domingo, 4 de diciembre de 2011

Pilar López, la bailarina de los ojos brujos

Regresamos hoy con José Gelardo a los ecos de ayer. Exactamente al 13 de julio de 1927. Ese día La Razón de Cartagena publicaba una estupenda entrevista a Pilar López. Decía así:

Pilar. LA BAILARINA DE LOS OJOS BRUJOS
El camerino de la artista se hallaba lleno de vestidos lujosos, lluvia de colores que juega con la sonrisa luminosa de la luz. En las paredes hay muchísimos programas pegados y fotografías de casi todos los artistas del mundo. Sobre el tocador varios frascos de esencias caras.
-¿Se puede pasar?
-Adelante, -responde con su voz dulce y simpáticamente infantil.
Entramos. La bailarina de los ojos brujos nos mira fijamente y hay en su mirada visiones de fantasmagoría, en donde se esconde la noche, el misterio y las sombras. Los ojos de Pilar son inmensamente negros como los de una reina mora.
-¿Qué desean ustedes de mí?
-Somos admiradores de su belleza y de su arte y queremos hacerle una interviú para nuestro periódico.
-Una interviú... ¿Y qué puedo decirles yo que interese a sus lectores?
-Bah, eso es fácil, lo de siempre.
Pilar sonríe y vuelve a acariciarnos con el puñal de su mirada, mientras deja sobre sus labios un poquito más de carmín.
-¿Es usted muy joven?
-Tengo veinte años.
-¿Cuántos lleva trabajando?
-Cinco. La primera vez que aparecí en escena fue en Santander. Hacían un beneficio a mi hermana “La Argentinita”. Después debuté formalmente a los quince.
-Y dígame, ¿no ha hecho usted desde entonces alguna película, ahora que todas las artistas de varietés se dedican al cine?
-Si, “La pelada de la pava”.
Al decir esto, suelta una gran carcajada y nosotros reímos también.
-¿Y eso qué es?
-Pues bien, trabajaba yo en el Gran Teatro de Córdoba y vinieron a ofrecerme un contrato para filmar unas escenas de amor. Era un señor extranjero, creo que norteamericano. Quería que yo hiciera con un joven aficionado “La pelada de la pava”. Acepté... Y al día siguiente me vi tras de una reja llena de claveles, hablando con el que hacía de novio. Después paseamos por el jardín y el director, que era el extranjero del contrato, comenzó a gritar: “¡El beso, el beso!”. Mi novio intentó besarme y entonces yo, ni corta ni perezosa, le di una bofetada formidable. Excuso decirle cómo se quedó el pobre y del humor que se puso el norteamericano.
-¡Ah, mujer española ser apasionada, osté ser poco española, no querer besar, yo no gosto de estropear película... -gritó enfurecido.
-¿Es verdad que piensa usted ir al extranjero?
-Dentro de unos meses, en octubre tal vez. Iré con mi hermana que firmará un contrato para New York.
La bailarina de ojos brujos acaba de pintarse los labios y se pone su sombrero, un sombrero raro y elegante que tiene cierto parecido con el casco del Cid Campeador. Salimos a la calle... Y en la terraza del Casino, ante el oro líquido de unos sorbos de Champán, continuamos nuestra charla, cada vez más agradable, porque ya somos más amigos y tenemos más confianza.
-Diga, Pilar, ¿le gusta a usted el queso Roquefort?
-Si pero sin gusanos. A propósito: tenía yo un amigo en París que se llamaba Roque Ford. Se casó y en poco tiempo hizo polvo su fortuna, hasta llegar al extremo de tener que vender el automóvil y los caballos. Un día le decía su mujer llorando: “Qué dirán tus amigos cuando lo sepan. Pobre Ford, qué mal anda ese Ford... Jamás se ha conocido un caso igual... Tener en mi casa un Ford y andar a pié... Claro, si le faltan hasta los caballos.
Volvemos a reír con ella.
Pilar, además de artista, es una mujer simpatiquísima, toda ingenuidad... Y es muy culta, toca el piano maravillosamente y habla varios idiomas a la perfección. Cuando aparece en escena en un momento con cualquiera de las inimitables creaciones, conquista al público que aplaude entusiasmado, por lo cual después, la empresa tiene que prorrogarle el contrato. Eso es que Pilar sigue las huellas de su hermana “La Argentinita”.
-¿Le gusta a usted la perdiz?
-No.
-¿Y el pollo?
-Si es “para”, sí.
-¿Con “Chanchullo” o sin él?
-De cualquier manera... Pero que no se parezca a los que están ya asados, porque estos no tienen ni una “pluma”.
-¿Qué artistas de varietés le gustan más?
-La Argentinita y Pastora Imperio.
-¿Cuántos novios tiene?
-Unas veces cinco, otras ocho, seis, cuatro, dos..., según.
-No comprendo...
-Pues es muy fácil: cuando yo quiero saberlo, me tiro de los dedos y cada “tak” que hacen, es un novio que tengo.
-¿Dónde nació usted?
-En San Sebastián.
-Y su hermana.
-En Buenos Aires.
-¿Qué escritores de los nuestros le gustan más?
-Palacio Valdés y Blasco Ibáñez.
-¿Y artistas de cine extranjero?
-Lon Chaney, porque es el rey de la caracterización.
-¿Qué música clásica le interesa más?
-La de Bethoven.
-¿Y autores teatrales?
-Benavente... Los Quintero...
-¿Qué flor es su favorita?
-La rosa y el clavel.
-¿Y... qué número gasta de calzado?
-El setenta.
-¿Cómo es esto?
-Treinta y cinco de cada pié.
-¿Le gustan los cangrejos?
-Sí, porque entienden la vida al revés que nosotros, son muy simpáticos... y porque su lema es contrario al de los exploradores. Estos, “¡siempre adelante!”; ellos, “¡siempre hacia atrás!”.
Son las dos de la madrugada. Van a cerrar el casino y juntos, bajo el beso de plata de la luna de Junio, paseamos, sin dejar de hablar un momento, por las estrechas, torcidas y pintorescas calles de este pequeño rincón levantino.
Mañana, PILAR será otra vez el ídolo del público que la agasaja y aplaude. De ese público que con verdadero interés y admiración contempla sus bailes y escucha sus canciones. Y en otro “mañana” también la veremos regresar de América luciendo en su frente una hermosa corona de laurel que es la gloria. ¡Adelante, PILAR. Eres joven, eres bella, tienes talento! ¿Qué más puedes desear? El triunfo es tuyo. Yo, pobre loco caminante, sólo te pido una cosa: El día en que seas feliz, el día en que la fama te salude, por favor, guarda para mí un pétalo aunque sea mustio, de alguna de sus flores, que a cambio, te daré la tristeza infinita de mi canción.
Llegamos al Hotel. PILAR me tiende su mano enjoyada.
Yo, temiendo no volverla a ver más, le digo ¡Adios!, bailarina de los ojos brujos.                                                                      
Mario Arnold. Levante Julio 1927.
Y este es el aspecto que tiene el documento referido: