Hay cosas que no deberían ser. Lo dice el segundo
mandamiento: No pronunciarás su nombre en vano. No debería estar permitido que
se utilice el nombre de Federico García Lorca y el subtítulo de una de sus
obras para vender una "adaptación" escrita por otra persona. Es una falta
de respeto por nuestros clásicos y una apropiación indebida, por mucho que exista
alguna relación entre ellas —en este caso mínima—:
un viejo taciturno e indeciso y una jovenzuela alocada. La podrían haber
titulado El viejo y la niña y no
habrían intentado engañar a nadie. Es más, siempre existe el recurso de decir
"inspirada en". En fin, que estas cosas no se deberían permitir.
Foto: A Acedo. Cortesía de la Bienal |
Con respecto a lo que realmente vimos en el escenario del
Teatro Central, José Valencia con la espléndida guitarra de Dani de Morón —hay
que tener osadía para llamarle "personaje simbólico"—
estuvieron realmente muy bien. Valencia se lució con una voz limpia y poderosa,
vocalizando a la perfección los textos que tuvo que decir. Cumplió además con
el papel que le destinaron, que por otro lado, era teatralmente bastante fácil.
Por su parte, Rosario Toledo bailó un poco. A mí que me
gusta como lo hace, siempre me parece poco. Hizo gala de unos pies limpios y
precisos y compuso algunas figuras con su estilo característico que compensaron
algo todas las "teatralidades" que quiso hacer. Yo lo que realmente
temo es que con estas cosas termine olvidándose de bailar por derecho. Sería
una lástima.
Y ¿qué decir de la directora de esta simpleza? Que no, Juana
Casado, que estas cosas no se hacen.