sábado, 31 de marzo de 2012

Sobre la jerga, la poesía e historia de los gitanos (2)

Segunda entrega de este artículo, correspondiente al 30 de agosto de 1850 recogido en Tremendo asombro al peso, vol.2 de José Luis Ortiz Nuevo (Libros con Duende, Sevilla, 2012).

II

El caló gitano ya se considere lengua, dialecto, jerga, locución o como quiera llamársele, ha sido el mismo sin más ni menos en donde quiera que se ha hablado y aún se hable en el día, si bien el acento de los diferentes países haya podido corromper en algo su sonido.
Nos parece deber consignar aquí una observación que no ha de pasar desapercibida, y es: que el considerable número de voces esclavónicas o rusas contribuyen al genio del caló gitano, se usan indistintamente en España, Inglaterra, Italia, y en las otras naciones en que hay razas gitanas; de cuya observación se deduce una consecuencia, a saber que aquellos pueblos en sus inmigraciones al oriente como que viajaron en caravanas, se detenían como pastores nómadas en diferentes puntos, diseminándose al paso y dejando descendencias en muchas partes.
Además por eso sucede que el caló gitano de hoy día tiene una multitud de voces del griego moderno, circunstancia de mucho valor para el filólogo. En efecto, existen datos para creer que en cierto tiempo aquella tribu de gitanos que fecundó en España, entendía bien el idioma griego y que además de su propio dialecto Indo, usaba aquel aún algunos años después de su emigración, adelantándose algunos a asegurar que lo hablaba hasta 1540. En donde adquirieron ese conocimiento del griego no es fácil averiguarlo, pero tal vez fuese en la Bulgaria. Véase sobre esto la obra impresa en Alcalá, en 1587, titulada El estudioso cortesano por don Lorenzo Palmireno. Aunque quede algo a los gitanos de su puro idioma, el genio y particularidades de su gramática ha desaparecido, modificando la española, con la que coincide en su sintaxis, en la conjugación de los verbos y la declinación de los nombres.
Circunstancias peculiares de esa raza y del país, hacen imposible en el día adquirir un conocimiento sesudo del estado de su jerga, pues tal puede llamarse hoy, sucediendo con frecuencia encontrar en Madrid gitanos que no entienden a los de Sevilla, en donde hay un barrio extenso poblado sólo de ellos; y aún más todavía hermanos con hermanos, padres con hijos no entenderse si han estado separados algunos años, siendo lo más singular la carencia de nombres para expresar ciertos objetos y su falta de memoria, advirtiéndose que ignoran de momento una palabra para pronunciarla después sin notarlo ellos mismos.
Cuando quieren decir que alguno de entre ellos es muy entendido lo expresan así: “habla siete jergas”, por lo que se cree que siete sean en el día las modificaciones que haya llegado a tener ese idioma. Existe un diccionario gitano, que hemos visto, para cuya formación ha consultado su autor siete jergas todas distintas, y en algunos libros escritos en gitano que se han presentado a gitanos, no han podido estos seguir con inteligencia una sola oración, porque se habían empleado esas siete jergas para su formación. Sin embargo se debe a gitanos ilustrados las noticias adquiridas para haber podido formar libros en su dialecto y para haber llegado a recolectar de cuatro a cinco mil palabras, sin que haya acaso ningún gitano que para sus conversaciones emplee ni aún una tercera parte.
Creemos que no debemos detenernos en probar, después de lo que dijimos en nuestro artículo anterior, que los gitanos no descienden de los moros, como se ha creído por algunos, al menos la tribu que se ha extendido por España, no obstante podríamos presentar un cuadro comparativo entre el caló que se habla en Madrid o en Sevilla o Málaga, etcétera, y algunas voces moras; pero no queremos prolongar más este artículo, ni tampoco es nuestra idea tratar la materia en toda su latitud.
Concluiremos con manifestar que ya está tan decaída la población gitana en España, que es muy posible que pronto desaparezca la raza, y lo que es más, hasta el caló, pues es tal el prurito de particulares y de escritores en desfigurar palabras y costumbres de los gitanos, ya en conversaciones privadas, ya en la escena dramática, que al fin se destruirá de un todo hasta la memoria fiel y no desfigurada de ellos; razón por la que creemos hacer un servicio no sólo a los lectores sino a la misma literatura con la publicación de estos artículos. Para el siguiente trataremos de la poesía de los gitanos.

(Continuará)