El
martinete es, desde luego, uno de los palos fuertes de David Pérez y
anoche lo bordó. Fue toda una lección de percusión a base de pies
y bastón.
Pero
no solo eso. David es además capaz de parar el tiempo quedándose
suspendido con figuras poco usuales. Pero ya se sabe que vale más
una imagen que cien palabras. Así que vean ustedes mismos qué
estampa y qué arabesco:
Con
él compartió tablas Matilde Antón. Fue un torbellino derrochando
simpatía, gracia y sal por alegrías. Mirenla cómo se luce:
Al final los dos bailaron unas sevillanas.
Atrás
un lujazo de guitarra, Alberto López, con el cante del Niño de
Gines.
José Luis Navarro