martes, 29 de marzo de 2011

La Checa. Últimas actuaciones.


Y ya La Checa no volvió a salir de Madrid. Actuó en el  Cine Fuencarral, el Romea, el Price, de nuevo el Romea, el Ideal Rosales, y una vez más el Romea. Participó también en una función benéfica organizada por los alumnos de la Escuela Central de Comercio y en una fiesta celebrada en honor de los marqueses de Carisbroque, hermanos de S. M. la Reina doña Victoria (1).

Esto es algo de lo que dijeron los papeles:

El dúctil temperamento artístico de La Checa hace que triunfe en bailes de tan distinto carácter como la jota, y el americano del «Monyaco»; la farruca torera, obligando al público a premiar su trabajo con clamorosas ovaciones. Para remate y fin de su exquisita labor, ha deleitado diariamente a los espectadores, bailando acompañada a la guitarra por el notable profesor Luis Molina. Aparte de Pastora Imperio, gran maestra en estas cosas, quizás sean La Checa y Minerva solamente las que tienen estilo, y aciertan a dar en los bailes «flamencos» la nota de suma perfección.
En resumen, un triunfo definitivo para La Checa, y ovaciones clamorosas para ella y para Luis Molina.
Acción, 3 de abril de 1919.

Hoy ha debutado en Romea esta linda niña, que a la edad en que otras empiezan, ya se colocó en primera fila.
La Correspondencia de España, 3 de marzo de 1920.

Para el público de Romea no necesita La Checa tarjeta de presentación.
Siendo una niña —aún casi lo es— debutó en este aristocrático teatro, con el aplauso unánime y merecido del público. Y después, en actuaciones posteriores, los éxitos han ido en aumento, hasta conseguir ser una de las bailarinas predilectas de los habituales de Romea.
El arte de La Checa es personalísimo. No se parece a ninguna. Sus bailes no han sido dirigidos, ni amanerados por el mecanismo de una maestra, que enseña posturas y movimientos.
La Checa, que  desciende de artistas, que son y han sido honra de la literatura y del teatro, convencida de que el arte moderno de la danza no es mostrar mayor o menor agilidad de pies, sino que el baile exige actitudes, gusto y armonía, a conseguir esa modalidad del arte del baile dedicó su inteligencia y esfuerzo, y en ese aspecto consiguió rápidamente la categoría apetecida.
El público del Romea, comprendiéndolo así, la ovaciona con verdadero entusiasmo todos los días.
De los cinco bailes que estrenó ayer, hizo cinco creaciones.
Acción, 4 de marzo de 1920.

La Checa y Carmen Flores han preparado un escogido programa, figurando en el de la primera la danza titulada «Arabesca» de Tárrega.
Heraldo de Madrid, 6 de marzo de 1920.

La Checa, genial danzarina, estrenará el bailable «Gitana y árabe», del malogrado músico español G. Barrachina, página de admirable belleza, y que podemos asegurar que es interpretada por La Checa portentosamente. Sus «redobles» fuertes cuando así lo requiere el momento musical son enérgicos, sin titubeos ni vacilaciones, y ofrecen contraste con las filigranas que en «carrerillas», «avances» y otros giros presentan la exquisitez incomparable de esta gran artista.
Heraldo de Madrid, 16 de marzo de 1920.

ROMEA
Mañana, miércoles de gran moda, se despedirá del público de este teatro la genial danzarina La Checa. La amplitud de sus facultades artísticas la permiten hacer creaciones incopiables, como ha hecho de «Arabesca», danza ritmada con castañuelas en la que a diario es clamorosamente ovacionada.
Heraldo de Madrid, 16 de marzo de 1920.

Bailó la Checa bailes flamencos, acompañada a la guitarra por el notable profesor Montoya, y unas jotas, acompañada por el reputado maestro Yust, notabilísimo pianista; y la etiqueta propia de todos los actos a los que los Reyes asisten quedó rota por el entusiasmo que despertó la portentosa danzarina. Los bravos, los «olés» se sucedían sin cesar, y fue, en suma, aplaudidísima.
Su Majestad la Reina doña Victoria llamó a su presencia a Julia Fons y a La Checa, felicitó a ambas y dijo a la última que al bailar hablaba sin palabras, con las manos, con los piececitos, con el cuerpo todo y especialmente con los ojos, y que era la bailarina más expresiva que había visto.
Eco Artístico, 15 de abril de 1920.

ROMEA
La Checa
La Checa, de progenie de artistas y artista instintiva del baile, porque nació para bailar, no necesita presentación para el público de Romea. Desde niña  —aún lo es— bailó ante él con su aplauso y beneplácito. Hoy, La Checa se ha perfeccionado mucho.
Es bailarina original porque no hay en ella pasos estudiados ni actitudes aprendidas. Convencida, además, de que el baile es algo más que demostrar agilidades acrobáticas, ritma y da vida a sus bailes tanto con los ojos y el gesto como con los pies. Y si se añade a esto que su figurilla graciosa y gentil va envuelta con atavíos de irreprochable gusto y elegancia, se comprende sin esfuerzo que La Checa sea una de las bailarinas predilectas del público de Madrid, como lo será de toda España si las circunstancias de familia le permitieran ir a todos los teatros donde le ofrecen contratos.
Su éxito en Romea es tan justo como grande.
ORLANDO
Acción, 20 de noviembre de 1920.

La Checa termina 1920 con toda suerte de desgracias: primero su tía, Julita Fons, enferma y tiene que dejar por un tiempo los escenarios; después, en diciembre, fallece su padre. Ella abandona los teatros de varietés y se refugia en el cuerpo de baile del Teatro Real. Desde ese momento no hemos vuelto a ver su nombre en los papeles de noticias.

Su baile
En su baile había sabido conjugar la exquisitez y creatividad de Antonia Mercé la Argentina y la gracia y picardía de la Imperio. Pero, ante todo, era propio y singular, caracterizado por su imaginación y la expresividad que transmitía con todo su cuerpo, desde la mirada de sus ojos hasta los redobles que daba con los pies. Fue, además, una bailarina polifacética que atacó con valentía todo tipo de danzas.

Notas
1. Véase recorte del Eco Artístico, 15 de abril de 1920. En esta fiesta, actuaron también el Niño de las Marianas, Emilia Benito, Julita Fons y Teresita Camacho.