Uno de los muchos alicientes de La Caja Negra es la aventura del descubrimiento de lo nuevo. Ves anunciados nombres que nunca has oído antes. Nombres que nada te dicen. Nombres sin historia. Y algunas veces asistes a los primeros pasos de artistas que están llamados a convertirse a no mucho tardar en primeras figuras del arte flamenco. Es un placer tan estético como intelectual. Merece la pena. Otras, también ocurre, ves con tristeza que nada puede salir de algunos principiantes, que poco o nada prometen para el futuro. Pero así es la vida.
Una de esas promesas del mañana es Irene la Serranilla, una artista hecha y derecha a punto de dar el salto y meterse en el grupo de las bailaoras punteras. No la descubrimos anoche, porque fuimos expresamente a verla bailar. Nos confirmó todo lo que ya habíamos dicho de ella. Tiene empaque, temperamento y saberes. Bailó por alegrías y por seguiriya y le puso al baile toda la gracia y jondura que exige el flamenco.
Le acompañaron con solvencia Cristina Soler y Jaime de Paloma. Jaime abrió la noche con una farruca de Enrique de Melchor y Cristina, una cantaora que mejora día a día, hizo una espléndida soleá y completó su actuación con una granaína.
La sala se llenó de un público en el que abundaban los germanos.
José Luis Navarro
Fotografías: Guillermo García
Fotografías: Guillermo García