martes, 8 de marzo de 2011

Un romance por entregas. El gramófono.


Un gramófono conciliador estuvo a punto de solventar el problema matrimonial entre Pastora y Gallito.
En una nota telegráfica, La Época introduce lo que parece un giro de los acontecimientos y La Correspondencia se vuelve a ocupar de ofrecer este cambio con todo lujo de detalles. Con ligeras variantes, también se ocupan de ello todos los demás periódicos.
Jugando al divorcio. -Pastora Imperio retira la demanda.
Se asegura que anoche pidió Pastora Imperio a su abogado que retirara la demanda de divorcio.
La Pastora se halla en cama a consecuencia de una ligera indisposición.
La Época, 27 diciembre de 1911.

EL TORERO Y LA EX BAILARINA
Pastora Imperio, llora
«Gallito», después de rondar la calle, se marcha al campo.—Pastora, después de oír el fonógrafo, se arrepiente.—¿Quién piensa ya en divorcio?—Se arreglará todo, como en las comedias.—Apoteosis final.
SEVILLA. (Miércoles, noche). El asunto del divorcio de Pastora Imperio y Gallito, que tanto ha dado que hablar y tanto ha hecho gemir las prensas, ha entrado en una nueva fase.
Al dar noticia de la separación de los cónyuges y del planteamiento de la demanda de divorcio por parte de Pastora, que quedó depositada en el domicilio de sus padres, ya adelanté la impresión, muy generalizada, de que todo se arreglaría al fin y a la postre.
Los presagios de los optimistas, están confirmados plenamente. Lo que alcanzó categoría de alta comedia ha derivado por el camino del sainete regocijante, con la particularidad de que en este caso tendrá el sainete un estrambote: eso que en los teatros suele denominarse apoteosis final.
He aquí la forma en que se ha operado esa desviación, tan pintoresca:
Dejamos a Pastora Imperio en el capitulo anterior —como habría dicho en semejante caso un D. Manuel Fernández y González— recluida en casa de sus padres, dispuesta a llegar hasta el fin en punto a la separación de su marido, a quien acusaba de malos tratos y de quien exigía y alcanzaba una pensión mensual por concepto de alimentos, aunque no en la proporción deseada por la demandante.
Y dejamos a Gallito, llamado telegráficamente por su madre a Sevilla, completamente perplejo ante la inesperada decisión de Pastora.
Desde que ésta salió del domicilio conyugal para reingresar en el de sus padres, Gallito emprendió una faena que tenía mucho de romántica y algo menos de arriesgada que las que sostiene ante los toros.
Veíasele, a altas horas de la madrugada, esquivando las miradas de los transeúntes y bien embozado en su capa andaluza, rondar por la calle de la Correduría —precisamente donde los padres de Pastora tienen su domicilio—como un Don Juan con coleta o como colegial desenvuelto que teme que le sorprendan en sus aventuras de amor.
Cansado de tal faena, que a nada conducía, pues el objeto de las excursiones nocturnas ni podía darse cuenta de que Gallito rondaba su calle, tomó Rafael Gómez la determinación de marcharse al campo.
Hízolo así y aun continúa en las posesiones del ganadero de reses bravas D. Felipe de Pablo Romero, donde se propone permanecer una temporada en busca de reposo y de salud.
Pastora Imperio, desde el día en que las diligencias judiciales se formalizaron y abandonó el domicilio conyugal, se vio poseída de una pena inmensa.
Sus padres, viéndola en semejante estado, han puesto en práctica cuantos medios les ha sugerido el ingenio para conseguir reanimarla.
—¿Cómo? podríamos sacar a esta criatura de la tristeza en que se ve?—preguntábase muy compungida la madre de Pastora.
Y el padre, como quien acaba de concebir una gran idea. Se dio una palmada en la frente, y exclamó:
—La compraremos un fonógrafo.
Aprobada con gran júbilo la idea por la autora de los días de la Imperio, fue sin pérdida de tiempo adquirido el fonógrafo.
Para que la historia no pierda tan importante detalle, puede añadirse que el fonógrafo costó cien duros, en números redondos.
El matrimonio se dio gran prisa en montar el aparato, con sus correspondientes discos, para proporcionar a Pastora la sorpresa que le tenían preparada.
La sorpresa no pudo ser mayor, porque cuando Pastora, de no muy buen talante, se dispuso a recibir de plano el chaparrón de notas que el aparato lanzase, una voz salida de él anunció que iba á ser interpretado el pasodoble Gallito, como así ocurrió ipso facto.
El anuncio y los acordes de la composición, que Pastora se sabía de memoria, produjeron en la ex bailarina un efecto indescriptible.
Comenzó por palidecer intensamente; siguió por derramar copioso llanto y acabó por caer accidentada.
Mientras la asistían, hubo necesidad de hacer callar el aparatito que tan gran milagro acababa de hacer: el milagro de entristecer más y más a Pastora Imperio, contra la voluntad de sus padres, que se habían propuesto todo lo contrario.
Pasaron algunos días. El fonógrafo quedó mudo en un rincón. Pastora andaba por otros rincones de la casa gimoteando como otra Magdalena arrepentida. Tuvo, al fin, que guardar cama. Y después de tan gran derroche de lágrimas, se negó a firmar todo documento y desistió de que continuaran los ya empezados trámites consiguientes a la demanda de divorcio que por su iniciativa se entabló.
Gracias a ese maravilloso invento que se llama fonógrafo y gracias también a la maravillosa invención del padre de Pastora, de comprar el aparato con tanta oportunidad, Gallito y su mujer no se divorcian y aun esperan muchos que no ha de pasar largo tiempo sin que celebren la reconciliación y retorno de ella al domicilio conyugal.
Por lo pronto, ya se anuncia que Gallito se propone dar, en el pueblo de El Pedroso, a modo de apoteosis final de las complicaciones ya pasadas y de anuncio rumboso de una segunda luna de miel, una fiesta taurina a beneficio de una imagen milagrosa, muy venerada en aquella localidad y en cumplimiento de una promesa que hizo el propio Rafael Gómez, no se sabe si alguna de las noches que dedicó a deslizarse silencioso por la calle de la Correduría, muy envuelto en su capa andaluza y esquivando las miradas indiscretas de los noctámbulos.
Telón.
La Correspondencia de España, 28 de diciembre de 1911.
Como sucediera anteriormente, el resto de la prensa da similares versiones de la nueva situación. Todas ellas tienen como protagonista central el dichoso gramófono y su efecto fulminante en el ánimo de Pastora.
Gallito y la Imperio
¿Hacia la reconciliación?—La música y el amor.—Gramófono sentimental.
El asunto del divorcio de la Imperio y Gallito parece marchar camino de la reconciliación.
He aquí lo que a propósito de ello refieren amigos de ambos:
Al día siguiente de quedar depositada la Imperio, varios vecinos de la calle de Correduría vieron a Gallito embozado hasta los ojos rondar de madrugada en los alrededores de la casa, escrutando con triste ansiedad por las vidrieras del balcón. Después, Rafael marchó al campo a una finca del ganadero Pablo Romero para reponerse de decaimientos físicos y morales.
Por otra parte. Pastora Imperio padece, desde la separación, continuos accesos de melancolía.
Sus padres, para distraerla, la han comprado un hermoso gramófono con multitud de discos, algunos de los cuales reproducen canciones que popularizaron a la Imperio en España y América. También le llevaron, sin que ella lo supiera, un disco que tiene impresionado un airoso pasodoble titulado «Gallito». Pastora conocía este pasodoble de memoria, y al escucharlo rompió en copioso llanto, sufriendo un accidente. Luego cogió el disco, besándolo entre sollozos.
Al llegar al Juzgado para formalizar la demanda de divorcio. Pastora Imperio se negó rotundamente a firmar los documentos.
Se confirma la creencia de que algunas personas, envidiosas del entrañable cariño que le tiene su esposo, turbaron la dicha de ambos por medio de anónimos calumniosos
La Correspondencia Militar, 28 de diciembre de 1911.
Deshojando la margarita. Reconciliación, si, reconciliación, no.
LA PASTORA Y EL GALLITO
Hacia la reconciliación
Sevilla 28. —Se acentúa la impresión de que el divorcio de la bella ex bailarina y el popular torero no llegará a ser un hecho.
Las corrientes son ahora de armonía y se asegura que no se hará esperar mucho la reconciliación de los cónyuges.
Personas de la intimidad de ambos aseguran que ni Rafael ni Pastora se acostumbran a la separación.
Él rondó la casa donde la Imperio está depositada la noche misma del día en que se separaron, y después, presa de una gran tristeza, marchó al campo.
Ella padece frecuentes accesos de melancolía y nada basta a distraerla. Se pasa horas enteras poniendo en su gramófono un disco con el pasodoble «Gallito», que escucha entre sollozos.
Además, se ha negado a firmar las diligencias instruidas con motivo de la demanda de divorcio, que, me aseguran, será retirada.
El Globo, 28 de diciembre de 1911.

