jueves, 28 de mayo de 2015

Cante gitano y baile de Sevilla

El cante gitano tiene un metal propio. Es un cante al que no le preocupa en exceso una perfecta vocalización o una afinación de alta definición, pero que les araña las gargantas y lastima al que lo escucha. Aún más, al gitano el compás le corre por las venas. Todo esto es lo que demostraron anoche en la despedida de este primer ciclo de 2015 en Cajasol Inés Bacán, Dolores Agujetas y María Peña, representantes de tres familias y tres centros neurálgicos del cante: Lebrija, Jerez y Utrera. Iban todas de negro riguroso —supongo que por aquello de que el recital se titulaba “Pasión”— y fueron dando pinceladas personales al martinete, la soleá, el fandango, los tientos, la seguiriya, la cantiña y, para despedirse, la bulería.

Estaban a gusto, casi como en casa, y fueron resolviendo entre besos y miradas llenas de cariño los problemas que les planteaba la megafonía. Tampoco le prestaron mucha atención a la disposición escénica ni a otras cosas de muy segundo orden para ellas. No hacía mucha falta, porque lo suyo era cantar y cantar sí que cantaron. Y eso es lo que todos esperábamos de ellas.

Inés Bacán
 
Dolores Agujetas
María Peña
Con ellas venía también Carmen Ledesma, una sevillana que lleva muy a gala el baile de la escuela que se conoce con el nombre de su pueblo. Presume de él y lo borda. Demostró que el baile flamenco es cosa de sentimientos y no de acrobacias a mil por segundo. Que para transmitir algo se necesita mesura y tiempo. Que los brazos de una mujer son más bellos que el zapateado inmisericorde que hoy estilan muchas. Bailó por romance y por cantiñas y puso la nota de Sevilla en las tablas: elegancia y jondura hermanadas.

Carmen Ledesma
Les acompañó a la guitarra Antonio Moya, que dejó en el aire ecos del malogrado Pedro Bacán. Para las palmas y para darse también sus pasitos por fiesta estaban Rocío la Turronera y Verónica Bermúdez.

                                                                                                       José Luis Navarro
                                                                                                 Fotos: Remedios Malvárez