El Ballet Nacional de España presentó en ese faraónico
auditorio FIBES la Suite Sevilla de
Antonio Najarro y Medea de José
Granero, una carta de presentación del nuevo director del Ballet Nacional y una
auténtica joya de su repertorio.
La Suite Sevilla,
con música de Rafael Riqueni, es una obra bastante desigual cuyo recuerdo se
desvanece cuando el espectador queda atrapado por la magia de Medea. Tuvo algunos momentos de cierta
brillantez: los vivaces movimientos grupales de un bien disciplinado cuerpo de
baile —"Feria"
y Júbilo"—, un exquisito apunte bolero —"Calle del Infierno"—interpretado
por Jessica de Diego; algunos lances originales en el paso a dos tauromáquico
de Aloña Alonso y Mariano Bernal y algún pequeño disparate —"La
Alfalfa"— en el que, para colmo, un sonido infame nos privó de
gozar en toda su riqueza de la voz de Argentina. Lo demás ya lo hemos olvidado.
Foto: A. Acedo: Cortesía de la Bienal |
Se estrenó el 19 de febrero de 2011 en el Teatro Mira de
Pozuelo de Alarcón.
Medea fue una
reproducción fiel y rigurosa de la obra que crearon en 1984 José Granero,
Manuela Vargas y Manolo Sanlúcar. Por cierto que, cuando, finalizada su
representación, el público aplaudía puesto en pie, esperamos que un foco sacase
de las sombras a Manolo Sanlúcar, presente en la sala, para que todos pudiéramos
también agradecerle esa grandiosa partitura. Pero en su lugar salió a saludar
Najarro. Cosas que pasan...
Manuela Vargas en Medea |
De Medea poco podemos
decir que no hayamos escrito ya. Esto es lo que dijimos de su gestación*:
José Granero se encerró con Manuela
Vargas y se empapó de su baile. Juntos analizaron la obra de Eurípides y luego todo fue
coser y cantar. Así lo ha contado él:
Yo me encerré con ella antes de comenzar el ballet. Estuvimos una semana trabajando en la sede del ballet, solos los dos antes de empezar a hacer la coreografía. Yo quería estudiarla porque solo la conocía superficialmente en cuanto a su baile, y, claro, quería conocerla más profundamente. Quería saber cómo iba ella a encarar el personaje y cómo debía yo crearlo. Pero mi sorpresa fue grata porque Manuela es una mujer muy intuitiva. Nunca he trabajado más cómodo con nadie que con esta mujer: te entiende al momento, es algo muy especial. A pesar de lo difícil que es, es también muy especial. Nunca se inhibe por nada, todo lo que tú le pides ella lo entiende, te lo da, es generosa. Manuela Vargas fue una «Medea» excepcional, inolvidable, irrepetible.
En apenas mes y medio la coreografía
estaba hecha y la obra se estrenaba en el madrileño Teatro de la Zarzuela el 13
de julio de 1984.
José Granero consiguió conjugar teatro
y danza, dando vida a la tragedia de Eurípides [...] Manuela Vargas supo
transmitir con una gestualidad precisa y convincente y unos movimientos sobrios
y exactos toda la tragedia de celos, injusticias y venganza que vivía Medea. En
el baile se hermanaban movimientos de la danza clásica, de la contemporánea y
del flamenco. Todos eran reconocibles, pero ninguno resultaba fuera de lugar o
inapropiado, porque Granero los utilizó con sabiduría, inteligencia y buen
sentido.
Medea recorrió
el mundo recibiendo el aplauso de todos los públicos y, gracias a ella, el
Ballet Nacional obtuvo el Premio de Danza de la crítica de Nueva York. Desde
entonces no ha dejado de formar parte del repertorio de esa compañía. Con ella
Granero ha enriquecido la danza universal, incorporándole sentimientos y
gestos, que por su intensidad, por su jondura, son sin duda flamencos y
utilizando pasos y movimientos que también lo son. Hoy se la distingue como una
de las coreografías emblemáticas en la evolución y renovación del ballet
flamenco contemporáneo, una obra que ha marcado un hito en la historia del
baile flamenco.
Anoche Lola Greco interpretó a Medea,
Francisco Velasco a Jasón, Currillo a Creonte, Guadalupe Gómez a la nodriza y
Miriam Mendoza a Creusa. Todos estuvieron solventes y eficaces.
* Véase Historia del baile flamenco, Vol. 3, Sevilla, Signatura Ediciones,
págs. 107-110.