La Caja Negra (Sevilla, c/ Fresa, 15. A dos pasos de la Alameda) es, según el día y la hora, un bar de copas y una pequeña sala de conciertos. Un lugar recogido para un arte íntimo y cercano.
Anoche era el día dedicado a Javier Prieto, un músico con la chispa y el gracejo de un cómico de la legua, que nos deleitó con su hang. Fue una armoniosa simbiosis de flamenco y resonancias de música tradicional china. Le acompañaron unos amigos: los textos de Momi Ogalla, el cajón de Mariano Clavijo, el baile de Melisa Calero y la voz de Rocío Márquez.
Había oído hablar de Melisa, pero nunca había tenido la ocasión de verla bailar. Apareció con camisa y pantalón negro y comenzó a bailar en silencio. ¡Vaya!, otra seguidora de Israel Galván, pensé. Nada más lejos de la realidad.
Comparte con Israel, eso sí, unos pies magníficos, con un sonido limpio y musical. Todo lo demás —braceo, actitudes, movimientos— es absolutamente personal. Tiene flamencura, desparpajo y algunos ribetes de contemporaneidad y, sobre todo, mucha personalidad.
Rocío cantó una nana con esa espléndida voz y ese buen gusto musical que le caracterizan. Fue el momento culminante del concierto. Un concierto y un local que disfrutamos a tope. Un pequeño escenario donde se están forjando las futuras realidades del flamenco. Os lo recomendamos.