miércoles, 19 de septiembre de 2012

Baile flamenco y danza bolera


El baile flamenco, cuando aún era casi un recién nacido, compartió las tablas y el favor del público con las danzas boleras en las academias de baile andaluzas. Y aprendió de ellas mucho: elegancia, braceos, palillos, vueltas, giros y figuras. Luego, en las últimas décadas del XIX, las dos escuelas de danza siguieron conviviendo e influenciándose mutuamente en los cafés de cante. Este es el argumento que, presidido por el tiempo ─ese metálico ti-tac que escuchamos repetidamente─, ha inspirado a Manuel Liñán, un bailaor, y a Daniel Doña, un bailarín, para montar su «REW ─”Rebobinar”─. Un argumento que, por fin, después de las muchas elucubraciones pseudofilosóficas que llevamos vistas, sí tiene que ver con el flamenco y con la danza.

Foto A. Acedo. Cortesía de la Bienal

En la primera obra de su Proyecto GR, Liñán y Doña han sabido captar y transmitir esa convivencia mediante un diálogo fluido y enriquecedor entre ambas escuelas con algunos apuntes de baile regional (romances, rondeña, el vito, zorongo, jotas, fandangos, sevillanas, martinetes, soleares, pregones, caña, alegrías, …). En realidad, en más de una mudanza basta cambiar la zapatilla por el zapato de tacón para pasar de una a otra modalidad de danza. Liñán y Doña han rendido asimismo su particular homenaje a Vicente Escudero con la lectura ilustrada de aquellos diez mandamientos del baile masculino que presentó el 9 de diciembre de 1951 en el Trascacho de Barcelona.
Para que esta aventura saliese adelante con la brillantez con la que lo ha hecho sus directores han contado con 10 magníficos bailarines (Elisa Suárez, Jesús Fernández, Estíbaliz Barroso, Jonathan Miró, Águeda García de Saavedra, Cristian Martín, Anabel Moreno, Hugo López, Lucía Guarnido y Adrian Santana), con el cante de Juan Debel y la guitarra de Arcadio Marín.
Una auténtica gozada para los que aman el baile, a la que lo único que le podemos reprochar, además de confesar que nos quedamos con las ganas de ver bailar a los dos coreógrafos granadinos, es ese horroroso y impronunciable título que se les ha ocurrido ponerle.