No
voy a decir que no se pueda enriquecer el fondo musical de un recital
de baile. Sería una estupidez. Pero lo que también es cierto es que
tres pueden ser suficientes, si el baile es bueno y, especialmente,
si se cuenta con una guitarra como la de Raúl Cantizano. Y eso es lo
que ofreció ayer en el patio del CICUS Asunción Pérez “Choni” en
un recital que tituló con toda justeza “Flamenco a tres”.
Choni por malagueñas |
Fue
un paso más en ese viaje a lo nuevo en el que hace tiempo que lleva
embarcada. Una muestra más de su capacidad inventiva. De su
creatividad y de su cultura flamenca, porque ponerle chinchines al
taranto no es ninguna novedad. Así lo solía bailar Fernanda Romero
y así lo hacían bailaoras de tiempos pasados. Lo mismo que
acompañarse de palillos en la seguiriya. Lo que pasa es que hoy se
conoce poco la historia del baile.
Choni
hizo un taranto muy serio. Luego se buscó en un estilo que apenas
tiene una década de vida: la malagueña. Y la recreó a su saber y
entender. Un acierto más. Después nos encandiló por alegrías.
Bailó con música y sin música. Y descalza, para que no molestasen
los taconazos a las imágenes que no paraba de crear. Hizo un
monumento a la belleza plástica, a base de gustarse.
Choni por alegrías |
Cerró con una
farruca de lo más clásica. No es corriente que un bailaor haga
cuatro bailes en un recital. Choni derrochó generosidad, amén de
quintales de arte. Desde luego, Cristina Heeren puede presumir de los
artistas que han pasado por las aulas de su Fundación.
José
Luis Navarro