Traemos hoy a medio la primera entrega de una interesantísima serie de artículos de Eugenio de Arriaza titulados "Sobre la jerga, la poesía e historia de los gitanos", publicados en El Faro Industrial de La Habana los días 28, 30, 31 de agosto y 7, 10, 11, 17, 21 y 25 de septiembre de 1850, recogidos, junto a miles de gacetillas en la impresionante obra de José Luis Ortiz Nuevo Tremendo asombro al peso.
I
La jerga de los gitanos que según existe en el día no puede dársele otro nombre, si bien ha debido ser idioma o dialecto en otra época en que el primero de los guerrilleros de la Romanía invadió la Europa desde las remotas regiones del oriente, no ha llegado a ser otra cosa que regazos empero utilizados por los gitanos de estos días a fin de mantener conversación entre ellos, y cuya importancia y misteriosa oscuridad está solo al alcance de su raza o, a fuerza de adquisiciones interrumpidas y harto contradictorias, no obstante, el estudio que se ha hecho de su vocabulario.
Las ruinas, aún mejor dicho, de tal idioma singularmente curiosas en si mismas son todavía muy interesantes al filólogo; con tanto o más motivo cuanto que mientras más se pudiera llegar a una satisfactoria conclusión de su perfeccionamiento, más nos acercaríamos al antiguo origen de la raza gitana.
Durante el último periodo de la próxima pasada centuria, la curiosidad de algunos hombres ilustrados los indujo a recolectar muchas palabras del idioma de la Romanía, según se hablaba en la Bohemia, Hungría y aún en Inglaterra; cuyas palabras analizadas esmeradamente dieron por resultado el descubrimiento de que la lengua de los gitanos era en lo general, bien tomada, o derivada del sánscrito, o bien modificaciones de éste o de otro idioma antiguo; cuyas investigaciones continuadas hoy por hombres de tanta curiosidad como aquellos y de no menos erudición, presentaron el hecho incontestable de que los gitanos descienden de una tribu del Indostán, que por motivos particulares abandonó el suelo natal.
Causas que no son del caso referir, mantuvieron esta raza por mucho tiempo degradada y oscurecida en España, haciendo creer que descendían de los moros, y los obligaron a formar tribus separadas desde los tiempos de Felipe III bajo las denominaciones de bohemios, gitanos y otros; sucediendo como sucede con toda opinión que trae su origen de la ignorancia de los pueblos, que llegó a arraigarse la creencia de que los gitanos habían llegado del Egipto, por sus costumbres y lo que es más por documentos que conservan con el signo del rey de Bohemia; concluyendo por asegurarse sin contradicción, en vista de las lenguas que hablaban.
Pero antes de pasar adelante, nos centraremos en este primer artículo,a consignar algunos pormenores respecto a los dialectos principales que existen en una población de más de 80 millones de habitantes, como es la del Indostán, cuya palabra trae su etimología de otros dos Persas: Indus Río y Tan Tierra.
La más celebrada de esas lenguas o dialectos es el Sánscrito o Sáscrido, cuyo idioma es el de la religión de todas las naciones en que han adoptado la fe de Brahanma; pero aunque la lengua de esta religión, por la que se conocen todos los libros escritos de la secta Brahamánica, ha cesado hace mucho tiempo de hablarse en el mismo país, la historia no ha dejado oculto el uso común que entre varias tribus del Indostán se hizo de ella por algún periodo de tiempo menos remoto, dejándolo a poco reducido a la lectura y a los sacerdotes Brahamanes, hasta que cuando la Inglaterra subyugó todo el Indostaní, estableció la libre enseñanza en los colegios que se plantearon para instruir a la juventud en las lenguas de aquel país. No obstante lo difícil de tal estudio a causa principalmente de su prodigiosa riqueza de sinónimos, se adquirió un conocimiento más que suficiente para fijar sus leyes, genio, estructura y alfabeto, componiendo obras muy aceptables al estudio metódico. Varios célebres filólogos la han considerado como la llave, no sólo de los idiomas del Asia, sino también de todos los demás del mundo. Algo aventurada y absurda podría ser semejante idea, pero admite disculpa en gracia del deseo que anima a los sabios por la enseñanza.
Lo que con más justicia puede decirse del Sánscrito, es que se considera como la madre de ciertos idiomas, como por ejemplo de los que se hablan en el Indostaní, y de los europeos el esclabón, el gótico o el céltico, con los que tienen gran relación y analogía. Mas, ¿cómo compaginar pues el antiguo Zend, madre del persa moderno, en cuyo idioma se atribuye a Zoroastro que escribió sus composiciones? Llegamos a una contradicción manifiesta con la afinidad que se establece entre aquellos idiomas y el Sánscrito, entre lo que los antiguos disputan la palma a sus rivales los indios.
Se puede por tanto concluir diciendo que el que no se deriva del Sánscrito es el del Indostán, puesto que no hay analogía ninguna en muchos idiomas del Asia, con especialidad las lenguas tártaras como la de los chinos y la tebaica, y si seguimos la misma analogía de los dialectos indios con el sánscrito, tropezaremos con la lengua de la Romanía o Zíngara, conocida entre nosotros por el caló gitano.