jueves, 3 de marzo de 2011

La Checa. Nueva gira y otra vez el Romea


Tras bailar en el Romea, actuaciones en Eldorado de Barcelona, veraneo familiar en Sanlúcar de Barrameda y nueva gira por El Liceo de Salamanca, el Teatro Circo de Zaragoza, el Gran Casino de San Sebastián y  el Casino del Sardinero de Santander,  para volver a presentarse en el Romea el 17 de diciembre de ese año, compartiendo cartel nada menos que con Pastora Imperio.


Allí, continuó ampliando su repertorio:
La Checa bailará la próxima semana una danza de Grieg, ritmada con castañuelas, número que ensaya ahora y que, sin duda por su difícil ejecución, solo fue bailado hace años por Antonia Mercé (La Argentina)
Acción, 21 del diciembre de 1917.

Romea. Desde que hace años bailó la admirable “Danza número a” de Grieg la célebre artista Antonia Merced “La Argentina”, ninguna otra había bailado la referida danza hasta que la notable artista La Checa la ha ritmado con castañuelas, alcanzado una calurosa ovación.
La Checa, que interpreta dicha danza como recuerdo y homenaje a la célebre artista antes citada, ha tenido un singular acierto digno de plácemes.
(El Imparcial, 27 de diciembre de 1917)
Y allí participó el 28 de diciembre en la popular función de Inocentes:
Romea.— De los teatros de “variétes” fue este el único donde se hizo función de Inocentes. Primeramente, la notable bailarina La Checa salió al público vestida de golfillo, y, subiendo al escenario, bailó admirablemente un tango. Después, la estupenda Pastora Imperio sustituyó al gracioso Quinci en su número de acrobatismo cómico, y por último, el citado Quinci hizo desternillarse al público de risa bailando los bailes gitanos de Pastora. La gente salió satisfechísima de la fiesta.
En la parte seria, La Checa bailó irreprochablemente, con el estilo de la inmensa Argentina, la danza de Grieg.
Y que nosotros sepamos no ha habido más inocentadas que las relatadas. Si alguna se quedó en el tintero, perdonen los interesados.
Acción, 29 de diciembre de 1917.
El 3 de enero se despidió del Romea para actuar en el Teatro Calderón de Valladolid y el Salón Gayarre de Bilbao. Federico García Sanchís escribió de ella en La Esfera:
Menos tonta y loca, parecerás más bonita… La Checa acertó a elegir su nombre, castizo como las haldas de faralares que llevaban las bailaoras  en tiempo de los toreros con patillas de boca de hacha. La Checa llegará a ser el ídolo de los públicos por las mismas cualidades que hoy la separan de la multitud. Espontánea, inspirada, feúcha, con un ángel diabólico, simpática hasta desarrugar el ceño de uno de esos graves varones que parecen bueyes, apasionadilla, gachona: un capricho. Sus manos destrenzan sus dedos sobre el moño, como si espolvorearan sal en su cabecita a pájaros. Todavía no es flor lo que ha de ser granada. Quiere decirse que, para enseñorearse del baile flamenco,  le faltan años, no de estudio, sino de cavilaciones negras en mitad de los sueños de color de rosa. Sin embargo, en esos momentos cálidos y remotos  en que el cornetín suena en el fandango, acierta con actitudes de una profunda indolencia sensual. Cautiva, seduce con su mohín descarado y mimoso, destinado a hacerse célebre, como en otros climas la mueca de Mistinguet. La Checa surge como una víbora que picará los talones de las bayaderas inmóviles en su propia adoración…
La Esfera, 9 de marzo de 1918.
 (continuará)