PASTORA Y GALLITO
¿La Reconciliación?
El asunto del divorcio de Pastora Imperio y Gallito ha entrado en una nueva o inesperada fase.
Pastora ha retirado la demanda de divorcio.
Gallito se marchó hace dos días a las posesiones del ganadero D. Pablo Romero.
Se refiere que la familia de Pastora, con objeto de distraerla, ha comprado un magnífico fonógrafo, y al colocar el disco titulado Gallito Pastora comenzó a llorar amargamente.
A causa de las emociones sufridas se encuentra bastante delicada, teniendo que guardar cama.
El Heraldo de Madrid y Día de Madrid, 28 de diciembre de 1911.
El País, al más puro estilo tradicional,  le reprocha a Pastora el haberse ido a casa de sus padres. La mujer en su casa, aunque tenga que aguantar carros y carretas, parece querer decir.
El divorcio de la Imperio y Gallito
El divorcio de Pastora Imperio y Gallito ha entrado en una nueva e inesperada fase.
Tal vez mal aconsejada, la Imperio abandonó el domicilio conyugal, allanándose a la petición de depósito judicial como trámite previo, para entablar la demanda de divorcio; mas luego, arrepentida de la primera resolución, se niega, según se asegura, a seguir en la actitud de los primeros momentos.
Gallito se marchó hace dos días a las posesiones del ganadero D. Pablo Romero.
Se refiere que la familia de Pastora, con el objeto de distraerla, compró un magnífico fonógrafo, y que al colocar en éste una placa titulada «Gallito y Pastora», la Imperio prorrumpió en desconsolado llanto.
La Imperio se halla delicada y guarda cama.
El Liberal, 28 de diciembre de 1911.
El fusil, siguiendo su línea jocosa,  hace honor a su  apelativo de semanario radical y aprovecha para emprenderla con el gremio de los letrados y, entre bromas y veras, también le mete algún que otro puyazo a Gallito.
«Gallito»-«Imperio»
He aquí un suceso que yo comentaría con mucho gusto y con toda la amplitud posible, si no me viniese a la memoria el fallo de la Audiencia de Madrid en el asunto de la señorita que dijeron haberse fugado de Totana.
¡Pero cualquiera se mete en comentarios de once varas!
Desde hace unos cuantos días no se habla de otra cosa que del conato de discordia del matrimonio Gallito - Imperio, porque según unos, él, en cuestión de celos, es una especie de abencerraje, y según otros, porque ella siente la nostalgia del arte y de los aplausos.
Yo sé todo esto, que no es un misterio ni para la policía; pero, ¿quién es el valiente que se mete a comentarista? ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Porque supónganse ustedes que a mí se me va la pluma en el comentario, y me coge por su cuenta algún La Cierva sevillano.
¡Pues adiós mi dinero!
Porque ya estoy viendo al abogado del malavenido matrimonio cargando sobre mí, y como yo, en buena hora lo diga, soy pobre como Job e insolvente como un concejal lerrouxista, enfilaría sus tiros contra la caja de El  Fusil que en estos días contiene ?,50 pesetas y unos sellos de cuarto de céntimo.
Fundado en todas estas consideraciones, me abstengo como de comer carne en día de vigilia, de ocuparme del intento de divorcio de «Gallito» con la Imperio.
¡Hay que defender la bolsa!
No quiero verme como se ve ahora el trust entre la espada de la Ley y los treinta mil duros que trata de sacarle La Cierva a contrapelo, para entretener los forzados ocios de la cesantía.
Conste, pues, que yo no digo una palabra del asunto; que Gallito me parece un excelente esposo y un matador de toros formidable, sobre todo, cuando antes de la corrida no le han nombrado la bicha, cuando le sale un toro claro, cuando la corrida no se celebra en martes, y cuando tiene ganas de trabajar.
Y que Pastora Imperio, de soltera, fue una bailarina estupenda; que de casada, es una excelentísima esposa, y que de eso del divorcio no sé una palabra.
Si después de dicho esto, algún picapleitos se atreve a demandarme por injuria y calumnia, será cosa de emigrar de España, y pasar el Kert y alistarme como voluntario en la jarka del Missian.
¡Y ni una palabra más!
El Fusil, 30 de diciembre de 1911.

