Esta vez Grilo llegó a Cajasol sin historias ni otras
zarandajas. Un pequeño homenaje a la guitarra de Paco de Lucía y a bailar. Bailó
a su manera, con ese sello inconfundible que tiene su baile. Un baile
descarado. Antiguo y moderno, si se pueden unir ambos conceptos. Antiguo en el
dominio del compás y en el increíble virtuosismo de los pies. Más de hora y
media haciendo música a base de punta, planta y tacón. Moderno en el manejo del
cuerpo y en la expresividad de las manos. Y además jerezano en ese aire entre
juguetón y displicente que pone aquí y allá cuando se mete por fiesta. Llamaron la
atención ese apunte de cojera, ese juego con la chaqueta como si de un mantón
de Manila se tratase y esa original salida de las tablas al finalizar su
recital. Antes, “María de la O” de Paco, tientos-tangos, alegrías, tarantas,
soleá y bulerías. Dio todo cuanto llevaba dentro y se divirtió bailando. No se
le puede pedir más a un bailaor.
Foto: Remedios Malvarez |
Foto: Remedios Malvarez |
Con él Carmen Grilo al cante. Quiso hacer también su homenaje
a Manuel de Molina y se metió en terrenos muy resbaladizos. Entonó “Todo es de
color” e inevitablemente nos acordamos de Lole. Y lo mismo cuando se atrevió
con “La Gabriela”. Creo que todos hemos oído versiones mucho mejores. Yo de
ella me lo pensaría muy mucho antes de meterme en esos berenjenales.
Juan Requena a la guitarra y Ané Carrasco a la percusión, en
cambio, estuvieron realmente brillantes en sus respectivos solos.