miércoles, 6 de octubre de 2010

Encarnación Hurtado la Malagueñita (2)

Encarnación Hurtado subió peldaño a peldaño hasta lograr en muy pocos años la categoría y el prestigio que le reconoció Ramón Montoya. Dio sus primeros pasos conocidos en el Novedades de Madrid, donde debutó el 3 de enero de 1906, anunciándose ya como “bailaora de tarantas” y compartiendo cartel con La Fornarina y La Chelito, dos nombres míticos de los espectáculos de variedades. Del Novedades pasó al Teatro de la Zarzuela y de ahí, el 15 de abril de ese mismo año, a Lisboa. En mayo volvió a Madrid, al Central Kursaal, para participar junto a Pastora Imperio en un cuadro titulado Una fiesta andaluza. El 12 de junio, debutó en el Salón Concert Actualidades, exhibiéndose “en sus bailes gitanos La Farruca y El garrotín”. Compartía tablas con Antonia Mercé la Argentina y esto es lo que la prensa decía de ellas:

El éxito alcanzado por la gentil Argentina ha sido grande, como hace tiempo no lo había obtenido allí ninguna otra bailarina.
El público le prodiga sus más entusiastas aplausos, pues realmente la citada artista es una notabilidad en su género, capaz de competir con las verdaderas estrellas que más popularidad tienen en España.
En otro género ya hemos dicho que iba a debutar otra artista también famosa. Es la singular bailarina “La Malagueñita”, creadora de los bailes gitanos La farruca y El Garrotín, que debutará el día 2 del próximo Julio.
Heraldo de Madrid, 29 de junio de 1906.

Luego, una vez que se marcó sus bailes, la prensa se volvió a ocupar de ella, en esta ocasión en solitario.

Desde el jueves viene actuando allí una artista notabilísima, la bailaora andaluza Encarnación, la Malagueñita, creadora de los bailes gitanos La farruca y El garrotín, que popularizó ella en Madrid durante la pasada campaña de invierno, cuando tanto vuelo se dio al género varietés.
La Malagueñita ha hecho una creación de los dos citados bailes.
Es una artista graciosa y esbelta, que ha sabido sorprender los secretos mágicos de la danza andaluza con toda su riqueza de cadencias y ritmos voluptuosos que la caracterizan.
En ninguno de sus movimientos hay asomos de obscenidad ni de mal gusto. Por el contrario, respira su meritísima labor en todos momentos un arte y una delicadeza, que hacen de la simpática bailadora la típica cultivadora del clásico baile gitano.
El público la aplaude con entusiasmo,  es lo mejorcito que hemos visto en aquel Salón.
Heraldo de Madrid, 15 de julio de 1906.

En octubre se presentó en el Salón Variedades de Zaragoza y después en el Teatro Circo Barcelonés. Ese año su nombre ya había sonado en la prensa americana. El 13 de junio  el periódico cubano El Mundo publica una carta dirigida al diario de Buenos Aires La Prensa en la que podemos leer:

Pero donde el público se distrae y se divierte ahora es en los teatros y salas del género sicalíptico, nombre dado aquí al género casinesco. Nada puedo deciros sobre la invención de este pintoresco calificativo. Sin duda se debe al salado ingenio del pueblo madrileño, cuyo redicho y alambicado lenguaje irónico acusa su despejo y flexibilidad mental.
Los tres teatros de este género: Romea, Novedades y El Kursaal, antiguo Frontón Central, se ven todas las noches atestados de concurrencia. Todo Madrid se ha aficionado de una manera loca a estos espectáculos.
De Andalucía llegan los elementos principales, bailaoras y cantaores, para mantener el interés de los programas. De París también retornan algunas eminentes muchachas que bailaban en el destierro, por no hallar hasta hoy entre nosotros aquel aplauso que a su arte le prodigan las manos cosmopolitas.
Entre los tres casinos han matado todos los demás espectáculos. Nadie quiere entristecerse con los dramas, ni hacer esfuerzos de atención para seguir la psicología de la comedia melancólica. Las mejores actrices son postergadas en el favor del público, otorgado en absoluto a La Fornarina, Candelaria Medina, La Criolla, Pura Martínez, Amalia Molina, Las Tarifeñas, La Malagueñita, Las Camelias, Azucena, La Violeta, y ante todas y sobre todas La Imperio, hermosura incomparable, genuinamente española, con una gracia y una sandunga sin rival.

El 29 de abril de 1907 La Malagueñita debuta en el Teatro Gayarre de Barcelona y después, el 30 de mayo,  se presenta en el Kursaal madrileño. Precisamente, es a propósito de su debut en el local catalán cuando volvemos a tener noticia de sus bailes. Lo cuenta también La Época (1 de abril de 1907) con estas palabras: “También logró un buen éxito en sus bailes gitanos la Malagueñita”.

(continuará)