con el sello de la excelencia. No sabría decir cuál me ha gustado más, aunque si me apuran, diría que la farruca y la guajira.