El gramófono de la Imperio.
Lo ha dicho el telégrafo, y aunque son muchos los asuntos de más gravedad en los que debemos fijar nuestra atención, no puedo dejar éste sin un modesto e insignificante comentario.
La Imperio estaba triste como un sauce; pálida como si acabara de dar a luz cuatro mellizos, y malhumorada como si tuviera que pagar una letra a la vista.
¿Qué hacer para que la gentil bailarina, que hoy preocupa más a la gente que la campaña de Melilla, recobrase su habitual alegría?
Pues... comprarle un gramófono para distraerla. El efecto fue instantáneo. Pastora se puso alegre como unas pascuas, y poco faltó para que saliese por seguidillas.
Pero ¡oh! de pronto a uno de los familiares de la esposa de Gallito le ocurre la idea de colocar en el gramófono un disco, impresionado con la música del pasa-calles titulado Gallito.
Oírlo la Imperio y romper a llorar como si le apretaran las botas, todo fue uno.
Después del llanto vino la natural crisis nerviosa que degeneró en un pequeño soponcio.
Vuelta en sí a fuerza de éter y otros antiespasmódicos caseros, la Imperio ordenó imperiosamente a su abogado que suspendiese la demanda de divorcio.
Y vean ustedes como el gramófono, que hasta ahora sólo servía para distraer a los desocupados, en lo sucesivo tendrá una aplicación más.
¡La de reconciliar a los matrimonios mal avenidos!
Razón sobrada tuvo Ricardo de la Vega, cuando escribió aquello de
                        «Hoy las ciencias adelantan
                         que es una barbaridad».
Y vaya si adelantan.
Ahí está, para demostrarlo, el gramófono de Pastora Imperio.
El Fusil, 6 de enero de 1912.
En este punto dejamos la entrega de hoy. La decisión final está en manos de los dos interesados.

(continuará)